Carlo Maderno. Fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Roma. 1607-1620.
Toda la inestabilidad demográfica, económica, social y política del siglo XVII se refleja en el pensamiento y, por tanto, en un arte también inestable. El mundo ordenado del Renacimiento ya no existía y Europa se mueve en un torbellino de violencia que va a suponer, también, un arte más dinámico y antiestático. Todos estos cambios en el pensamiento, en la religión, en la economía y en la sociedad, suponen un trauma europeo que se trasluce en un arte bañado de dramatismos, exuberancia y teatralidad.
Al agotarse a finales del XVII las posibilidades expresivas del clasicismo, es una vez más el genio italiano el que logra apuntar nuevas direcciones a la expresión plástica. De nuevo la sensación viene a suplir a la razón. A la obra equilibrada y racional del Renacimiento viene a sustituirla la expresión desequilibrada del barroco. En arquitectura se prefiere la línea curva y quebrada a la recta, aparece un repertorio de infinitas curvas: elipses, parábolas, hipérbolas, cicloides, sinuosidades, hélices, sustituyen al perfecto equilibrio del medio punto romano. Predominan los efectos ópticos rebuscados, lo anticlásico y lo artificioso, contrastes de masas, soportes delgados que soportan enormes volúmenes, fachadas que engañan interiores, contraposición de líneas cóncavas y convexas, claroscuros y frontones que se quiebran y se curvan, órdenes clásicos no respetados o inventados, iniciativas propias del artista que buscan efectos inesperados, monumentales, majestuosos. Los monumentos se cubren de estatuas en actitudes rebuscadas, dotadas de una plástica vigorosa y una exuberancia anatómica. Los frontones son curvos o mixtilíneos, los muros pierden el sentido plano y se curvan a la búsqueda de mil quebradas perspectivas y efectos luminosos. La tradicional planta rectangular da paso a plantas elípticas, circulares y mixtas. Se esquiva la frontalidad y la serenidad impasible del Renacimiento se sacrifica por el dinamismo. Todo ello es la representación plástica de una época transicional o de cambio.
Ahora será la arquitectura quien gobierne la dirección plástica. Escultura y pintura se acogerán a ella y se llega a una verdadera simbiosis de las artes Sin embargo, el barroco no progresará técnicamente en ninguna de las artes. En arquitectura se mantiene el esquema del siglo anterior: columna con basa y capitel, entablamento y dintel o arco. En pintura se siguen representando las figuras con fingimiento de realidad, al que contribuye la perspectiva lineal ahora más compleja, la perspectiva aérea y el claroscuro. En escultura se siguen los mismos principios figurativos y los mismos materiales, mármol y bronce principalmente.
Pueden distinguirse cuatro tendencias simultáneas en el Barroco.
1.- Arte barroco cortesano y católico, es el que se hace en las principales cortes europeas, por ejemplo la del Papa. Es un arte más sensual que conceptual, de carácter monumental y decorativo.
2.- Barroco clasicista, riguroso de forma, realizado por la Corte más absolutista de todas: la francesa, un barroco al servicio de Luis XVI.
3.- Barroco hispánico. Se da en España, Portugal e Hispanoamérica. Es un arte eclesiástico, extremadamente religioso, naturalista, efectista, teatral y muy simbólico, busca efectos en general y subyace en él todo un sustrato ideológico.
4.- Barroco de los países protestantes. Holanda y Alemania sobre todo. Es un arte sencillo e intimista, realista, cargado de simbolismos y destinado no al poder, sino a la sociedad burguesa. Lo que abunda es la pintura.
Giacomo Della Porta. Fachada de la Iglesia de Il Gesú. Roma. 1571-1575.
La evolución de la arquitectura es diferente a la de la pintura y la escultura. El arte está ahora más cerca de la sociedad y del pueblo. Es también un fiel reflejo de la época de crisis. Es un arte de teatro y de propaganda, tanto eclesiástica como oficial monárquica. Es también un arte popular, simbólico, con una iconografía y unos emblemas propios.
