ARTE TORREHERBEROS: COMENTARIO DE LA TRÍADA DE MIKERINOS
RICHARD ESTES. "Water Taxi, Mount Desert". Óleo sobre lienzo. Kemper Museum of Contemporary Art, Kansas City (Missouri).


BIENVENIDOS A TODOS Y TODAS. Este blog nace con la única pretensión de complementar y facilitar las tareas a los alumnos/as de Historia del Arte de 2º de Bachillerato del IES Torre de los Herberos de Dos Hermanas (Sevilla), así como hacer pasar un rato agradable a todos los amantes del arte. No tiene ninguna otra pretensión intelectual. De los textos es responsable el administrador del Blog, no así de las opiniones expresadas en los comentarios. Las imágenes o fotografías, videos y presentaciones están tomadas de internet mayoritariamente, citando la autoría siempre que ha sido posible; si en alguna de ellas no aparece, es por error o descuido, y ruego que me lo hagan llegar para subsanarlo. Casi todo lo que aparece en estas páginas es libre y abierto, y se puede descargar para otros fines, pidíéndose únicamente que se cite la procedencia.





martes, 5 de octubre de 2010

COMENTARIO DE LA TRÍADA DE MIKERINOS


ENCUADRE:

Obra: Tríada de Mikerinos (Mikerinos con la diosa Hathor y el nomo de Kynópolis).
Género: Escultura de bulto redondo adosada o Altorrelieve casi exento. Grupo.
92,5 cm. Museo Egipcio. El Cairo.
Estilo:  Arte egipcio.
Cronología:  Imperio Antiguo (2.532-2.504 a.C.).
Otras obras:  de la misma época: Estatua del Faraón Mikerinos y su esposa, El Faraón Kefrén entronizado, El Alcalde del pueblo...

 ANÁLISIS:

Esta escultura exenta está realizada en piedra granítica, pizarra concretamente, y es pequeña, pues no llega al metro de altura. Nos muestra a tres personajes (el farón flanqueado por dos diosas), de ahí que reciba el nombre de "tríada". Dichas figuras se encuentran adosadas a una amplia pilastra dorsal (de extensión basal), que sirve como elemento unificador y sustentador, pero que también indica que la pieza fue diseñada para ser observada frontalmente. De hecho, la mayor parte de los recursos utilizados en el diseño de dicha obra sólo pueden ser apreciados adecuadamente desde la posición de espectador frontal.
Mikerinos fue representado en actitud de energía contenida (como era muy normal en Egipto), con los brazos a los lados del cuerpo, los puños fuertemente cerrados y en una especie de palpitante tensión en el cuerpo rígido que, sin embargo, contrasta con la expresión relajada del rostro. La imagen plasma la fortaleza de la juventud del rey, que luce mitra o la Corona Blanca (Señor del Alto Egipto), la barba postiza y un faldellín plisado. El monarca ocupa el eje central en un diseño de carácter simétrico y, además, se sitúa en un plano avanzado hacia el espectador; efecto que se subraya aún más con el gesto de colocar avanzado el pie izquierdo.  Así, el tratamiento técnico permite acentuar la posición del faraón por delante de las figuras femeninas; es decir, MiKerinos se sitúa por delante de las diosas. De modo que el conjunto de la composición muestra al rey como el máximo protagonista, quedando las figuras femeninas en segundo y hasta en tercer plano. Incluso con detalles como la magnitud y volumen de la corona del Alto Egipto, elevándose en altura, se enfatiza visualmente aún más la relevancia del soberano. Todo ello demuestra la utilización de la perspectiva jerárquica, donde la figura principal aparece de mayor tamaño.
Siguiendo al faraón, y adelantando tímidamente el pie izquierdo, se encuentra Hathor. Ésta era  la diosa del cielo, símbolo de la luz y del calor de la vida. Es la madre divina, la que da luz al sol y crea la vida; es la diosa del amor, símbolo de la belleza juvenil. Esta deidad, cuyo nombre significa "Mansión de Horus", se identificó tradicionalmente con la madre del soberano y, de forma aún más reiterada, como su esposa. En la tríada, Hathor porta su tradicional corona integrada por el disco solar enmarcado entre cuernos de vaca y se presenta en los jeroglíficos con su habitual identificación como “Dama del Sicomoro”. También luce un vestido que se ajusta a lo largo del cuerpo, excesivamente transparente, modelando una figura llena y con curvas, extendiéndose casi hasta los robustos tobillos. Y aunque desde la perspectiva frontal es imperceptible, en la mano derecha sostiene (casi esconde) el chen-, símbolo de la eternidad. Hathor en esta obra se muestra en posición preponderante, respondiendo la iconografía a la intensa vinculación que tuvo la diosa con la realeza. A su vez, hay que tener en cuenta que uno de los recursos legitimadores fundamentales de la divinidad del faraón es su identificación con el dios Horus. Es decir, si Horus es el faraón, entonces Hathor es su esposa. O dicho de otro modo: si el rey es esposo de Hathor, entonces el rey es Horus.


