ARTE TORREHERBEROS: Botticelli
RICHARD ESTES. "Water Taxi, Mount Desert". Óleo sobre lienzo. Kemper Museum of Contemporary Art, Kansas City (Missouri).


BIENVENIDOS A TODOS Y TODAS. Este blog nace con la única pretensión de complementar y facilitar las tareas a los alumnos/as de Historia del Arte de 2º de Bachillerato del IES Torre de los Herberos de Dos Hermanas (Sevilla), así como hacer pasar un rato agradable a todos los amantes del arte. No tiene ninguna otra pretensión intelectual. De los textos es responsable el administrador del Blog, no así de las opiniones expresadas en los comentarios. Las imágenes o fotografías, videos y presentaciones están tomadas de internet mayoritariamente, citando la autoría siempre que ha sido posible; si en alguna de ellas no aparece, es por error o descuido, y ruego que me lo hagan llegar para subsanarlo. Casi todo lo que aparece en estas páginas es libre y abierto, y se puede descargar para otros fines, pidíéndose únicamente que se cite la procedencia.





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martes, 2 de abril de 2013

EL MAESTRO DEL PRADO, DE JAVIER SIERRA

 


No se escriben muchas novelas relacionadas con la historia del arte, y menos ambientadas en museos. También algunas de las que se escriben no guardan el rigor y la fidelidad histórica que se requiere. Pero de vez en cuando, aparecen obras muy interesantes que facilitan el conocimiento de determinadas obras de arte, al mismo tiempo que incitan al acercamiento de nuestra disciplina. Este es el caso de la nueva novela de Javier Sierra, presentada en febrero de este mismo año: "El Maestro del Prado" (Planeta, 2013).

Javier Sierra es un consumado novelista que mezcla muy bien la erudicción histórica con misterios, intrigas y ciertas dosis sobrenaturales, moviéndose muy bien en el terreno de las aparaciones, los mensajes cifrados y las revelaciones ocultas que esperan ser descubiertas. Ya nos lo ha demostrado en novelas con gran éxito comercial como "La cena secreta" (que giraba en torno al misterio del fresco de La última cena de Leonardo da Vinci en Milán), "Las puertas templarias" "La dama azul" o "El ángel perdido".

En primer lugar, veamos la presentación en video (book trailer) de la novela:





El propio autor nos narra al principio del libro que lo que va a contar le ocurrió cuando era muy joven (19 años) y estudiaba periodismo en la Universidad a principios de los noventa; allí, en sus continuas visitas al Museo del Prado, conoció a un misterioso maestro, Luis Fovel, quién le va a descubrir los secretos de varios de los grandes lienzos encerrados en el museo; al mismo tiempo, el protagonista se ve envuelto en una investigación que le lleva a visitar el Monasterio de El Escorial, y a Lucía Bosé en Turégano (Segovia). Además, es perseguido por un misterioso inspector de policia. 
Casi toda la trama se desarrolla en el mismo museo, donde el viejo maestro le incita a observar determinados lienzos e intente desentreñar por sí mismo los secretos de  los cuadros que le muestra. En una palabra, que analice los lienzos con otros ojos y que complete las indicaciones que el maestro le da. De ahí la importancia de la frase:  

"el buen maestro llega cuando el discípulo está preparado".

Según el autor, todo esto le ocurrió de verdad a él en sus primeros años de estudiante, y que no es ficción, y si él lo dice, habremos de creerle. Asegura que recibió esas peculiares lecciones de su maestro en cinco días y que luego no volvió nunca más a saber de él. Así pues, está escrita en primera persona y podemos hablar de una ficción realista, que deja a juicio del lector conjeturar lo que crea oportuno de la extraña historia que se narra en El maestro del Prado.

 Rafael. Sagrada Familia del roble. Óleo sobre lienzo. 1519. Museo del Prado. Madrid.

 Tiziano. La gloria. Óleo sobre lienzo. 1551-1554. Museo del Prado. Madrid.

La obra empieza con mucha fuerza, nos atrapa y nos absorve, intentamos meternos dentro del misterio que encierran estas grandes composiciones pictóricas, así como en el misterio que envuelve desde el principio a los protagonistas. Además, el estilo literario es fluido, sencillo, directo, con un indudable trabajo de investigación y estudio de las obras. Pero con el tiempo la obra se va haciendo pesada, se sobrecarga la información que nos ofrece de determinadas obras, la trama misteriosa que rodea al protagonista se va diluyendo, el ritmo del libro se va ralentizando y los acontecimientos son muy poco relevantes. Incluso el final es algo decepcionante.