Representa y logra la unidad de todas las artes en un todo, consiguiendo una integración total. Hay obras de arte que son arquitectura, escultura y pintura a la vez: El Baldaquino de San Pedro es esa unidad del arte, o el Transparente de la Catedral de Toledo, de Narciso Tomé.
Este arte produce una mutación del las formas artísticas para confundir al espectador, para confundir la realidad; pretende hacer ilusoria la realidad y encubrirla en un mundo de fantasía. Es un arte dinámico, movido, antiestático, representa lo provisional de la vida, lo fugaz, lo mutacional. Ya no es un mundo perfecto y quieto sino un mundo subjetivo que cambia conforme lo estamos mirando.
Se siguen empleando elementos del repertorio clásico pero mutándolos y dándoles funciones nuevas, retorciéndolos y dándoles más dinamismo. El Barroco es un arte retórico, de discurso, el arte de mezclar lo verdadero de lo probable para convencer al espectador. Es el arte por antonomasia del Absolutismo de Estado y de la Iglesia que se afirma ahora poderosísima. Este absolutismo hace que se use el arte como propaganda para inculcar en los súbditos la grandeza del rey o del Papa. Para eso se utiliza la arquitectura, la escultura, la pintura y el arte provisional o efímero, que eran construcciones como capillas por ejemplo, carrozas, arcos de triunfo en madera o cartón-piedra, para sacarlas en las procesiones o cuando venía algún personaje importante, etc. Este era un arte en la calles, un arte de propaganda. Las cabalgatas o procesiones se crean ahora en el s. XVII como manifestaciones de este arte popular, y con ese fin nacen las hermandades procesionales de Semana Santa actuales.
LA ARQUITECTURA BARROCA EN ITALIA
El estilo barroco nace en Italia y los nuevos mecenas son los Papas principalmente. Así el arte barroco italiano mantiene unos esquemas que son clásicos y prevalece la iconografía religiosa. Por otro lado, el barroco italiano nunca llegará a la exhuberancia hispana ni a la frivolidad francesa. Italia impondrá un nuevo modo pero siempre procederá con ponderación, quizá por su natural espíritu de equilibrio.
Con el triunfo del Barroco comienzan a perfilarse las principales nacionalidades artísticas europeas. Elementos comunes a todas ellas van a ser el empleo del orden colosal y la riqueza de la ornamentación, pero en el diseño de los espacios interiores y en la composición de las fachadas surgieron variantes.
En Italia, las desnudez de las últimas iglesias renacentistas (Vignola o Palladio) cederán el paso a una mayor complicación y dinamismo. De hecho se tomará como modelo a seguir la Iglesia de Il Gesú de Roma, de Vignola, con la fachada de dos cuerpos unidos por aletones. La arquitectura barroca italiana se caracterizará por las plantas movidas, que contraen y dilatan el espacio, con fachadas muy movidas mediante paredes cóncavas y convexas. Además, destaca la decoración, en especial esculturas y columnas despegadas del muro. Todo ello se conecta con el espacio urbano, obteniéndose perspectivas fingidas y vistas en diagonal. Los interiores son espacios fluyentes, ondulados y con superficies curvas, así como una decoración rica y colorista. En general, los arquitectos italianos gozarán de mucha libertad para improvisar y realizar edificios originales.
Se pueden distinguir tres períodos:
– Periodo de transición. 1600-1625. Todavía hay rasgos manieristasLos antecedentes más claros los encontramos en Giacomo Della Porta (autor de la Fachada de la Iglesia de Il Gesú de Roma) y Carlo Maderno (1556-1629), autor de la Fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
– Alto Barroco o Barroco pleno. 1625-1675. El más importante en esta época es Juan Lorenzo Bernini (1598-1680), y después Francesco Borromini (1599-1667). Consultar esta entrada.
