CONCEPCIÓN GENERAL
"Otros, en verdad, labrarán con más primor el animado bronce, sacarán del mármol vivas figuras, defenderán mejor las causas, medirán con el compás el curso del cielo y anunciarán la salida de los astros; tú, Romano, atiende a gobernar los pueblos; éstas serán tus artes: imponer condiciones de paz, perdonar a los vencidos y derribar a los soberbios.”
VIRGILIO: La Eneida.
“El arte
romano es una copia, una copia hecha con cierta libertad, cambiando algunas
cosas; pero una copia nada más. Durante muchos siglos desconocióse el original.
Nadie sospechaba que la arquitectura romana procedía de otra. Se la ha
ensalzado por una belleza que poseía únicamente de segunda mano. Winckelmann
señaló al mundo moderno la pauta para descubrir el original. Cuando, al fin, se
hizo la luz sobre la arquitectura griega quedó al descubierto la inferioridad
de la réplica romana.”
PORTER, A.
K.: Más allá de la arquitectura. Madrid, 1929, páginas 24 y 25.
“La
pluriformidad del programa edilicio romano que se opone netamente al tema
unívoco de la arquitectura griega; su escala monumental; la nueva técnica
constructiva de arcos y bóvedas que reduce las columnas y los arquitrabes a
motivos decorativos; el sentido de los grandes volúmenes en los aljibes, en los
túmulos, en los acueductos y en los arcos; las poderosas concepciones
espaciales de las basílicas y de las termas; una conciencia altamente
escenográfica; una fecundidad de invención que hace de la arquitectura romana,
desde el Tabularium al palacio de
Diocleciano en Spalato, una enciclopedia morfológica de la arquitectura; la
maduración de los temas sociales como el palacio y la casa; ... todas estas
contribuciones están ausentes de la edilicia griega, afloran parcialmente en el
helenismo y constituyen la gloria incontestable de Roma. Nuevos e inmensos
horizontes arquitectónicos conquistados al precio de la renuncia a la pureza,
al estilo de la plástica helénica.”
ZEVI, B.: Saber ver la arquitectura. Apóstrofe.
Barcelona, 1998, pp. 58-59.
ARQUITECTURA
Sobre algunos materiales
"Hay
una clase de polvo, que por su propia naturaleza produce efectos
maravillosos. Se le halla en la región de Bayas y en los territorios de
los municipios, que están en las cercanías del Vesubio. Este polvo,
mezclado con la cal y la piedra machacada, no sólo consolida toda clase
de edificaciones, sino que incluso las obras, que se hacen bajo el agua
del mar, tienen solidez. La razón de ello parece ser esta: en las
entrañas de aquellos montes hay tierras y numerosas fuentes de agua
caliente, que no existirían si no tuviesen debajo fortísimos fuegos,
alimentados o por azufre o por alumbre o por betún. Este fuego y estas
llamas, al penetrar y actuar a través de los meandros y venas de la
tierra, la hacen ligera, y el tufo (o la toba), que allí existe, es
lúmido y enjuto.
Y
por tanto, cuando estas tres cosas, producidas de la misma manera por
la violencia del fuego, llegan a mezclarse al recibir, de repente, por
absorción el agua, se condensan y se endurecen por instantes, y se
consolidan tan intensamente en el líquido, que no bastan a repararlas o
disolverlas ni las olas ni la fuerza del agua."
VITRUBIO: Los diez libros de arquitectura (De architectura). 2, 6.
El sentido de la arquitectura romana
“Del arte
griego, que parece un culto desinteresado tributado a las ideas de la armonía y
de abstracta belleza, pasamos a una arquitectura esencialmente utilitaria. En
el sentir romano, la arquitectura se convierte en el órgano de una autoridad
todopoderosa, para quien la construcción de los edificios públicos es un medio
de dominación. Los romanos construyen para asimilarse las naciones sometidas,
plegándolas a las costumbres de esclavitud. La arquitectura griega se resume en
el templo: la romana en las termas y en los anfiteatros.
Los
procedimientos atestiguan un genio organizador que dispone sin medida de la
fuerza material y sabe utilizarla: para Roma, el arte de construir consiste en
utilizar esa fuerza ilimitada que la conquista ha puesto a su servicio. El
espíritu de sus métodos puede resumirse en una palabra: procedimientos cuya
aplicación exige únicamente brazos. El cuerpo de los edificios se reduce a un
macizo de piedras y de mortero, un monolito construido, especie de roca
artificial.”