Eso sí, estamos ante un libro muy interesante para todos los amantes del arte y perfecto para los estudiantes de arte, pues intenta explicar de manera diferente determinados aspectos de ciertas obras, incitando y estimulando a conocer más de los pintores y de las obras en concreto. A mí me ha dejado con ganas de volver a visitar El Prado y repasar ciertos lienzos. Si esto es lo que quería conseguir el autor, creo que lo ha conseguido.

Como en otras novelas del mismo autor, la mayoría de los lienzos que analiza son de autores que pudieron pertenecer a sociedades secretas o a sectas y que trataron de ilustrar libros misteriosos y proféticos escritos en su tiempo. Así trata de explicar obras tan turbadoras e inexplicables como "El triunfo de la muerte" de Brueghel el Viejo o "El jardín de las delicias" de El Bosco. Pero también se sumerge en obras de Rafael ("La perla", "Sagrada familia del roble" o "Retrato de cardenal"), Tiziano ("La Gloria" o "Carlos V vencedor en Mülhberg"), Botticelli ("Historias de Nastagio degli Onesti"), Juan de Juanes ("La Santa Cena") o El Greco ("El sueño de Felipe II", "La Encarnación" o "La Resurrección").
Además, se hacen referencias a otras grandes obras de arte que no están en el Museo del Prado como "El Papa León X y dos cardenales" y "La Escuela de Atenas" de Rafael, la "Anunciación" de Fra Angélico o "La Virgen de las rocas" de Leonardo. Por cierto, el libro viene con magníficas ilustraciones de las obras analizadas, que nos facilitan el seguimiento de las mismas.

 Pieter Brueghel. El triunfo de la muerte. Óleo sobre tabla. 1562. Museo del Prado. Madrid.

El Greco. La resurrección. Óleo sobre lienzo. 1597. Museo del Prado. Madrid.

Hay algunos aspectos de la novela que no me acaban de convencer. En primer lugar, da la impresión ha querido meter en la obra muchos de los misterios de la historia y encerrarlos en determinados lienzos: así aparece la lanza de Longinos en el retrato de Carlos V de Tiziano, la historia de los dos Jesús o Jesús y San Juan Bautista en los lienzos de Rafael y Leonardo, el Santo Grial en la Última Cena de Juan de Juanes... Toda esta parte sobrenatural parece estar metida con calzador, como piezas de puzzle encajadas a martillazos;  ello puede dar la impresión de ser un pastiche de difícil digestión.
Por otro lado, algunas de las explicaciones que se dan de ciertas obras paracen inconcebibles, irreales; para mí, la menos creíble, es la de "El triunfo de la muerte" de Brueghel, ya que me parece bastante rebuscada; en cambio, la explicación de "El jardín de las delicias" de El Bosco, me parece muy interesante, pues estamos acostumbrados a interpretarla como la corrupción de la vida, la lujuria y el pecado continuo nos conduce al infierno, mientras aquí se aventura que El Bosco perteneció a la secta de los adamitas, que creían y defendían la desnudez del cuerpo y la inocencia de Adán y el Edén, creyendo en la regeneración del ser humano para alcanzar el paraíso. Así, hay nuevas aportaciones a ciertos cuadros, muchas de ellas bastante provocadoras, algunas más razonables que otras, y que, seguramente, muchos historiadores del arte interpretarán como absurdas, como auténticas herejías.

Sobre el Museo del Prado, hay muy buenas obras noveladas sobre los misterios que encierran sus obras. Cabría destacar la memorable guía de Eugenio D´Ors, "Tres horas en el Museo del Prado" (publicada en 1922 y recientemente reeditada), también la entrañable ficción de Manuel Mújica Laínez "Un novelista en el Museo del Prado", o la más reciente del pintor Eduardo Arroyo, "Al pie del cañón. Una guía del Museo del Prado", basada en los recuerdos e impresiones que algunas obras causaron en su espíritu. La obra de Javier Sierra es distinta, es una novela con una trama distinta al propio museo en sí, pero que nos acerca inteligentemente a conocer determinadas claves ocultas en muchas de sus obras. Y ahí radica su interés.

Alessandro Botticelli. Segunda tabla de la historia de Nastagio degli Onesti. Temple sobre tabla. 1483. Museo del Prado. Madrid.



 Juan de Juanes. La última cena. Óleo sobre lienzo. 1562. Museo del Prado. Madrid.