– Barroco tardío y Rococó. 1675-1750. Destaca aquí Guarino Guarini, con importantes obras en Turín, como el Palacio Carignano, la Iglesia de San Lorenzo y la Iglesia del Santo Sudario), pero también Baltasar Longhena (arquitecto de la Iglesia de la Salute en Venecia) y Felipe Juvara (Iglesia de la Superga y Palacio Madama en Turín).
Guarino Guarini. Iglesia de San Lorenzo. Turín. 1666-1680.
Felipe Juvara. Basílica de la Superga. Turín. 1717-1731.
Felipe Juvara. Basílica de la Superga. Turín. 1717-1731.
LA ARQUITECTURA BARROCA EN FRANCIA
Las motivaciones que los artistas franceses podían recibir para su creación son muy distintas que las de Italia. Francia ha permanecido católica, pero su situación política en el siglo XVI le hace atender más a los asuntos de estado que a los religiosos. Este país se desembaraza del cerco hispano-austriaco y se convierte en la primera potencia europea a mediados del siglo XVII.
En el arte, el signo de Francia será el palaciego antes que religioso. La arquitectura atenderá a los palacios y jardines, la pintura a escenas míticas bucólicas y de genero y la escultura a los retratos e inmortalización de poderosos. Otro aspecto singulariza al barroco francés de los demás barrocos europeos: opone los exteriores y los interiores. El exterior se mantendrá en una línea de relativa pureza clásica. El interior es todo lo contrario. Los espejos, los cielos decorados, los muebles nos sumergen en un mundo refinadísimo y suntuoso. Por otra parte, ya desde Luís XIV se fundan las Academias para que orienten la creación artística hacia los fines políticos. Así, Francia impone una dictadura aquitectónica, controlada desde la Academia y sometida al "bon goût". Los espacios son de superficies regulares, los volúmenes nítidos y las fachadas rectas. Complemento arquitectónico será la domesticación de la naturaleza, enmarcando los palacios con jardines adecuados a la escala humana, recortados en parterres geométricos y referescados por canales de agua.
A comienzos del siglo XVII y bajo el reinado de Enrique II, la arquitectura francesa se preocupa sobre todo de la utilidad y la funcionalidad. La reconstrucción de Francia tras las guerras de religión, y la necesidad de proteger a la burguesía, crea formas simples y elegantes que obtienen gran éxito. La Plaza de los Vosgos y la del Delfín, en París, son ejemplos de esa arquitectura sobria que pervive de algún modo en tiempos de Luís XIII, aunque arquitectos que conocen lo italiano y un deseo de magnificencia van introduciendo elementos nuevos: es el caso del Palacio de Luxemburgo en París, construido para María de Medicis.
Pero serán las obras de Lemercier y Mansart las que reflejan el eco de lo romano, interpretado en un sentido de equilibrio y mesura muy franceses. De Lemercier, protegido de Richelieu, es la Iglesia de la Sorbona de París, con cúpula y fachada inspiradas en lo romano; por su parte, François Mansart realiza una importante serie de “Hoteles”, es decir, viviendas urbanas para la alta burguesía o la nobleza, cómodos y elegantes.
Con la llegada al trono de Luís XIV, el Rey Sol, y su intendente Colbert, un deseo de magnificencia y reglamentación inunda la arquitectura francesa. Se desea un arte fastuoso que exprese el esplendor del monarca absolutista y del país, pero que a la vez, sea claro, lógico y sin excesos. Los franceses ha procurado por largo tiempo considerar su arte del siglo XVII como clásico y se habla de clasicismo francés.
De esta época destacan Luís Le Vau, autor del Palacio de Veau-Le-Viconte; Le Vau, junto con Perrault hacen la Fachada exterior del Palacio del Louvre de París y Jules-Hardouin Mansart levanta la Iglesia de los Inválidos de París y la Plaza Vendôme de París.