CHOISY, A.:
Historia de la Arquitectura. Buenos Aires, 1958, p. 27.
El foro romano
“Llegado
(Constancio II en el 357) al Foro,
contemplando desde lo alto de la tribuna aquel maravilloso foco de la antigua
dominación romana, queda por unos momentos estupefacto. Sus ojos, de cualquier
parte que vuelvan, se deslumbran con el resplandor enorme de tal continuidad de
prodigios... Aquí era el Templo de
Júpiter Capitolino lo que pareció superior al resto, en el mismo sentido en
que las cosas divinas son superiores a las humanas; allí eran las Termas, comparables por sus extensión a
provincias enteras; más lejos, la orgullosa masa de este anfiteatro, construido con piedra de Tibur, y cuya altura cansa la
vista si ésta trata de medirla; luego la bóveda tan audaz del Panteón y su vasta circunferencia.”
AMIANO,
Marcelino: Historia XVI, l0, 13-17.
Cf. L. Romo: El Imperio Romano, 1936,
p. 289.
Sobre el trazado de las ciudades
“La
aportación más original al trazado de ciudades es precisamente aquella que debe
su origen a los campamentos militares. Los romanos eran un pueblo eminentemente
práctico y organizador, que buscaba las soluciones simples y claras que han
preferido siempre las grandes empresas coloniales. Carecía del refinamiento
artístico de los helenos y eran más ingenieros que arquitectos. Cuando
utilizaban los recursos del arte, lo hacían con el propósito de impresionar más
por la majestad y el poder que por la emoción estética. Los romanos, o buscaban
los trazados regulares geométricos, o cuando esto no era posible, incluían en
las ciudades organizaciones urbanístico-arquitectónicas de gran esplendor, que
por sí mismas constituían la parte más impresionante y majestuosa de la ciudad.
El ejemplo más eminente de esto último lo constituía Roma, una ciudad cuya
monumentalidad no ha sido superada jamás. Estos enclaves monumentales,
rigurosamente geométricos, dentro de la estructura irregular de la ciudad, los
constituían en primer lugar los foros, que, desde el Foro Romano al Foro
Trajano, fueron aumentando en dimensiones y esplendidez. Luego los palacios,
los templos, las termas, los anfiteatros y los circos fueron por sí mismos
verdaderas composiciones urbanísticas que, ensambladas un tanto caprichosamente
entre sí, formaban el grandioso conjunto.”
CHUECA
GOITIA, F.: Breve historia del urbanismo.
Alianza. Madrid, 1968, pp. 60-61.
“Los
griegos construyen sus plazas públicas en forma cuadrada con dobles y
espaciosos pórticos, y las adornan con numerosas columnas, las sostienen con
arquitrabes de piedra o de mármol y hacen galerías para ambulatorios en la
parte superior.
En cambio,
en las ciudades de Italia no es posible proceder de la misma manera porque
desde nuestros antepasados se nos ha transmitido la costumbre de celebrar los
juegos de gladiadores en la plaza pública. Así pues, para comodidad de los
espectadores es preciso hacer más espaciosos los intercolumnios, intercalar
bajo los pórticos y en todo el contorno tiendas. de cambistas, y hacer en los
entablados superiores estancias que sirvan para el tráfico y para comodidad del
público. La superficie de estas plazas públicas debe estar en proporción con la
densidad de la población, de modo que ni resulten insuficientes por su
capacidad, dadas las necesidades, ni parezcan demasiado desiertas debido al
escaso número de concurrentes. Su anchura se podría determinar muy bien
dividiendo la longitud en tres partes y dando dos a la anchura; de este modo su
forma será oblonga, y su disposición apropiada a las exigencias de los
espectáculos y a la comodidad de los espectadores.”
VITRUVIO: Los diez libros de la arquitectura.
Edición de A. Blánquez. Iberia. Barcelona 1986, p. 109.
Plano de los distintos foros de Roma.