En definitiva, una excelente novela para los que quieran adentrarse en el trasfondo que encierran los grandes lienzos del Museo del Prado. Y nos entra al leerla unas ganas irrefrenables de volver al museo por excelencia en España, a intentar mirar con otros ojos las grandes obras allí custudiadas, esos grandes lienzas que tanto atrayeron a reyes como Carlos V y Felipe II. Sólo por eso, debería ser imprescindible la lectura de esta obra. Yo la recomiendo.


Os dejamos con un video sobre esta obra, una entrevista del autor para RTVE:


miércoles, 8 de febrero de 2012

COMENTARIO DE LA PRIMAVERA DE SANDRO BOTTICELLI


ENCUADRE:

Obra: La primavera. Gallería degli Uffizi. Florencia.
Autor: Alessandro Botticelli (1445-1510).
Género: Pintura mitológica.  Temple sobre tabla (203 x 314 cm.). 
Cronología: Quatrocento. S. XV (1477-1478).
Estilo: Arte del Renacimiento (Italia).
Otras obras del autor: "El nacimiento de Venus", "El hombre del medallón", "Palas Atenea dominando al centauro", "La calumnia de Apeles"...


ANÁLISIS:

La técnica usada para la realización de La Primavera es el temple (mezcla de los pigmentos mediante huevos) sobre tabla. Esta obra tiene un formato monumental, con figuras de tamaño natural y grandes dimensiones. Esto es algo curioso, pues es de destacar su enorme formato en relación con lo habitual de la época, ya que las pinturas de estas dimensiones, se reservaban siempre para la representación de los temas sacros. Lo primero es describir e identificar los personajes de la obra:  en el centro aparece Venus, la diosa del amor; a la derecha, Céfiro, el viento que persigue a la ninfa de la Tierra, Cloris, que al ser tocada por él se trasforma en Flora, diosa de la vegetación y de las flores; encima de Venus está Cupido, que dirige sus flechas a las tres Gracias, en concreto a la del centro, Castitas, que mira al dios Mercurio, mensajero de los dioses y nexo entre el cielo y la tierra.
Todos los personajes están situados en un paisaje de naranjos, árboles tradicionalmente relacionados con la familia Médicis. En suelo es una capa de hierba muy oscura con flores típicamente toscanas (jacintos, iris, clavellinas, siemprevivas...). También existen otros tipos de flores que Flora porta en su cabeza y ropaje como las violetas.
Esta obra destaca tanto por su gran realismo que encontramos en la figuras y en el estudio tan detallado de la anatomía, como por su naturalismo; y también es un claro ejemplo de retrato. Estos retratos se representan: la Gracia de la derecha es Caterina Sforza, la Gracia del medio podría ser Semiramide Appiani, mujer de Lorenzo il Popolano que está representado en el Mercurio; esta Gracia mira fijamente a su marido (Mercurio). Y la Gracia de la derecha podría ser Simonetta Vespucci, que fue un prototipo de belleza para Botticelli y amante de Giuliano de Médicis (aunque hoy se piensa en un amor más del tipo caballeresco o amor cortés).

Flora
 
En general se aprecia en general un ambiente melancólico, no se usa la perspectiva, las líneas marcan ritmos suaves, de manera que las figuras parecen flotar, y se observa un gran detallismo; la composición es equilibrada, con una luz homogénea y un color delicado.
Botticelli opta aquí por un formato monumental, con figuras de tamaño natural, y lo compagina con una gran atención al detalle. Esto puede verse en las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente, como el casco y la empuñadura de la espada de Mercurio o las cadenas y los broches de las Gracias. Algunas de las figuras que aparecen estaban inspiradas por esculturas antiguas. figuras de elevada estatura, delgadas, ligeramente alargadas, muy idealizadas, cuyos cuerpos a veces parecen artificiosamente estirados y presagian el estilo elegante y cortés del manierismo del siglo XVI. Las figuras destacan contra el fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso transparentes.
En cuanto a la composición, La sensación de movimiento de la obra viene acentuada por los sutiles movimientos de las Gracias mediante su danza y también por Cloris y Céfiro, es decir, podemos considerar que es una obra dinámica en gran parte. En la obra podemos trazar una especie de triángulo que termina Cupido, bajando hacia Mercurio y Céfiro, uniéndose entre las demás figuras. Las tres Gracias pueden representar un único personaje. Y el centro de la obra sin duda es Venus. Los rostros de los personajes reflejan serenidad y paz sin llegar a ser tristes ni melancólicos, aunque en la mayoría de las obras de Botticelli se reflejan estos sentimientos y al final de su vida acentuará más el dramatismo. 
En esta obra predomina la luz sobre todo sobre los cuerpos de los personajes y en los claros del bosque. También las flores del suelo tienden a crear un contraste en el color oscuro del bosque y el de las flores. Los colores usados son tanto fríos como cálidos: fríos en el bosque y el cuerpo de Céfiro y cálidos en los ropajes de Mercurio y Venus. Pero los colores destacan sobre las líneas que todavía, de forma deliciosa, delimitan el dibujo.