La otra deidad femenina que integra la tríada es portadora del tocado identificador de Bat. Esta diosa, cuya mitología asociada es muy desconocida se adoró en Egipto desde tiempos muy antiguos, aunque terminó siendo eclipsada y absorbida por Hathor. Se trata de una divinidad local, que lleva en la cabeza el emblema del nomo 17 de Egipto (Kynópolis o Dióspolis Parva). Para plasmar su localización en tercer plano, pero sin romper con el equilibrio del diseño, la diosa tiene las mismas dimensiones que Hathor, aunque sus pies se representaron juntos (lo que implica un alejamiento en contraposición con el avance mostrado más cautelosamente en Hathor y destacadamente en el faraón); es más, la corona de Bat se representó en suave relieve sobre la gran pilastra dorsal (en patente contraste con el elevado altorrelieve con el que se representa la corona de Hathor), diluyéndose así el protagonismo de su presencia. También porta un ceñido vestido hasta los tibillos, excesivamente trasparente, mostrando su anatomía.
En definitiva, la composición es un magnífico ejemplo de las características de la escultura egipcia, ajustándose perfectamente a sus ideales estéticos: hieratismo o quietud, frontalidad, simetría, bloques compactos, canon de dieciocho puños, simbolismo e idealismo en la representación de los faraones.


COMENTARIO:

En Egipto no existía el concepto de “el arte por el arte”; las representaciones escultóricas y pictóricas son de carácter religioso, funerario o de uso cotidiano. No existe el concepto de "amor al arte". El artista es considerado un artesano al servicio del poder (faraón), y será ese poder quien determine las normas de representación que se mantendrán homogéneas, exceptuando el período de "libertad" artística que se implantó durante el reinado de Amenofis IV en Tell-el Amarna (revolución religiosa llevada a cabo por el faraón Amenofis IV, con la implantación de un único dios, Atón, que se traduce en un arte más humano, naturalista y elegante).

Las representaciones están sometidas a un arquetipo idealizado: lo temporal y anecdótico que pueden indicar transitoriedad se desechan y se reservan a las clases humildes. De ahí que la imagen del faraón responda a un ideal de belleza, alejado de la realidad y de los hombres, casi eterno, y los demás pueden presentar rasgos más naturales. Así, el realismo se destina a los hombres ordinarios.

Todas estas características pueden ser aplicadas a la escultura de Mikerinos con las dos deidades que tenemos que comentar. Tambíen  debemos tener en cuenta que los egipcios se distinguieron del resto de civilizaciones fluviales por buscar deliberadamente el canon de belleza ideal del cuerpo humano, siendo los precursores de los griegos. Para ello distinguían tres conceptos claves. En el primero, partían de que la belleza era un una idea que, para hacerse visible, tenía que someterse a un razonamiento deductivo, propio del rigor matemático. Según este proceso intelectual, el cuerpo humano debía estar armónicamente proporcionado, ofreciendo un acorde perfecto entre sus partes. Así decidieron que el puño sería el módulo regulador y codificaron la longitud perfecta del individuo en un canon de 18 puños, distribuidos de la siguiente manera: 2 para el rostro, 10 desde los hombros hasta la altura de las rodillas y los 6 restantes para las piernas y los pies. De esta manera, para ellos, un hombre o una mujer eran bellos si medían 18 veces su propio puño, con independencia de que su portador fuera alto o bajo, guapo o feo, grueso o delgado. Este canon se cumple en la escultura analizad perfectamente.En cuanto a la historia del descubrimiento de la Tríada, hay que decir que durante las excavaciones que llevó a cabo George Reisner en el Templo del Valle de Guizeh (frente a Menfis) entre 1908 y 1910, se localizaron diversas obras escultóricas de magnífica factura y varias que muestran al faraón Mikerinos entre dos divinidades conocidas como las Tríadas de Micerino. Una de estas obras, la que comentamos, ha destacado por su calidad y austera belleza, convirtiéndose en una de las obras más emblemáticas del Museo de El Cairo. Exite otra Tríada que se se conserva en el Museum Fine Arts de Boston, donde la diosa Hathor constituye el eje central. También apareció otra famosa escultura con el faraón Mikerinos y su esposa, conservada también en el mismo museo de Boston.