“ La entrada de la casa, ostium, daba acceso a un vestíbulo, vestibulum, que comunicaba con el atrio. La habitación principal de la casa era el gran salón o tablinum, situado, por regla general, entre el atrio y el huerto, hortus. En ella existían armarios, donde se guardaban los documentos referentes a la casa y a la familia. También se colocaban imágenes. Es preciso dar al tablino dos tercios de la anchura del atrio si éste fuese de veinte pies; si fuera de treinta pies a cuarenta, el tablino tendrá la mitad de la anchura del atrio, y cuando la anchura pase de cuarenta a sesenta, se dividirá ésta en seis partes y de ellas se darán dos al tablino, porque los atrios pequeños no pueden tener por asimilación las mismas medidas que los atrios grandes; pues si nos sirviésemos de las medidas de los grandes para los pequeños, no prestarían ningún uso ni los tablinos ni las alas; y al contrario, si nos sirviésemos de las proporciones de los pequeños para los grandes, veríamos en éstos los miembros demasiado grandes y desmesurados, lo que los haría parecer enormes y desiertos. Estas consideraciones me han movido a dar reglas generales que regulen las magnitudes exactas para cada tipo de atrio, de manera que ofrezcan toda la comodidad que exige su uso, y al mismo tiempo toda la gracia que demanda su aspecto exterior.”
VITRUBIO: De arquitectura. 6, 4
La basílica romana
“La
estructura romana imperial más influyente para la historia posterior de la
arquitectura fue la basílica o edificio de reunión pública.
Su trazado,
con un largo vestíbulo central terminado en un ábside, y a menudo con naves laterales, tuvo influencia decisiva en
la forma de la basílica cristiana
primitiva y finalmente, sobre la catedral gótica.
Si bien las basílicas romanas variaban, en
general eran rectangulares y tenían, o bien techumbres de madera de doble inclinación, o bien bóvedas de cañón y aristas de albañilería, según se ven en la gran Basílica de
Constantino.
Las
basílicas servían para las milicias como lugar de instrucción, (algunas) se
encontraban en los baños imperiales como cámaras aparte, se empleaban como
bolsa de las finanzas y albergaban la administración de la justicia.
Lo que
confería a la basílica un aura de realeza y divinidad era la ley según la cual
la efigie de algún dios, o, más usualmente, del emperador, tenía que figurar en
una hornacina situada en el ábside del edificio. Al hallar el plano de la
basílica adaptable a su liturgia, los cristianos sustituyeron la del emperador
por la imagen de Jesucristo, en el ábside.”
ELSEN A.
E.: La arquitectura como símbolo del
poder. Tusquets. Barcelona, 1975, pp. 28-29.
El Panteón
“El más
bello ejemplo del orden corintio en la construcción lo hallamos, sin duda
alguna, en el Panteón de Roma; un edificio que además es tan único en su
género, que nos vemos obligados a ocuparnos en él en primer lugar. Levantado
originariamente por Agripa como pórtico principal para sus termas, dispuesto
más tarde para servir de templo y provisto de su atrio, ha logrado salvar en
esencia su extraordinario efecto a través de todas las restauraciones y
depredaciones, aunque no sin dolorosas pérdidas.
El interior
queda dominado por la unidad y belleza de la luz cenital, que colma
maravillosamente aquel edificio circular con sus rayos y reflejos. La igualdad
de altura y el diámetro, ley que no vemos aplicada en arte de una manera
corriente, produce aquí un efecto de misteriosa seducción.”
BURCKHARDT,
J.: El Cicerone: Arquitectura. Barcelona,
1953, pp. 27-28.
Sobre las termas
“Las
últimas termas imperiales de Roma son las de Constantino. El último capítulo de
su historia se desarrolla ya en los dominios del Imperio oriental romano. En
tiempo de Justiniano las termas de la época imperial son un ejemplo excelente e
inmediato para la formación de los nuevos arquitectos. Los grandes edificios
monumentales —Santa Sofía y Santa Irene— recuerdan la forma de las termas (…)
En el
nacimiento de las formas típicas de los palacios franceses del siglo XVII (son
una sala central más destacada) —los cuales, dicho sea de paso, han influido
grandemente en el barroco austríaco y alemán— tuvo una influencia decisiva la
distribución de la planta de las termas (especialmente las de Caracalla y
Constantino).
Algunas
bibliotecas e iglesias barrocas reflejan y subliman las ideas que presidieron
la construcción de las salas de las termas (Santa María de los Angeles, la
Hofbibliothek de Viena, Altermburg).