Cloris y Cloe
 
COMENTARIO:

Esta obra, como gran parte de la producción artística de Botticelli, está íntimamente relacionda con la familia de los Médicis, grandes comerciantes y banqueros, rectores de la vida florentina en el siglo XV. Un inventario de 1499, que no se descubrió hasta 1975, enumera la propiedad de Lorenzo di Pierfrancesco y su hermano Giovanni, primos de Lorenzo el magnífico, y permite afirmar que en el siglo XV La Primavera estaba en una antesala adyacente a las habitaciones de Lorenzo di Pierfrancesco en la ciudad de Florencia. Posteriormente debió trasladarse a la villa de los Médicis en Castello, donde la sitúa Vasari en 1551, quien decía que representaba a "Venus, adornada con flores por las Gracias, anuncia la llegada de la primavera". Cuadros con un formato tan grande no era inusuales en las residencias privadas de las familias poderosas. La Primavera es, sin embargo, altamente ilustrativa de la iconografía y forma clasicista, representando a dioses clásicos casi desnudos y a tamaño natural y con un complejo simbolismo filosófico que requería un hondo conocimiento de la literatura, el mundo clásico y sincretismo renacentistas para interpretarla; y es que Botticelli no sólo era un excelente pintor, sino un hombre muy culto, con amplios conocimientos históricos y filosóficos, al pertenecer a la Academia Neoplatónica, y participar en las tertulias y discusiones filosóficas de los humanistas de Florencia.

Las tres gracias
 
Es una obra impregnada de cultura humanística y neoplatónica de la corte de Lorenzo el Magnífico. Tiene un tono de narración situada fuera del tiempo real. Se presenta una atmósfera de fábula mitológica en la que se celebra una especie de rito pagano. Rompe con la pintura religiosa cristiana al ilustrar un rito pagano de primavera. La crítica no se muestra de acuerdo sobre su exacta alegoría. Se debate sobre su significado y por consiguiente el título (de hecho, en muchas partes aperece con el título de "Alegoría de la Primavera"). Para dar una interpretación correcta, es preciso tener en cuenta el conocimiento de Botticelli de la filosofía neoplatónica: el amor carnal surge de la tierra como pasión, pero desaparece, como Cloris al ser tocada por Céfiro, mientras el verdadero, el que nace de la contemplación espiritual, se eleva al cielo.
Para algunos estudiosos, el cuadro es, pues, una alegoría del amor platónico. A pesar de todo, en la combinación de información pueden surgir discrepancias entre historiadores, en particular cuando se buscan razones complejas, vinculadas a usos concretos: Gombrich y Panofsky, suponiendo que el cuadro estuvo colocado en una villa campestre donde se educaba el joven Lorenzo de Pierfrancesco, primo de Lorenzo de Medici, y basándose en textos antiguos y en el programa pedagógico del filósofo neoplatónico Marsilio Ficino, lo interpretan como una exhortación moral, con el fin de que el adolescente se fijara en Venus como la virtud de la humanidad, como parte de la educación moral de los jóvenes, fijándose en las virtudes clásicas. Sin embargo, otros autores (Bredekamp) han excluido esa función pedagógica en favor de una alegoría política: la Primavera-Flora, personificación de Florencia, resurgiría con el gobierno de Lorenzo de Pierfrancesco, gracias a Mercurio, dios del comercio, que disipa las nubes.
Por otro lado, esta obra se ha interpretado como el rostro feliz de la creación, es decir, el humanismo arropado por la naturaleza, la perfecta armonía entre los hombres y el universo que habitan. Sería una alegoría del reino del amor, divulgada por la filosofía neoplatónica como la "Humanitas". También se ha interpretado como una alegoría del amor entre Giuliano de Médicis (hermano de Lorenzo) y Simoneta Vespucci, dama admirada por ambos hermanos y musa del pintor, aunque también  se interpreta como la muerte de Simoneta (1476), ya que ésta es alcanzada por la muerte, el Céfiro, y su renacer en el Eliseo. No está exenta la obra de elementos sugestivos y eróticos, como el Céfiro que trata de poseer a Flora o la desnudez de las Gracias bajo sus velos. Más allá de las interpretaciones simbólicas , la pintura contiene una fuerte carga de feminidad y de deseo. Toda alusión al amor y a su disfrute, toda referencia a los placeres de la vida está captada con la elegancia y refinamiento propios de Botticelli, con la delicadeza del trazo y el esplendor de los colores y la luminosidad de la obra.