El segundo precepto inmutable de la plástica egipcia fue la Ley de la Frontalidad. Consistía en representar recta la línea de los hombros y las caderas. Ello permitía dividir verticalmente la figura en dos mitades, que se solapaban, sin desviarse del eje central. Así, las estatuas debían contemplarse sólo de manera frontal, como esta concebida ésta.
La tercera de las normas, llamada la Visión rectilínea, afectó sólo al relieve y la pintura, quedando al marge de esta fórmula las estatuas exentas por estar concebidas en tres dimensiones. Para los egipcios, todas las figuras estaban compuestas a partir de cuatro puntos de vista: uno frontal, otro dorsal y dos laterales. Ensamblando todas estas visiones el resultado fue un plano en que se insertaba de frente el ojo y el tronco, quedando de perfil la cabeza y las extremidades.
Otras características que son claramente apreciables en esta Tríada son el hieratismo o quietud que los egipcios transmiten a sus esculturas, ya que ello implica la idea de inmutabilidad o atemporalidad, la simetría,  la perspectiva jerárquica, al representar al faraón como la figura de mayor tamaño y más cercana al espectador o la ausencia de sentimentalismos, la falta de pasión. También es destacable en esta obra la idea de eternidad y durabilidad, ya que los egipcios tenían una visión cíclica del paso del tiempo y todo su interés es que las costumbres e ideas se mantuvieran inalterables, inmutables en el tiempo; así, recurrían a las esculturas-bloques (como ésta), sin salientes para evitar roturas, a los materiales sólidos y eternos, como la piedra granítica, al simbolismo y la abstracción, todo para reflejar la inmutabilidad de las creencias y la permanencia en el poder. En definitiva, todos estos aracaismos (y otros bastante apreciables como ojos almendrados y rostros sin expresión, la mirada tensa, la rigidez en la manera de doblar cualquier articulación, sirven a un lenguaje que no busca la representación de la vida, sino retratos-soportes del alma para la eternidad, para el más allá. 


Por otro lado, en la Tríada de Mikerinos lo humano se funde y confunde con lo mitológico, aludiendo además a estrategias de imposición territorial. La representación de la pareja como gobernantes de los nomos de Egipto, idea destacada mediante la tercera figura, expresa la potencia de una autoridad que gobierna Egipto pero que va más allá de lo terrestre, que se impone más allá de lo humano, que perdura con plena fortaleza y que se extiende hacia la eternidad. La Tríada es, en definitiva, un elemento de propaganda publicitaria y de legitimación monárquica, diseñada para ser colocada (junto con otros grupos escultóricos de lectura similar) en un ámbito arquitectónico de culto al monarca y en un Conjunto Funerario espectacular que expresaba la máxima exaltación de su divinización.
Mikerinos (o Menkauré, en egipcio) vivió entre 2490 - 2472 a. C. perteneciendo a la gloriosa IV dinastía del Imperio Antiguo. Parece que era hijo del faraón Kefrén, y gobernó Egipto durante dieciocho años. Mandó erigir su pirámide junto a la de Kheops y la de Kefrén, en el complejo funerario de Gizeh, algo más pequeña que aquellas y que estaba inacabada en el momento de su muerte.

CONTEXTO HISTÓRICO:

 Egipto fue un país y una civilización marcada por la geografía: rodeado de desiertos, el Nilo era la razón de ser del país, ya que las inundaciones periódicas del río proporcionaban la riqueza y la fertilidad de la agricultura. Este aislamiento geográfico y esta visión cíclica de la naturaleza contribuyeron a un orden y unas creencias que había que mantener inalterables, lo que explica la poca evolución y el mantenimiento durante tres mil años de las ideas y las costumbres egipcias. En este estado de cosas, el faraón o monarca absoluto era la piedra angular, puesto que como representante de los dioses en la tierra, con un carácter divino, era el que debía mantener la inmutabilidad de las creencias y la permanencia en el poder. Su poder era absoluto sobre una sociedad resignada al trabajo y a que las cosas se mantuviesen como estaban. La religión también impregnaba todo los estratos de la vida egipcia, pues estamos ante una sociedad teocrática con una fuerte importancia de los templos y las castas de sacerdotes. En esta vida religiosa era muy importante la creencia en la vida de ultratumbas, pues los egipcios creían que el alma pervivía después de la muerte y necesitaba todo lo que había tenido en esta vida; ello explica la importancia de las tumbas en el arte. Monumentalismo, colosalismo, racionalismo matemático, abstracción, simbolismo y eternidad son conceptos que de desprenden de los modos de vida egipcios y que tendrán su reflejo en la cultura y en el arte.

