La Revolución Industrial provoca profundos cambios en las ciudades, especialmente en las fabriles. El crecimiento demográfico y la concentración de grandes masas de población las convierten rápidamente en macrociudades. No hubo, sin embargo, buenas respuestas urbanísticas, prevaleciendo en el trazado de las ciudades razones puramente especulativas: el utilitarismo y razones de producción.
La arquitectura del siglo XIX encuentra un estímulo y también, en ocasiones, un freno en el desarrollo de las ciudades que se opera como consecuencia de una serie notable de transformaciones históricas. El primer fenómeno a considerar es el aumento general de la población que se debió a la disminución de la mortalidad y a la incremento productivo. Otra realidad a considerar es que las ciudades industriales tienden a acaparar la mayor parte de esa población, absorbiendo abundante mano de obra procedente de las zonas rurales. La organización del trabajo obliga a la concentración de abundantes familias en unos puntos determinados mientras que otras zonas quedan despobladas o semidesiertas.
El paisaje rural y urbano se transforma radicalmente, planteándose por primera vez la necesidad de construir rápidamente nuevas viviendas en gran escala y con un precio reducido. Los nuevos conglomerados urbanos, de un modo más o menos espontáneo, se van definiendo por algunas notas diferneciales: se produce una separación funcional y formal entre los barrios burgueses, amplios y llimpios, y las zonas obreras, miserables y hacinados; cada vez es más importante las vías de comunicación interna, pues ya no interesa tanto el edificio como la calle, en función del tráfico, fundamentalmente; también es necesario tener en cuenta las zonas verdes y la concentración de fábricas
La ciudad del siglo XIX es, por tanto, una expresión fiel de la estructura social, y por eso la historia del urbanismo de este período va a reflejar la aspiración de los trabajadores a una vida más digna, así como el deseo, en las clases dominantes, de mantener intactos todos sus privilegios. Al primer anhelo responden, con mayor omenor aproximación, casti todas las propuestas utópicas, que se quedaron en nada, sólo intenciones; al segundo, en cambio, se vunculan las grandes realizaciones urbanas del siglo.
Por tanto, la ciudad preindustrial experimenta un proceso de degradación que la convierte en un espacio inservible, que hay que renovar. Como respuesta al hacinamiento y degradación urbana surgen las quejas de reformadores sociales e higienistas que llaman la atención sobre los problemas de las clases más humildes. Ya en la segunda mitad del XIX los gobiernos actúan en la ciudad directamente, mediante la construcción de obras públicas, el derribo de las murallas que estrangulaba el crecimiento de las ciudades, el establecimiento de normas higiénicas mínimas e incluso con la expropiación forzosa de edificios y de suelo urbanizable, o indirectamente, favoreciendo la realización de Planes y de Ensanches, que agrandan las avenidas y grandes vías de comunicación y derriban las murallas. El Plan de Nueva York de 1811 se diseña con una cuadrícula de 12 avenidas, orientadas de norte a sur, rectas, de casi 20 km. de largo y 15 calles que la cortan de este a oeste, de casi 5 km., cruzándose con un espacio vacío, una plaza. La sencillez, racionalidad y sentido de la previsión de este plan le convierten en modelo de plano ortogonal para los ensanches de muchas ciudades en Europa.
La ciudad se dividió en dos zonas claramente diferenciadas:
-- Los barrios obreros, situados en torno a las factorías y configurados por viviendas aglomeradas, carentes de las mínimas condiciones de habitabilidad y de higiene.
-- Las zonas residenciales de la burguesía acomodada con grandes avenidas y espacios verdes.
A ello se añade la necesidad de adecuar la ciudad a los nuevos medios de transporte.
Concepciones utópicas
Se quiere crear nuevas ciudades en consonancia con el desarrollo y industrial y con mejores condiciones de vida para los obreros.
-- Tuvieron un valor más testimonial que técnico: los proyectos no eran viables porque se basaban en la construcción de ciudades de nueva planta, olvidándose de los viejos núcleos urbanos en donde vivía mucha población y que no podían ser demolidos.
-- Si influirán, indirectamente, en los proyectos de ensanche de las viejas ciudades.
-- Antecedente: C. NICOLÁS LEDOUX; ROBERT OWEN (1771-1858); CHARLES FOURIER (1772-1837). Ej.: Falansterios; JEAN BAPTISTE GODIN (1817-1889). Ej.: Familisterios: renuncia a la vida en común.