La
distribución de sus masas y habitaciones fue una positiva doctrina
arquitectónica en la que se apoyaron los promotores del 'segundo Renacimiento',
en el siglo XIX, para solucionar los problemas de construcción planteados por
la necesidad de crear salas en las que se debían mover grandes masas de
hombres, como, por ejemplo, en una gran estación.
Sus masas
murales desnudas y sus experimentos técnicos inspiraron a los arquitectos
modernos de los siglos XIX y XX.
En un
momento en que, después del Renacimiento, la fantasía de los arquitectos busca
poder solucionar el problema de grandes sucesiones de salas, los creadores no
pueden pasar por alto el recuerdo de la maravillosa concepción de las termas y
de su realización en una feliz coyuntura histórica.”
SEDLMAYR,
H.: Épocas y obras artísticas. Rialp.
Madrid, 1965, p. 28.
La Domus Aurea de Nerón
“(El
emperador Nerón) se hizo construir una casa sobre el Palatino y el Esquilino, y
habiendo sido destruida por un incendio, la reconstruyó con el nombre de Domus Aurea. Para dar una idea de su
tamaño y esplendor bastará lo siguiente: en su vestíbulo se había erigido una
estatua colosal de Nerón de ciento veinte pies de altura; la casa era tan
amplia que contenía pórticos de tres filas de columnas de mil pies de largo, un
estanque semejante al mar rodeado de pabellones menores, como si se tratara de
villas, y además una gran superficie de terreno en la que se veían a la vez
cultivos, viñedos, pastizales y bosques, en los que había toda clase de
animales domésticos y salvajes. El edificio se encontraba completamente
recubierto de dorados, piedras preciosas y perlas; el techo del comedor estaba
hecho a base de placas de marfil móviles y perforadas por agujeros, para poder
arrojar desde lo alto flores y perfumes sobre los comensales; la sala principal
era circular y giraba día y noche sin parar sobre su eje, como el mundo; en la
sala de los baños corrían las aguas del mar y las del Albula. Cuando aquel
palacio se terminó y Nerón lo inauguró, su único comentario se redujo a estas
palabras: «Por fin voy a estar alojado como un hombre».”
SUETONIO: Historia y Vida de los Césares.
Edicomunicación. Barcelona, 1999, p. 224.
ESCULTURA
Las imágenes de los antepasados
POLIBIO: Historias, VI, 53.
“El retrato con las imágenes de los antepasados es la expresión del ius imaginum.
Salustio pone en boca de Mario palabras duras contra los patricios
romanos que le despreciaban porque no tenía imágenes (de antepasados) y
porque su nobleza era reciente. Tener el atrio de su casa repleto de imágenes incensadas era signo de vieja nobleza.”
SÉNECA: Epistolas, 44.5
Estatua Barberini. S. I a.C. Palacio de los Conservadores. Roma.
El retrato del emperador
“La figura
y el semblante del Princeps estaban a
la vista en Roma y en todos los lugares del mundo. Hay constancia de que en
cierta ocasión el emperador (Augusto) dio orden de fundir ochenta de sus
estatuas de plata, para hacer con ésta una gran ofrenda a Apolo. El
representado no era el hombre Gayo Octavio, como lo hubiera sido en un retrato
republicano de su primera juventud, sino una encarnación del ideal del príncipe
en alguna de sus muchas acepciones: como el líder revolucionario de su mocedad,
impulsivo y temible; como el general invicto; como el benefactor de los
ciudadanos, coronado con la corona cívica; como reencarnación de un héroe
griego, Diómedes, por ejemplo, como lo había visto Crésilas cinco siglos antes;
como escrupuloso y cumplidor sacerdote. Siendo encarnación de un ideal
perfectamente definido, su fisonomía experimentó los cambios mínimos que cabría
esperar en sus sesenta años de vida pública: pero aún así, los estudios
iconográficos de sus muchos retratos escultóricos y de sus efigies monetales
permiten barruntar una evolución con ciertos visos de ajustada a la realidad.”
BLANCO, A.:
Roma Imperial. Vol. 13 de Historia
del Arte. Historia 16. Madrid, 1989, pp. 18-20.