Venus
 
Existe una interpretación clásica en la que se intenta explicar a cada personaje:
Mercurio: Este dios se identifica por su calzado con alas. Tiene una actitud de mirar hacía el cielo, que se interpreta como una unión con el más allá. Esta vestido con un manto rojo que cae de forma asimétrica, señal de que se estaba representando una escena mítica. 
Las tres Gracias: Están representadas como tres jóvenes casi desnudas y luciendo elaborados peinados. Son las servidoras de Venus y reciben el nombre de Gracias. Puede representar a la danza de la vida.
Venus: Es eje a la composición. Está representada como una Madonna. Aparece enfundada en un vestido y un manto, que caen de forma asimétrica, como en el caso de Mercurio. Es el centro físico del cuadro y también el centro moral, al simbolizar y ser representada como la creadora de la Naturaleza, que hace nacer y crecer a los seres vivos. En definitiva, sería la Humanitas, es decir, unidad, armonía, entre naturaleza y civilización.
Flora: Es la única figura del grupo que mira al observador y que tiene la intención de esparcir sus flores más allá de la escena meramente representada. 
Ninfa Cloris y el Viento Céfiro: representan el amor pasional, pues el viento trata de tomar y poseer a la ninfa.
 También se podría citar las fuentes literarias en las que se inspiró Botticelli para realizar el cuadro: principalmente Ovidio. Tanto en los "Fastos" (un calendario poético que describía las festividades romanas; Botticelli representaría dos escenas de la narrativa de Ovidio: la persecución erótica de Cloris por parte de Céfiro y su posterior transformación en Flora), como  las "Metamorfosis". Otras posibles fuentes pueden ser el poema didáctico-filosófico  "De Rerun Natura" de Lucrecio o, incluso, las "Odas" de Horacio.

Mercurio

Dentro de la pintura del Quatrocento italianoa se pueden distinguir tres líneas: a) Continuación del Gótico lineal (Fran Angélico, Fra Fillippo Lippi); b) experimentación normativa (Massaccio, Piero della Francesca, Andrea Mantegna); C) Gusto por lo narrativo y complicado: en este último grupo encajaría la pintura de Botticelli, junto a la de Ghirladaio o Perugino , pues su pintura es dinámica, narrativa y muy rica en matices. 
Su dibujo es eléctrico, recorrido por trazos nerviosos, el movimiento agita todas sus formas y la tristeza que asoma en sus rostros son a un tiempo expresión del talante del pintor y de la melancolía que invade la vida florentina de finales de siglo. Suele hacer grandes cuadros mitológicos, que son alegorías de carácter didáctico-moral sobre la educación de los jóvenes. Su  técnica  esta  basada  en  el  dibujo,  con  una  línea  fluida, de  esquemas  blandos  y sinuosos. Su pintura es elegante y decorativa, más al gusto refinado de la Florencia de finales de siglo XV. El color no le sirve para modelar y sus figuras son planas. Obras importantes son "El nacimiento de Venus", "Madonna del Magnificat", "Palas dominando al centauro" o "La calumnia de Apeles". Esta obra anuncia ya su última etapa, influido por las predicaciones del monje Savonarola, que le hacen tener una crisis espiritual y su pintura se hará dramática, pesimista, nerviosa, tal como se aprecia también en la "Piedad de Munich".

CONTEXTO HISTÓRICO:

Esta obra pertenece al Renacimiento, concretamente al Renacimiento italiano del siglo XV (Quatroccento), donde Florencia es la cuna del arte y de la cultura, resucitándose las formas, las virtudes y el legado del mundo clásico. El Renacimiento significa un nuevo despertar del Humanismo. El hombre se siente centro del universo (antropocentrismo), y esto tendrá una evidente plasmación en el arte, tanto en la arquitectura como en la escultura y la pintura, donde el naturalismo y el realismo se irán imponiendo con más fuerza. La belleza de las formas sustituye al expresivismo del arte medieval. Se produce un retorno a las formas artísticas propias del clasicismo. La figura clave de este período es el humanista, el hombre universal. Nace ahora la crítica del arte. Ello da lugar al surgimiento de tratados sobre arquitectura, escultura y pintura. El artista empieza a cobrar conciencia de su papel en la sociedad. Es respetado por todos, se hablará de "genios". El mecenas es el protector de los artistas. Un buen ejemplo es la familia de los Médicis.



