Francisco de Zurbarán. Plato con limones, cesta con naranjas y taza con una rosa. Óleo sobre lienzo (60 x 107 cm.). 1633. Fundación Norton Simon. Los Ángeles.
El arte religioso acostumbraba a tener un tamaño considerable y era colocado en los retablos de las iglesias o en las capillas laterales. Es un arte propagandístico, por lo que ha de ser visualizado perfectamente por el mayor número de fieles. En la segunda mitad del siglo XVII, las grandes realizaciones sobre lienzo o tabla serán sustituidas, en parte, por la pintura al fresco de las bóvedas y cúpulas de las iglesias. Su geografía se corresponde con los países católicos (España, Francia e Italia, principalmente). La pintura mitológica, alegórica o histórica tiene también una doble solución: el gran cuadro de caballete y el fresco. Es un arte aplicado a las paredes y techos de los grandes palacios. Esta decoración ilusionista tendrá en Anibal Carracci su primer gran impulsor. Abandonará la pintura de arquitectura ilusionista (quadratura) que pretendía prolongar la verdadera arquitectura hacia un espacio imaginario, sustituyéndola por un sistema mixto, con la utilización de quadri riportati, es decir, como si fueran cuadros de caballete enmarcados trasladados al techo e incorporados a una quadratura. La evolución del sistema decorativo llegará pasando por Pietro da Cortona hasta Luca Giordano, a finales del siglo XVII.
Dentro del arte de los palacios, el retrato y los grandes bodegones y floreros tienen su razón de ser: la autoafirmación del monarca o noble y la decoración de las diversas estancias. La geografía del arte monárquico y aristocrático se corresponde a la del arte religioso. Los burgueses, a su vez, quisieron adornar sus instituciones y casas. Así los grandes retratos de grupo presidieron ayuntamientos, cofradías y hermandades. La vivienda burguesa, con sus habitaciones, de pequeño tamaño, recogieron una pintura de género de reducidas dimensiones, muy propio de los Países Bajos.
Pietro da Cortona. Triunfo de la Divina Providencia. Fresco. 1633-1639.
Palacio Barberini. Roma.
A) La escuela de los Carracci forman el clasicismo pictórico, se inspiraron en la escultura grecolatina, copiaron los dioses de la antigüedad pagana, recuperaron las proporciones ideales del cuerpo humano y dieron origen al Clasicismo academicista. En cuanto a su procedimiento técnico y al uso de la luz, pintaron grandes frescos para decorar los techos y paredes de palacios, que aparecen iluminados con tonos claros. Esta línea pictórica fue seguida por otros pintores como Rini, Poussin o Lorena. Es la escuela que tendrá más éxito en Italia (no fuera de ella, donde triunfa el naturalismo en Francia o España), representando el arte oficial.
B) Caravaggio retrata a la gente corriente de la calle de manera directa, inaugurando el Naturalismo. Su pintura representa la vanguardia, lo novedoso, lo que aporta algo diferente. En su proceder técnico impone en sus lienzos de caballete el tenebrismo, buscando efectos de claroscuro, don de un foco de luz externo alumbra dramáticamente aquellas zonas que le interesa, dejando el resto en penumbra. En Italia tendrá pocos seguidores (Gentileschi, Sarraceni...), pero su técnica es muy seguida en Francia con Georges Latour, o en España (Ribera, Zurbarán, Velázquez...).
Caravaggio. Crucifixión de San Pedro. Óleo sobre lienzo. 1601. Iglesia de Santa
María del Popolo. Roma.
Annibale Carracci. Triunfo de Baco y Ariadna (detalle). Fresco. 1597-1605. Bóveda del Palacio Farnesio. Roma.
Obviamente, la temática religiosa es la que más abunda en el arte de las Cortes Católicas. Los temas tienen muchas similitudes con los escultóricos: la amplia hagiografía o vida de santos cristianos, sin olvidar los episodios del Nuevo Testamento y las representaciones de la Santísima Trinidad, la pasión de Cristo y la representación de la Inmaculada o las diferentes advocaciones marianas de gran devoción popular. Exclusivamente pictóricos son los temas de los ciclos monásticos o programas hospitalarios, destacando el Programa del Monasterio de Guadalupe (Cáceres) de Zurbarán, dentro de los ciclos monásticos y el Programa del Hospital de la Caridad de Sevilla (donde concurren los pintores Murillo y Valdés Leal y el escultor Pedro Roldán) en los hospitalarios. Por otro lado, no podemos olvidar las sereies de cuadros del Antiguo y Nuevo Testamento, así como las escenas rligiosas populares de Jesús Niño, San Juanito o la Virgen Niña. Las Apoteosis cierran el ciclo, destacando en España la Apoteosis de San Hermenegildo de Herrera el Mozo, que define el Barroco en su doble vertiente, ideológica y compositiva.María del Popolo. Roma.
Annibale Carracci. Triunfo de Baco y Ariadna (detalle). Fresco. 1597-1605. Bóveda del Palacio Farnesio. Roma.
Francisco Herrera, el Mozo. Triunfo de San Hermenegildo. Óleo sobre lienzo (328 x 229 cm.). 1654. Museo del Prado. Madrid.