“En
oposición a los griegos, los romanos se educan en el arte a través de la aguda
caracterización retratística que hallamos ya en las tumbas etruscas y que se
fundamenta en el culto familiar a los antepasados, que las familias patricias
ostentan como un privilegio: el «jus
imaginum». Roma, con ese profundo sentido de lo personal que acusa en su
arte como en su Derecho, es uno de los grandes países del retrato por su
profundo e implacable sentido realista. Observemos que al rozar aquí tan
discutida cuestión del realismo y el idealismo, caballo de batalla de los
problemas estéticos del pasado siglo, podemos decir que sólo es auténtico el
realismo en el arte en aquellos países que tienen decidida vocación para
atender al «anicum humano».”
LAFUENTE
FERRARI, E.: De Trajano a Picasso. Barcelona, 1962, p. 41.
“En la
segunda mitad del siglo primero a.C: el arte romano imitó los modelos arcaicos
del siglo VI (Pasiteles, Stephanus), y el afeminado rococó alejandrino
(Arcesilao y su escuela). En el período augusteo fue un visualismo
seudo-idealista, es decir, que imitaba el arte idealista de Grecia en el siglo
V, pero con un especial sabor de visualismo. De modo que no fue un idealismo
real que brotase espontáneamente de orígenes profundos, sino más bien un cambio
de moda del modelo de imitación, como reacción contra la imitación del ático
arcaico y de los modelos helenísticos de excesiva madurez del siglo precedente.
Este seudo-idealismo fue reemplazado por un avanzado visualismo, impresionista,
fotográfico, singularista e ilusionista. En el arco de Tito cada retrato es,
como una moderna fotografía, la reproducción de una impresión pasajera.”
SOROKIN, P. A.: Dinámica social y cultural. Madrid, 1962, I, p. 154.
Los relieves de la Columna Trajana
“Los
relieves narran las dos guerras dácicas (101-106), dividiéndose en la mitad
aproximadamente con una Victoria alada que escribe sobre un escudo la historia
de estas guerras (…) Fueron concebidos como un rollo gigantesco, como un
volumen colosal envolviendo una enorme columna, alzada precisamente entre las
dos bibliotecas, donde se guardaban los volúmenes corrientes. Era, pues, un
libro más, pero descomunal; era un libro de imágenes, en el que podían leer
incluso los analfabetos, como los frescos medievales o las ilustraciones de los
beatos servían para poner en evidencia los episodios de la Biblia o del Nuevo Testamento
a todos aquellos que no podían leerlos en los pesados códices. Su carácter
estaba lejos de ser el de una obra de arte (entendida a la manera griega), ni
aun siquiera el de una obra simplemente decorativa, ornamental. Su fin único
era narrar, contar, referir historia; conmemorar, perpetuar, eternizar
peripecias; lanzar al ilimitado futuro el pasado de los hechos pretéritos. La
imposibilidad de percibir toda esta historia desde un solo punto de vista,
sinópticamente, obliga a ir «leyendo» el volumen de imágenes, a pasar sus
episodios uno tras otro, como se leían los rollos, como se hojea hoy un libro.”
GARCÍA
BELLIDO, A.: Arte Romano. CSIC.
Madrid, 1972, p. 365.
El Augusto de Prima Porta
“La más
memorable de sus estatuas es la ya tan citada de Prima Porta, un lugar de las
afueras de Roma, junto a la Vía Flaminia, adonde Livia se retiró al quedarse
viuda en el año 14 d. C. Entre sus recuerdos debía de haber el de una estatua
de su marido que era su predilecta —una estatua de bronce, o incluso de oro—, de
la que ella encargó la copia en mármol que hoy atesora el Museo Vaticano. El
copista, consciente de que Augusto era ya un dios, lo representó con los pies
descalzos como a un héroe. Por lo demás, hizo un fiel trasunto de su modelo:
una estatua del emperador inspirada en el Doríforo de Policleto con las
oportunas variantes: el brazo derecho alzado mostrando a sus legiones una
corona de victoria, y la actitud de la pierna izquierda distinta de la del
modelo policlético, para privar a la estatua del paso de éste. La copia estaba
policromada, como revelan las numerosas huellas de dorado, púrpura, azul, pardo
y amarillo que todavía se aprecian en ella.
El
emperador viste una túnica corta y sobre ella una coraza musculada y el paludamentun de mariscal. Una constelación
de símbolos lo rodea: en la coraza, arriba, el Cielo extiende el manto de su
bóveda sobre su cabeza; abajo reposa, recostada en el suelo, la Tierra,
protegida por las deidades predilectas de la casa imperial, Apolo y Diana.