 Para terminar, dos videos sobre la Primavera de Botticelli:




martes, 22 de febrero de 2011

COMENTARIOS DE ALUMNOS. RAQUEL POZA GONZÁLEZ. LA PRIMAVERA DE BOTTICELLI Y DAVID DE MIGUEL ÁNGEL



ENCUADRE

Obra: La primavera.
Autor: Sandro Botticelli.
Cronología: Segunda mitad del S.XV. Quatrocento (1477-1482).
Estilo artístico: Renacimiento.
Género artístico: Pintura (temple) sobre tabla.
Otras obras: El nacimiento de venus, Palas dominando al centauro, El hombre del medallón...

ANÁLISIS

Esta es una pintura al temple hecha sobre tabla en la que podemos observar una gran geometría y simetría repartida en las figuras que aparecen pintados, esto es visible porque hay las mismas figuras a un lado como a otro (cuatro) y otra justo en el centro arriba del cuadro. Estos personajes repartidos empezando de izquierda a derecha son; Mercurio (al que podemos observar con una túnica rojiza, una espada y sus sandalias aladas), las tres gracias (tres mujeres rubias reunidas en la que Botticelli utiliza una técnica de las transparencias muy conseguida), Venus (que aparece tapada con un vestido blanco con transparencias y una túnica rojiza parecida a la de Mercurio) con un pequeño cupido desnudo  revoloteando encima de ella  apuntando con su flecha hacia las tres gracias, la diosa Flora (aparece con una corona de flores acorde con su vestido blanco adornado casi completamente por flores), Cloris (casi totalmente desnuda solo tapada por un velo con mucha transparencia) y el viento Séfiro que aparece de color azulado con alas  e intentando raptar a Cloris. Podemos observar una gran simetría ya explicada antes, un gran dominio del dibujo (predominio de la linea sobre el color) muy rápido, nervioso y excelente característico de la propia personalidad del autor, el cual no añade nada nuevo a la técnica ya utilizada a la pintura. Se puede ver la gran utilización de las curvas, la elegancia y delicadeza, siempre olvidar esos rostros tristes y melancólicos característicos de dicho autor, también equivalentes a su personalidad. En este caso se trata de un tema mitológico muy clásico y de gran belleza. No podemos olvidar mencionar el curioso concepto de que sus figuras siguen el rostro, a lo que dan la explicación de que la diosa Venus era el retrato de Simoneta Vespucci, amante de Giuliano de Médicis, y finalmente la estética principal del cuadro, con mucho uso de temas florales y el uso de colores muy alegres y primaverales.
A pesar de ciertos escorzos y posturas forzadas de determinados personajes, todo el cuadro es un monumento al orden, equilibrio y armonía del Renacimiento.