Las grandes transformaciones urbanas
Después de la Revolución de 1848 se hace evidente la necesidad de acometer reformas en las viejas ciudades europeas. Por una parte progresan las técnicas, permietiendo desarrollar trabajos urbanos en gran escala; de otro lado se ha hecho evidente la presencia en la escena política del proletariado que amenaza desde dentro la seguridad de la ciudad misma. Las grandes obras emprendidas en la segunda mitad del siglo XIX tienden a evidenciar el desarrollo de las nuevas técnicas y a conjurar el peligro de la multitud proletaria. La solución más aceptada fue el trazado en cuadrícula, tanto por motivos económicos, especulación del terreno, como por motivos socio-politicos, mejor ordenación de la población.
El primer gran proyecto de transformación y ampliación urbana es el de París. La población de la ciudad había aumentado de modo desmesurado ( de 0,5 mill. en 1800 a 1,5 mill. en 1861), y esa era una razón objetiva y suficiente para planificar un crecimiento ordenado. Aunque había habido proyectos anteriores, las grandes obras vienen después del golpe de estado de Napoleón III quién, con amplios poderes, decide cambiar el aspecto de la capital. El Barón Georges-Eugéne Haussmann (1809-1891), prefecto del Sena, lleva a cabo la reforma del centro de la ciudad entre 1853 y 1870, siendo J. Ch. Alphand el responsable de los paseos y jardines (se plantaron en esos años 100.000 árboles). El deseo del emperador era crear calles rectilíneas y amplias avenidas arboladas que solucionasen el tráfico, así como grandes parques y plazas con jardines (al estilo de Londres).
Se lleva a cabo un trazado en cuadrícula: para facilitar el tráfico, para sofocar rápidamente cualquier lucha callejera de tipo revolucionario, para facilitar los desfiles militares, para evitar los focos de epidemias y crear amplias zonas de paseo (los bulevares, etc.). Se realizaron grandes bulevares con paseos en el centro: principal contribución al urbanismo. Surge, por tanto, una nueva ciudad de grandes avenidas que atraviesan el antiguo casco medieval permitiendo una comunicación fácil y solemne entre los puntos neurálgicos de la ciudad, y entre éstos y las vías de comunicación exterior (ferrocarriles y carreteras). Haussman trazó 165 kilómetros de nuevas calles; las filas de árboles que flanquean las calles enmascaran las fachadas y dejan libre un espacio central móvil y cambiante. Con las demoliciones, el barón consigue despalazar hacia las afueras a las clases trabajadoras, que antes vivían en el centro.
Se lleva a cabo un trazado en cuadrícula: para facilitar el tráfico, para sofocar rápidamente cualquier lucha callejera de tipo revolucionario, para facilitar los desfiles militares, para evitar los focos de epidemias y crear amplias zonas de paseo (los bulevares, etc.). Se realizaron grandes bulevares con paseos en el centro: principal contribución al urbanismo. Surge, por tanto, una nueva ciudad de grandes avenidas que atraviesan el antiguo casco medieval permitiendo una comunicación fácil y solemne entre los puntos neurálgicos de la ciudad, y entre éstos y las vías de comunicación exterior (ferrocarriles y carreteras). Haussman trazó 165 kilómetros de nuevas calles; las filas de árboles que flanquean las calles enmascaran las fachadas y dejan libre un espacio central móvil y cambiante. Con las demoliciones, el barón consigue despalazar hacia las afueras a las clases trabajadoras, que antes vivían en el centro.
Plano de las nuevas calles y avenidas trazadas por Haussmann
Mucha gente critica la obra de Haussmann por lo que supone de destrucción de la ciudad medieval y el derribo de manzanas enteras de casas, aunque sin demoler los edificios notables; otros la alaban porque mantuvo la visión barroca de las grandes perspectivas. Influyó decisivamente en las ampliaciones de otras ciudades como Florencia, Viena, Bruselas, etc. El ejemplo de Napoleón III estimula a otros gobernantes europeos y es así como se realizan otras reformas y ampliaciones de capitales europeas. Entre 1867 y 1871 se remodeló Bruselas; en 1857 se demolieron las antiguas murallas de Viena y se construye una gran calle anular (Ringstrasse) en torno ala cual se disponen solemnes edificios oficiales y otras construcciones; Florencia se amplía conservando inalterable el viejo centro histórico; en Londres, John Bazalguette realiza entre 1848 y 1865 un nuevo sistema de colectores a través del Támesis y se empieza a construir la red ferroviaria metropolitana.