Por debajo
del cielo, el Sol atraviesa el espacio en una cuadriga precedida por dos
muchachas, el rosicler y el rocío del alba; y en el centro del peto, un
representante de Roma (que en la realidad fue Tiberio, pero aquí sus rasgos no
son los de éste), acompañado de la loba mítica, recibe las enseñas arrebatadas
a Craso por los partos. Fue éste el mayor éxito de la diplomacia de Augusto.”
BLANCO, A.:
Roma Imperial. Vol. 13 de Historia
del Arte. Historia 16. Madrid, 1989, pp. 20-22.
Los relieves del Arco de Tito
“Lo que del
friso se conserva por el lado oriental del arco, corresponde a la entrada
triunfal de Vespasiano y Tito en la ciudad de Jerusalén, algo sucedido mucho
antes de la celebración del triunfo en Roma. Lo relativo a éste se encuentra
más abajo y mucho más visible, como si sus autores hubiesen tenido conciencia
de estar planteando a la crítica de arte del futuro el problema de si se podía
o no hablar de una escultura romana independiente de la griega.
En el
interior del pasadizo del arco, se encuentran a media altura, uno a cada lado,
dos altorrelieves de gran formato. Uno está dominado por la cuadriga y el carro
en que el emperador Tito, a quien corona la Victoria, desfila en triunfo. No lo
acompañan, como sería de esperar, los magistrados, sacerdotes, vestales,
miembros de la familia imperial y allegados, sino sólo los lictores con sus
fasces y las figuras alegóricas de Dea
Roma, seguida dócilmente por la cuadriga imperial, el Genius Populi Romani y el Genius
Senatus. Cuando el arco fue levantado, Tito había muerto. En lo más alto
del intradós del arco un relieve lo muestra en su transporte al cielo a lomos
del águila de la consecratio. Esta
circunstancia aconsejó sin duda no representarlo en compañía de los vivos, sino
de figuras alegóricas, aunque el hecho que se conmemoraba fuese histórico.
Nacía así como nuevo género el relieve histórico-alegórico. El otro relieve es
una visión puramente histórica del mismo desfile y no hay en ella nada
sobrenatural, sino sólo la masa más compacta aquí, más holgada allí, de los
portadores del botín y de ciertas enseñas en un lugar y momento concretos, el
de su entrada por la Porta Triumphalis…”
BLANCO, A.:
Roma Imperial. Vol. 13 de Historia
del Arte. Historia 16. Madrid, 1989, p. 40.
PINTURA
Vitrubio explica como pintar las habitaciones
“CAPÍTULO V
(De la manera de pintar las habitaciones)
En las
otras habitaciones, es decir, en las de primavera, verano y otoño, así como en
los vestíbulos y en los patios peristilos, era costumbre sancionada entre los
antiguos decorarlos con pinturas a base de determinados colores y en
consonancia con el destino de cada habitación. Pues la pintura, en realidad, es
la representación de una cosa que existe o puede existir, como un hombre, un
edificio, una nave o cosas semejantes; objetos definidos y determinados; de los
que se toma modelo para la imitación de figuras. Por eso los antiguos, que
idearon las decoraciones murales, imitaron primero las losas de mármol con sus
vetas, y luego diversas combinaciones de anillos y triángulos de ocre. Más
tarde llegaron a imitar las formas de los edificios, los relieves, los fustes
de las columnas, y los frontones; en los lugares abiertos y espaciosos, tales
como las exedras, por razón de la amplitud de sus paredes, quisieron
representar frentes de escenas de tipo trágico, cómico o satírico, y en los
corredores destinados a paseo, debido a su extensión, para ornamentarlos,
reproducían paisajes inspirándose en las condiciones naturales de los lugares;
y así pintaban puertos, promontorios, playas, ríos, fuentes, estrechos,
templos, bosques, montes, rebaños, pastores, y aun, en algunos locales, grandes
cuadros, que en medio del paisaje representaban imágenes de dioses o escenas de
leyendas; así como la guerra de Troya, o los viajes de Ulises a través de
diversos países, y otros temas semejantes inspirados en la Naturaleza.