COMENTARIO

Esta obra está situada en la pintura del Quattrocento (S.XV) concretamente en la segunda mitad. La pintura de dicha época de caracteriza por su total independencia, ya que no es utilizada para adornar la arquitectura y la escultura, por la aparición de nuevos temas, como son las alegorías, el hombre y la gran revolución: pinturas totalmente paisajísticas, un estudio de la anatomía (incluso desnudos integrales). Esta es una pintura muy dibujística donde no hay retablos y que se preocupa por la composición y la armonía. Usa diversas técnicas, las cuales son; pintura mural y sobre lienzo (tela) y uso del temple (clara de huevo) hasta finales de siglo que llega el óleo (aceite de linasa). El quattrocento se subdivide en dos momentos; 1) La primera mitad del siglo caracterizado por el estudio del volumen, la perspectiva y la monumentalidad. 2) La segunda mitad del siglo, que es una pintura más delicada, narrativa, movida y con detalles cotidianos. Al igual que podemos observar dos momentos en el quattrocento también podemos diferenciar tres tendencias: 
1) Continuación del gótico lineal (gran uso de la línea, el dibujo, perspectiva y dibujo alegre con autores como Fra  Angelico).
2)Experimentación normativa (gran avance del volumen y el espacio que se puede ver en autores como Masaccio y Piedro della Francesca).
3) Gusto por lo complicado y rico (donde abundan los detalles cotidianos y la dinámica y la narrativa en sus obras. Aquí encontramos autores como Botticelli) de donde procede el autor de esta obra; Botticelli,que se formó en un taller de orfebrería, convirtiéndose en el pintor favorito de los Medicis, hace un arte menos revolucionario y más dulzón, aunque será una de las personalidades más influyentes y famosas de su época. Botticelli representa el espíritu neoplatónico con formas delicadas, suaves, bellas y sensibles.Suele hacer grandes cuadros mitológicos, que son alegorías de carácter didáctico-moral sobre la educación de los jóvenes. Su pintura es elegante y decorativa, al gusto refinado de la Florencia de finales de siglo XV. El color no le sirve para modelar y sus figuras son planas, pero sus pinturas rezuman clasicismo y por ello trabajó para los Medicis en una atmósfera refinada, clásica, humanista y elitista. Sus dos mejores obras mitológicas las hace para los Medicis, La primavera, y El nacimiento de Venus, que simbolizan el amor y la belleza. Otras obras de esta etapa dibujística y mitológica son la Madonna del Magnificat, El hombre del medallón y las Cuatro tablas de la historia de Nastagio Degli Honesti. A partir de 1491 su pintura cambia, influido por las predicaciones del monje Savonarola, ilustra sus sermones y abandona el espíritu profano de su estilo. Sus últimas obras son muy religiosas, y enlazan una gran espiritualidad gótica, desaparecen los vestidos de gasa y los tocados complicados; todo el encanto de la línea caligráfica se torna en nerviosismo dramático, su pintura se hace nerviosa y pesimista, un ejemplo de este cambio puede ser: La Calumnia de Apeles ( que es una alegoría de las malas virtudes frente a la desnuda verdad) y La Piedad de Munich.
Esta obra que estoy comentando pertenece a su primera etapa, en la que trabaja con los Medici y es una alegoría del reino del amor, divulgada por la filosofía neoplatónica como la "Humanitas". También se ha interpretado como una alegoría del amor entre Giuliano de Médicis (hermano de Lorenzo) y Simoneta Vespucci, dama admirada por ambos hermanos y musa del pintor, aunque también se interpreta como la muerte de Simoneta (1476), ya que ésta es alcanzada por la muerte, el Céfiro, y su renacer en el Eliseo. No está exenta la obra de elementos sugestivos y eróticos, como el Céfiro que trata de poseer a Flora o la desnudez de las Gracias bajo sus velos. Más allá de las interpretaciones simbólicas, la pintura contiene una fuerte carga de feminidad y de deseo. Toda alusión al amor y a su disfrute, toda referencia a los placeres de la vida está captada con la elegancia y refinamiento propios de Botticelli, con la delicadeza del trazo y el esplendor de los colores y la luminosidad de la obra.


CONTEXTO HISTÓRICO

El Renacimiento nace en la Italia del S.XV compuesta por múltiples repúblicas independientes que se dedican al comercio por manos de los burgueses. En esta época se dan las condiciones necesarias para el cambio del arte en Italia, sobre todo por la aparición de los mecenas que promocionaban y contrataban a los artistas. En esta época el arte recupera los valores espirituales y formales de la antigüedad clásica, del mundo greco-romano y todo está presidido por la recuperación del hombre y sus virtudes, como centro de todas las cosas (antropocentrismo), que dará lugar al concepto de Humanismo.

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ENCUADRE:

Obra: David (Plaza de la Signoría de Florencia).
Autor: Miguel Ángel Buonarroti.
Cronología: 1501-1504 d.c (Siglo XVI. Cincuecento).
Género artístico: Escultura (bulto redondo).
Estilo artístico: Renacimiento
Otras obras: Piedad del Vaticano, Moisés, Sepulcros de Giuliano y Lorenzo de Medicis ...

ANÁLISIS

Esta es una escultura exenta o de bulto redondo realizada en mármol blanco totalmente clásica en la que podemos observar un gran desarrollo de la anatomía de un hombre en plenitud física y desnudo integral. Gran detallismo sobretodo en las extremidades como la cabeza, las manos y los pies, su pelo está hecho con total naturalidad y detallismo. Observamos la famosa curva praxiteliana tan exagerada en la cadera y el contraposto, e incluso vemos dos ramas en la pierna más atrasada para darle sujeción a la escultura y un detalle en la mano derecha, la honda esta obra está hecha solo para verla de frente (frontalidad), ya que se hizo de un gran bloque de mármol muy largo, delgado y estrecho por lo que la parte trasera aunque también está estudiada anatómicamente , aparece muy aplastada. Es una obra de mucha altura (4,10m) y esbeltez.
Esta escultura representa a David el muchacho que  derrotó a Goliat con su astucia, inteligencia y valor justo en el momento anterior a la lucha entre ambos. Esta situación explica esa tensión en los músculos, el pelo alborotado, la posición de la mano cogiendo y preparando la honda, los ojos hundidos, el cuello, y las venas tan resaltadas. Por tanto, se aprecia ya la “terrabilitá”, tan característica de Miguel Ángel”, que es reflejar la tensión, el esfuerzo contenido, la pasión a flor de piel, por lo que Miguel Ángel da un paso más en el clasicismo renacentista, anunciando el dramatismo manierista.
Esta obra fue realizada en la etapa de juventud o clásica del autor y fue encargada desde Florencia para ser colocada en la Plaza de la Señoría donde ha permanecido hasta hace poco que fue trasladada a la Galería de la Academia de Florencia.