Ringstrasse de Viena
En España, las iniciativas urbanísticas siguen la misma marcha que en los otros países occidentales. En Madrid se formula un proyecto de ensanche para la capital. El trabajo se encarga al ingeniero Carlos María de Castro, empezándose la ejecución en 1860. En el proyecto de Castro, las calles se trazan en cuadrículas, previéndose numerosos jardines privados y zonas públicas; a diferencia de las transformaciones de París, el viejo centro histórico permanecía intacto y el ensanche se centró en la zona del Barrio de Salamanca y la Castellana.En Barcelona se sigue el plan de Ildefonso Cerdá (1816-1876), realizado en 1859. Estuvo guiado por las ideas del movimiento y comunicabilidad, trazando amplias diagonales. Se trataría de manzanas de casas cuadradas achaflanadas en las esquinas, de trazado ortogonal. Cada manzana está ocupada por dos edificios que dejan entre sí espacio para jardines, y no cierra el cuadrado por los lados. Por otra parte la estructura cuadriculada se rompe por líneas oblicuas que son grandes ejes viarios. Lo más importante del proyecto de Cerdá radica en la manera de enlazar la ciudad vieja y la nueva, y en las previsiones para las grandes arterias ciudadanas. Cerdá es uno de los priemros urbanistas del mundo: su obra "Teoría general de la urbanización" (1867) le sitúa entre los pioneros de esta moderna disciplina.
Mapa con el ensanche de Barcelona y Foto de la Diagonal de Barcelona
Pero también surgen nuevos proyectos novedosos en Europa.
Proyecto de Ciudad-Lineal en Madrid
Arturo Soria (1844-1920), pretende conciliar las ventajas de la vida en el campo (abundantes espacios verdes) con las de una gran ciudad. Su proyecto se basa en el trazado de una gran vía de circulación de más de 5 kilómetros, bordeada por una estrecha banda urbanizada, y cuyo crecimiento fuese sólo longitudinal. Detrás sólo había campo. Daba especial importancia a los transportes colectivos, ya que el individual estaba poco desarrollado. La mayor ventaja era el aprovechamiento de las vías naturales de comunicación, caminos, costas, ríos y, sobre todo, que el carácter lineal impedía la expansión transversal.
Se puso en práctica en 1882 en Madrid y en 1894 se empezó la construcción de un fragmento en las afueras de Madrid, entre la carretera de Aragón y el Pinar de Chamartín, pero no se finalizó y se desvirtuó poco a poco, ya que la solución era válida para un número limitado de habitantes.
Proyecto de ciudad-jardín.
Howard publicó en 1898 un libro titulado "Tomorrow" donde exponía sus ideas sobre un nuevo tipo de ciudad planificada, que fue llevada a cabo en su ciudad Letchworth. Su objetivo era construir pequeñas ciudades, rodeadas de terrenos para cultivo, enlazadas entre sí por rápidas vías de comunicación. El objetivo pues era salvar la ciudad y el campo simultáneamente. Tenían que ser de pequeño tamaño (no más de 3.000 personas) y autosuficientes, lo cual les daba una fuerte identidad. Basaba su proyecto en la defensa dé la propiedad colectiva del suelo como medio de evitar la especulación y el crecimiento exagerado de las ciudades. Ninguna calle de excesivo tráfico cruza la ciudad. Las vías de gran densidad de tráfico así como el ferrocarril están fuera y comunican las diversas ciudades jardín, y éstas con la central o vieja ciudad. La idea, asombrosamente sencilla y eficaz, fue pronto olvidada por los movimientos racionalistas del siglo XX.
Proyecto de ciudad industrial.
Tony Garnier (1869-1948) publica en 1917 un proyecto de ciudad industrial. Divide la ciudad según sus funciones: trabajo, residencia, zonas de recreo, vías de transporte, etc. La zona industrial se colocaba en el exterior y el núcleo de la ciudad era donde se situaban los edificios públicos, hospitales, bibliotecas, etc. Fue planificada en forma lineal para permitir su expansión. Anticipa el urbanismo racionalista del siglo XX: casas sobre pilares, terrazas-jardín, ordenación rectangular, etc.
Proyecto de ciudad futurista.
Antonio de Sant´Elia (1888-1916) imagina el mundo moderno a base de torres de cristal e interconexiones del transporte a distintos niveles. Sus planes nunca llegaron a materializarse, pero influirá decisivamente en los arquitectos y urbanistas del siglo XX.
Proyecto de ciudad futurista de Sant´Elia
Terminamos con dos videos, uno en francés de las reformas parisinas, acometidas por el Barón Haussmann, y otro sobre el ensanche de Barcelona de Cerdá:
Bibliografía:
-- Benévolo: "Historia de la arquitectura moderna". Gustavo Gili. Barcelona, 1984.
-- Chueca Goitia, F.: "Breve historia del urbanismo". Alianza Editorial. Madrid, 1968.
-- Villar Movellán, A.: "Arte contemporáneo I". Historia 16. Col. Conocer el arte, 9. Madrid. 1996.
-- Wikipedia.