Pero todos
estos cuadros, en los que los modelos están tomados de objetos reales, son
ahora desdeñados por una moda ilógica, y en los enlucidos se pintan
preferentemente monstruos en vez de imágenes de seres verdaderos. Así, en
efecto, a guisa de columnas, se ponen cañas; en vez de frontispicios,
tracerías, acanalados, adornados de hojas y caulículos; o candelabros que
soportan representaciones de pequeños edificios, y arrancando de sus frontones,
grupos de vástagos tiernos, con volutas que sostienen sobre ellas,
contrariamente al buen sentido, figurillas sedentes; y asimismo débiles tallos
que terminan en estatuitas que por un lado tienen cabeza humana y por otro de
animal, siendo así que estas cosas ni existen ni pueden existir ni han existido
nunca.
Y, sin
embargo, estas nuevas modas han prevalecido tanto, que ignorantes censores han
pretendido convencernos de la esterilidad del verdadero valor de las artes.”
VITRUVIO: Los diez libros de Arquitectura. Iberia.
Barcelona, 1985, pp. 182-183.
Interesante reseña por los distintos pasajes del Arte Romano.
ResponderEliminarUn saludo.
Paco, no he leído nada, pero ya sabes que me encanta la creación artística en todas sus manifestaciones. Desgraciadamente no dispongo de tiempo para disfrutar de él en tu blog pero no quiero dejar de pasar por aquí para mandarte un beso y desearte lo mejor.
ResponderEliminarEn cuanto pase esta rachita, seguramente hasta primeros de año, volveré para leérmelo todoooo. Bsss.
Para mí, maestro, el mérito enorme del imperio romano está en haber asumido y asimilado el mundo helénico en lugar de destruirlo y elaborar desde las cenizas, como sucede tan frecuente de una generación a otra. Tus explicaciones son siempre magistrales.
ResponderEliminarUn abrazo
Sabes me he quedado con Tramo de la Vía Appia en Roma, que bonita la he encontrado, también me ha hecho recordar cuando hice la carretera de la Vía Appia que fue todo un encanto y a la vez un peligro.
ResponderEliminarUn abrazo y una maravilla del arte
El arte romano una copia? que aun nos ilumina.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco y hermosa entrada. Feliz fin de semana.
Como siempre ilustrativo Paco. Aunque copia, me gusta mucho el arte romano.
ResponderEliminarSaludos Feliz Fin de semana
Maravillosos recorrido sobre esta parte de la historia que deja al descubierto a grandes artistas de su tiempo. La calzada es una maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde
El imperio Romano y sus contradicciones.
ResponderEliminarTe has dado cuenta, Paco, que no se recuerdan grandes matemáticos romanos?
Tanto adelanto en todo, y no inventaron el cero!!
Un gusto, como siempre.
Un abrazo.
Siempre se habla de Roma como la heredera, como crisol de culturas anteriores y coétaneas, pero es indudable su carácter utilitarista y funcional tan marcado. Por otro lado, siempre me viene a la mente una reflexión: cómo una cultura con tan alto grado de desarrollo en sus infraestructuras: calzadas, termas, puentes, bomberos, carros con taxímetro, red de alcantarillado... pudo acabar sepultada por una época de atraso y barbarie posterior que se prolongó en el tiempo durante siglos casi, como si la historia hubiera dado marcha atrás incomprensiblemente. ¿Volverá a ocurrir ahora con la crisis el regresar a tiempos medievales?
ResponderEliminarUn saludo.
1/2
ResponderEliminarAmigo Don PACO,
Sus alumnos y alumnas tienen que estar bien contentos con Vd. Como más de uno es seguro que sabrá Latín, le dejo caer dos de los textos originales, el de La Eneida y uno de Vitrubio y le digo al mismo tiempo que las traducciones que nos presenta me parecen excelentes. En los textos Latinos he hecho algún cambio de grafía, como eliminar las “v” y substituirlas por “u”, que es más clásico.
Como veo que se citan bastantes textos Latinos, le dejo una WEB, de la Universidad de Salamanca, en la que fácilmente podrá encontrar los originales que le interesen.
http://clasicas.usal.es/portal_recursos/index.php?option=com_content&view=section&id=10&Itemid=15
Le felicito y le envío un gran abrazo.