11 comentarios:

Diana de Méridor dijo...

Monsieur, qué bien me ha venido el repaso. Tenía empolvados conceptos como el de la ley del canon. Ha sido un placer recordar todo eso con usted, y de paso dar un paseito por la mitologia egipcia.

Aqui estamos de nuevo, espero que definitivamente.

Feliz dia

Bisous

CAROLVS II, HISPANIARVM ET INDIARVM REX dijo...

Paco, genial como siempre...desde luego es una de las grandes obras de arte egipcias que conjuga todo lo que nos cuentas sobre las leyes de representaciòn del arte egipcio...he visto estatuas asì también en el Museo Egipcio de Turìn, en el British Museum y en el Museo de Berlìn y siempre impresiòn por su contenido alegòrico y su atiguedad...

Un saludo.

Cayetano dijo...

Gran grupo escultórico, tremendo en su frontalidad y simetría. La diosa y el nomo parecen hermanos gemelos. Nadie diría que se trata de dos personajes distintos.
Un saludo.

Sônia Scheuerlein Haim dijo...

Tudo o que vejo em teu blog é maravilhoso!
Estou te seguindo, ficarei feliz em receber tua visita, abraço.

Xibeliuss dijo...

Y qué bien representaron la majestuosidad, el poder real/ divino. Sí, transmite eternidad. Cumple con su papel.
Saludos, Paco

Anónimo dijo...

que suerte! justo tengo que entregar algo mañana sobre esto.
gracias :)
Monts.

mega dijo...

Paco he absorbido como una esponja, la civilización Egipcia su arte y sus creencias siempre me han fascinado, no conocía la Tríada de Mikerinos gracias por el post.
Abrazos

Rosa Maria dijo...

Que interessante post sobre egípcios, Paco!
Sobretudo o enfoque a escultura produzida por essa cultura tão intrigante. Sempre muito bom visitar - te.

Um beijo!

Rosa Maria

clariana dijo...

¡Hola Paco Hidalgo!
Muy interesante todo lo que nos explicas sobre las tríadas del Arte egipcio, poco conocidas por mí.
Me ha gustado saber todas esas concepciones que tenían los egipcios sobre el arte, que no existía "el arte por el arte" excepto en alguna dinastía que indicas; los cánones de belleza y esa idealización en representar al ser humano, todo muy influido por la religión y sus creencias.
Son bellísimas esas esculturas y ello se aprecia aún más con todos esos detalles que nos aportas. Gracias por traernos ese Arte escultórico egipcio tan importante para la Historia. Un abrazo.

Jose dijo...

Te iba a decir, Paco, que vaya un repaso guapo el que propones en tus últimas entradas.. Pero no, éstas no son un "simple" repaso, sino, como dicen los modernos: "lo siguiente", jejeje... Me han encantado, especialmente las dedicadas a Egipto. Esta civilización, envuelta en ese halo de misterio, para empezar, siempre, como a tantos, supongo, ha despertado en mí una especial pasión. Aunque a muchos les parezca casi un sacrilegio, esta inquietud la despertó en mí la lectura del trístemente ya desaparecido Terenci Moix, aquel gran apasionado por la tierra de los faraones que tantas obras y horas le dedicó.

En fin, para terminar te comento algo que puede parecerte una tontería, pero que a mí, seguramente porque no tengo un día muy allá, me ha sorprendido y generado dudas, pues, según tengo entendido la pizarra no es una roca granítica, o al menos así nos lo enseñó nuestra profesora de Materiales, obsesionada, entre otras cosas, con el mármol y con que en el futuro no nos suministraran cualquier cosa como tal..., una larga historia, vamos...

Recibe un cálido saludo de mi parte, Paco...

Feliz y leve jornada.

casss dijo...

Magnífico post. Me voy encantada de poder entender mejor a los egipcios y su arte. Continuo con el aprendizaje.
Cariños agradecidos.

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