El Palacio de Versalles es el prototipo de la residencia áulica del Príncipe absoluto. Nada más subir al trono, Luís XIV eligió este palacio como expresión de la monarquía y de su propia persona. Muy pronto, el Palacio y la ciudad que surgirá a su alrededor se convirtieron en un signo suntuario de propaganda política. Luis XIV lo transformó en una ciudad con mansiones para los cortesanos, ministerios para los políticos, cuarteles para la guardia y viviendas para los criados. El diseño de todo el palacio es de Hardouin Mansart, la decoración interior de André Le Brun (Galería de los Espejos), y el diseño de los jardines de André Le Nôtre.
Hardouin Mansart, A. Le Brun y A. Le Nôtre. Palacio de Versalles. París.
LA ARQUITECTURA EN INGLATERRA Y CENTROEUROPA
En INGLATERRA, como en Alemania, el lenguaje de formas clásicas se aceptará muy tarde, por la pervivencia del Gótico Tudor y prácticamente no existe Renacimiento. Sin embargo, en Inglaterra, el arte del siglo XVII siempre será mesurado más que en ningún otro lugar. Incluso podría decirse que es en este siglo cuando en Inglaterra comienza a sentirse, por vez primera en su historia, el espíritu clásico.
En la arquitectura, las obras de Palladio, con su elegancia, acierta a coincidir con el espíritu refinado y elegante del inglés. De hecho, las formas clásicas se exportarán a los territorios conquistados en América y Asia, dando lugar a la arquitectura colonial británica. Destacan los arquitectos Iñigo Jones (autor, entre otras obras de la Banquting House de Londres) y Christopher Wren, quién reconstruyó Londres tras el incendio de 1666, siendo su obra más importante la Catedral de San Pablo de Londres.
Inglaterra en el siglo XVIII sigue manteniendo su lenguaje de formas severas y elegantes, sin que nunca llegue a conocer en su suelo el rococó europeo. Robert Adams es la figura clave de la arquitectura inglesa de este siglo. Estudioso del helenismo, llevó a su país la pureza de líneas helénicas, enlazando directamente con la nueva corriente neoclásica que comienza a vivir Europa.
Christopher Wren. Catedral de San Pablo. Londres. 1676-1710.
En ALEMANIA Y AUSTRIA, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) constituyó un tremendo bache económico y social que determina un parón en la actividad constructiva. De esta guerra Alemania sale desmenuzada en multitud de pequeños estados en los que los asuntos de religión quedan por decidir según la voluntad de cada Príncipe. En realidad, hasta que no se firma la Paz de Westfalia (1648) no puede hablarse de arquitectura barroca alemana, ya que, incluso en un primer período, son artistas italiano los que acuden a trabajar allí e introducen formas inspiradas en las grandes realizaciones romanas. A fines del siglo y comienzos del XVIII se encuentran ya una serie de arquitectos alemanes, de gran personalidad, que dan carácter propio a su arquitectura. Destacan sobre todo los austriacos, como J.B. Fischer Von Erlach, quien hace la Iglesia de San Carlos Borromeo de Viena, Lucas Hildebrandt, autor del Palacio del Belvedere de Viena, y en Sajonia Daniel Pöppelman, autor del Zwinger de Dresde. Otro gran artista de inspiración plenamente barroca, de origen berninesco, es el prusiano Andreas Schlüter, autor del Palacio y la Armería de Berlín.
J.B. Fischer Von Erlach. Iglesia de San Carlos Borromeo. Viena. 1716-1723
12 comentarios:
El Barroco, para mi el culmen del arte europeao, donde están para mi los más grandes artistas (Velázquez, Bernini, Carreño, Borromini, etc, etc). Ese barroco que coincide con el siglo de oro español, el siglo XVII, ese siglo que como sabes tanto me fascina. Un arte hecho para exaltar a los diversos poderes (Iglesia o Rey), una arte que busca deslumbrar y convertir la vida en una gran obra de teatro lleno de tramoyas y falsos espectáculos.