Antonio
Excudent alii spirantia mollius aera
(credo equidem), uiuos ducent de marmore uultus,
orabunt causas melius, caelique meatus
describent radio et surgentia sidera dicent:
tu regere imperio populos, Romane, memento
(hae tibi erunt artes), pacique imponere morem,
parcere subiectis et debellare superbos.
Vergilius, Aeneis, VI, 847-853
http://www.hs-augsburg.de/~harsch/Chronologia/Lsante01/Vergilius/ver_ae06.html
"Otros, en verdad, labrarán con más primor el animado bronce, sacarán del mármol vivas figuras, defenderán mejor las causas, medirán con el compás el curso del cielo y anunciarán la salida de los astros; tú, Romano, atiende a gobernar los pueblos; éstas serán tus artes: imponer condiciones de paz, perdonar a los vencidos y derribar a los soberbios.”
2/2
ResponderEliminarCapitulum VI
1. Est etiam genus pulueris, quod efficit naturaliter res admirandas. Nascitur in regionibus Baianis in agris municipiorum, quae sunt circa Vesuuium montem. Quod commixtum cum calce et caemento non modo ceteris aedificiis praestat firmitates, sed etiam moles cum struuntur in mari, sub aqua solidescunt. Hoc autem fieri hac ratione uidetur, quod sub his montibus et terrae feruentes sunt et fontes crebri, qui non essent, si non in imo haberent aut e sulphure aut alumine aut bitumine ardentes maximos ignes. Igitur penitus ignis et flammae uapor per interuenia permanans et ardens efficit leuem eam terram, et ibi quod nascitur tofus exsurgens, est sine liquore. Ergo cum tres res consimili ratione ignis uehementia foratae in unam peruenerint mixtionem, repente recepto liquore una cohaerescunt et celeriter umore duratae solidantur, neque eas fluctus neque uis aquae potest dissoluere.
Vitruuius, De Architectura libri decem, II, VI, 1
http://www.hs-augsburg.de/~harsch/Chronologia/Lsante01/Vitruvius/vit_ar02.html
Sobre algunos materiales
"Hay una clase de polvo, que por su propia naturaleza produce efectos maravillosos. Se le halla en la región de Bayas y en los territorios de los municipios, que están en las cercanías del Vesubio. Este polvo, mezclado con la cal y la piedra machacada, no sólo consolida toda clase de edificaciones, sino que incluso las obras, que se hacen bajo el agua del mar, tienen solidez. La razón de ello parece ser ésta: en las entrañas de aquellos montes hay tierras y numerosas fuentes de agua caliente, que no existirían si no tuviesen debajo fortísimos fuegos, alimentados o por azufre o por alumbre o por betún. Este fuego y estas llamas, al penetrar y actuar a través de los meandros y venas de la tierra, la hacen ligera, y el tufo (o la toba), que allí existe, es lúmido y enjuto.
Y por tanto, cuando estas tres cosas, producidas de la misma manera por la violencia del fuego, llegan a mezclarse al recibir, de repente, por absorción el agua, se condensan y se endurecen por instantes, y se consolidan tan intensamente en el líquido, que no bastan a repararlas o disolverlas ni las olas ni la fuerza del agua."
VITRUBIO: Los diez libros de arquitectura (De architectura). 2, 6.
Gracias por aceptar mi invitación y dejar tu huella, me quedo a tu lado, un placer
ResponderEliminarBesos
De todas forma tiene mérito lo que hicieron, como asumieron como suyas costumbres, tradiciones y por supuesto el arte, está claro que esa mentalidad es la que les llevo a ser lo que fueron Caput mundi
ResponderEliminarBesotes y no lo olvides se malo!!!
Que interesante Paco, sabes que cada vez que paso por aqui me zambullo de cabeza en tus textos, èsta vez aprovechè las termas.
ResponderEliminarUn abrazo grande amigo.
Querido Paco, ¡qué espléndido paseo de la mano de tu magnífica selección de textos por algunos de mis "imprescindibles" romanos! El Augusto Prima Porta, la Columna de Trajano, La Domus Áurea, el Arco de Tito, la Basílica de Majencio, los frescos de Pompeya....¡cuántos buenos recuerdos!
ResponderEliminarEs un placer leerte, maestro, y aprender contigo.
Mil bicos.
Y encima nos enseña usted latín. Hoy he aprendido ostium y tablinum. Serán difíciles de olvidar.
ResponderEliminarBuenas noches, monsieur
Bisous