COMENTARIO

La escultura del Renacimiento tiene dos momentos:
1) El Quattrocento que se caracteriza por sus formas esbeltas, blandas y curvilíneas, por el usto de lo narrativo, la gran expresividad de los sentimientos y emociones, por sus movimientos suaves, su realismo, el avance en el tratamiento del desnudo, la utilización del mármol, el bronce y la cerámica policromada dejando de lado a la madera, la representación de temas religiosos, mitológicos y alegóricos y sin olvidar los retratos ecuestres, toda esta escultura se encuentra en Florencia. Los dos autores más representativos son: Lorenzo Ghiberti (segundas y terceras puertas de la catedral de Florencia) y Donatello (San Marcos, San Jorge, San Juan, Profeta Habacuc...). 
2) El Cincuecento, que se caracteriza por el triunfo de la monumentalidad, por obras simples y monumentales y la fabricación casi absolutamente solo de bulto redondo. En esta época el autor más representativo es Miguel Ángel que es el mayor escultor de la historia con diferencia y que tapa a los demás autores de la época, entre los que podemos nombrar a Cellini y Gianbologna, los cuales son escultores manieristas.
Miguel Ángel Buonarroti autor de esta obra es de origen florentino que hace estudios de anatomía perfectos (incluso estudiaba cadáveres en hospitales y cementerios), que aunque él principalmente se considera escultor tocaba todos los géneros (poesía, filosofía, humanismo,...) y todas las artes (pintura, escultura, arquitectura...), destacando en todas ellas, esta gran cultura  lo convierte en el genio más importante de la historia. Salvo sus primeras obras que las hace en Roma. Trata de llevar a la escultura las grandes ideas de la humanidad, como el destino, el pecado, la salvación humana, la bondad y entre todos los temas ninguno se le resiste ninguno ni siquiera los más abstracto. Éste era un autor muy perfeccionista que trabajó solo , de carácter triste, atormentado, luchador ante la injusticia, irascible, incapaz de trabajar con nadie, que trabajaba sin preparación anterior de sus obras, las cuales hizo todas en mármol y que comprendía la escultura como el arte de la resta. Sus obras son de tal virtuosismo que transmiten sensaciones y sentimiento. Utiliza dos técnicas propias: la terribilitá (agitación interior) y el acabado non finito (obras no acabadas voluntariamente). Finalmente este autor podemos decir que tiene tres etapas cronológicas en su vida; el clasicismo de su juventud, una etapa donde cumple estrictamente las reglas de la armonía la geometría y el pulido de las obras típico del clasicismo grecorromano, una de las obras más influyentes en esta etapa de su vida es  La Piedal del Vaticano, una obra que hace a los 23 años en Roma que transmite serenidad, tranquilidad , armonía y equilibrio y donde podemos observar una cara de la virgen muy joven donde quiere representar la virginidad y pureza femenina (de donde pertenece esta obra), la terribilitá de su madurez, donde su arte cambia una mayor fuerza en la musculatura unos cuerpos pesados llenos de fuerza y determinación, carácter rudo y serio, una de las obras fundamentales en esta etapa es el Moisés , al que le pone una barbe y pelo muy retorcido y lleno de tensión, que también le representa en los brazos y que también la realiza en Roma y el expresionismo dramático o manierismo de su vejez donde podemos apreciar a un Miguel Ángel envejecido, cansado muy decadente y en una crisis espiritual ya vista en autores anteriores a él, un buen ejemplo de esta etapa es La Piedad Ronadinini, su última obra muy podo definida, unos cuerpos retorcidos en los que no se diferencian los músculos, de una decadencia espiritual y sentimental abrumadora y un acabado ''non finito'' . 

CONTEXTO

El Renacimiento nace en la Italia del S.XV compuesta por múltiples repúblicas independientes que se dedican al comercio por manos de los burgueses. En esta época se dan las condiciones necesarias para el cambio del arte en Italia, sobretodo por la aparición de los mecenas que promocionaban y contrataban a los artistas. En esta época el arte recupera los valores espirituales y formales de la antigüedad clásica, del mundo greco-romanoy todo está presidido por la recuperación del hombre y sus virtudes, como centro de todas las cosas (antropocentrismo), que dará lugar al concepto de Humanismo.




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