Espero con ansia la entrada sobre el barroco español, con el italiano (soy un enamorado de la gran Roma Barroca), quizás el más espectacular.
Un abrazo.
PD: hombre todos esos monumento de Turín cuanto buenos recuerdos me traen ;)...desde la Basilica della Superga hay unas vistas espectaclares de la capital del Po...en cambio la Chiesa di Sa Lorenzo no es nada del otro mundo...en aquellos lares el mandamás del arte es el mesinés Filippo Juvarra que diseñó también el palacio real (y también participó en el actual Palacio Real de Madrid).
Excelente anàlisis, como siempre.
El "Caravaggio", me dejò sin habla.
Un abrazo.
Una maravilla la de la arquitectura barroca, con Bernini, Borromini, Guarino Guarini...Y un estupendo cuadro con el que abres el blog con ese tratamiento del claroscuro tan especial del amigo Caravaggio, al que tanto debe nuestro paisano común Velázquez. A ver si nuestros mercaderes dejan de contar el dinero y sienten la vocación como san Mateo y se dedican a ayudar a los demás, a conceder hipotecas y hacer préstamos a bajo interés.
Un saludo.
Me encanta comprobar que complemento mis visitas a los lugares que expones con tus conocimientos sobre el arte y arquitectura.
Un placer pasar siempr4e por este espacio. Hoy traes grandes edificios, (Me ha faltado la escapada a Turín :)
Un abrazo
En contra de lo que opina Carolus prefiero la sencilles y la pureza del Renacimiento... Dicho esto, y no por ello minusvalorando el horror vacui del Barroco, me gustaría visitar cada uno de los lugares que nos muestras, Paco. Empezaría con Italia, pro supuesto, la cuna y el culmen del estilo, para luego ir completando el repertorio por Francia y Centro Europa.
Saludos
Me ha encantado su entrada, el barroco es uno de mis estilos favoritos y en España tenemos grandes ejemplos. ¿Le va usted a dedicar alguna entrada a nuestro barroco? Si es así la espero con impaciencia :-))
Un saludo.
Otra entrada como las que acostumbras Paco.
La Catedral de San Pablo en Londres es uno de mis lugares favoritos para visitar.
Cada vez que estoy en la ciudad, entro a la catedral...Algo nuevo veo siempre.
Saludos Paco
Hola y bella noche..
Paso a leerte un rato y desearte un feliz fin de semana.. Me gusto tu entrada.. gracias por compartir..
Un abrazo
Hay lapsus linguae que no se pueden dejar. Repetimos.
Muchas veces el barroco ha sido tachado de decadente. A mí nunca me lo ha parecido. Sólo el rococó o el churrigeresco español, ya al final puede parecer en exceso recargado y agobiante- Un saludo.
como copias de los libros, no?? por lo menos cita de donde lo sacas que tienes mucho morro....
Me gustaría saber en que te basas para afirmar eso; este es un blog dirigido especialmente, y en primer lugar, a ayudar a los alumnos, facilitarles temas y recursos claros y, muchas cosas, sobre todo en entradas generalistas como esta, están tomadas de los manuales al uso, sobre todo los de Bachillerato. Cuando es una entrada concreta sobre un autor o tema más amplio, siempre suelo poner la bibliografía en que me baso. Esto no es un blog personal, sino un blog con una aportación didáctica muy clara.
No soy escritor ni historiador del arte, y se pierden muchas horas buscando los apuntes o los conceptos más claros que puedan ser útiles al alumnado en general, no sólo los mios. Si hiciera creación de la historia del arte, la publicaría (hay muchas revistas especializadas), cobraría y no lo colgaría gratis (aunque muchas cosas sí son de mi propia cosecha).
Si no te importa, no me desagrada que me puedas rebatir esto. Gracias por tu crítica.
Publicar un comentario