Caravaggio. Cesto con frutas. Óleo sobre lienzo (46 x 64 cm.). 1596.
Pinacoteca Ambrosiana. Milán.
Otra de las formulaciones de los cuadros de género son las llamadas bambochadas. Su nombre proviene del artista holandés Pieter van Laer, llamado "Il Bamboccio", activo en Roma. Sus cuadros reflejan escenas de la vida popular y campesina, donde se ridiculiza a sus protagonistas. Se trata de un divertimento de fácil consumo artístico, a la vez que sirven de autoafirmación social de aquellos burgueses que a través de su trabajo y esfuerzo han superado el estadio popular. Se relaciona con la tradición popular nórdica, destacando el flamenco Jordaens y los holandeses, como Van Ostade, Jan Steen y una larga pléyade de pintores.
Velázquez. La Mulata o la Cena de Emaús. Óleo sobre lienzo (55 x 118 cm.). 1618-1622. National Gallery. Dublín.
Por último, el florero se convierte en uno de los géneros artísticos más controvertidos. Se ha querido incidir en su carácter simbólico (homenaje a la Virgen, fragilidad de la vida, paso del tiempo...), aunque su motivación decorativa es clara. Incluso el florero español se aparta de la austeridad del bodegón, convirtiéndose en elemento de lujo y decoración. Flandes se convertirá en la escuela de mayor prestigio de todo el siglo XVII dentro de este género.
El mundo burgués, y también la tendencia clasicista, reflejaron el paisaje. En Holanda podemos dividirla en tres temáticas: el paisaje propiamente dicho, el paisaje marino y la vista urbana. Hay que decir que el paisaje es consustancial a la pintura holandesa. Sus autores representaron el paisaje llano con un punto de vista muy bajo, con el horizonte bajo para tener más lienzo para las nubes y el cielo. Hobbema es su máximo representante. Pero también las dunas, los ríos, los bosques y el paisaje más accidentado son temas tratados con profusión. Ruysdael introduce el paisaje barroco, precursor del del siglo XIX.
Las vistas marinas simbolizan en las provincias del Norte la vida comercial y fueron profusamente representadas, al igual que la ciudad burguesa en múltiples vistas urbanas. Vermeer nos ha dejado el ejemplo más significativo con sus obras de la ciudad de Delft: La calle y La vista de Delft. Significan el orgullo del hombre urbano por su entorno y sus casas, como lo demuestran los interiores arquitectónicos. Sin embargo, no podemos olvidar el paisaje clasicista, que tiene en Claudio Lorena su máximo representante. Sus obras buscan la captación de un instante con toda su variedad lumínica y cromática. Aunque plasma en sus cuadros un tema historiado, su verdadera intencionalidad es reflejar el momento, captar la atmósfera. España, país poco dado a la representación de sus paisajes, puede ofrecer a la pintura europea dos verdaderas joyas: Las vistas de la Villa Médicis, de Velázquez, cuadros que podemos calificar de divertimento, por su espontaneidad, o por su racionalización, por su complejidad de planteamiento plástico.
El retrato representa la autoafirmación del individuo o grupo social representado. Podemos clasificarlo en retrato individual, retrato familiar, retrato de grupo y autorretrato. El retrato individual tiene en el mundo burgués un sentido de autocomplacencia, demostrativo de una posicial social adquirida con el esfuerzo personal. Quizás Frans Hals es uno de sus máximos representantes, debido al tratamiento desinhibido de los personajes. El retrato real y cortesano, por el contrario, tienen en la mitificación del personaje su razón de ser. Así el Conde-Duque de Olivares de Velázquez o el Luis XIV de Rigaud representan claramente la imagen enfatizada del poder, a través de formulaciones plásticas de un gran dinamismo o entronización. Del mismo modo, Van Dyck, uno de los mejores retratistas de todos los tiempos, con la sabia captación caracteriológica y psicológica, en Retrato de Carlos I de Inglaterra, capta al hombre sin perder de vista al rey.
El retrato familiar será cultivado por casi todos los grandes pintores del XVII, ya sea autorretratándose, como los casos de Rembrandt o Rubens, o retratando a otros. Velázquez, en Las Meninas, hace una de las propuestas más modernas de representación de personajes, puesto que introduce el retrato de la Infanta y su séquito, su autorretrato y el retrato de los reyes a través de un espejo, consiguiendo así que la realidad se convierta en otra realidad: la pictórica.
El retrato de grupo (también llamado corporativo) tuvo en Holanda un desarrollo acorde a la denominada autocomplacencia social. Así, las hermandades, cofradías, consejos... pidieron, a los más afamados artistas, ser perpetuizados. Desde Fran Hals a Rembrandt, pasando por una larga lista de pintores, los burgueses neerlandeses han pasado a la historia con toda su autocomplacencia (burgomaestres, comerciantes, médicos, militares, pañeros...). Estos burgueses no quieren, como los reyes, parecer lo que no son, mitificándose, sino que están orgullosos de su condición social. No quieren parecer héroes, sino hombres, pero triunfadores.
En cuanto al autorretrato, Velázquez se autorretrató en Las Meninas, con la cruz de la Orden de Santiago. Otros pintores se presentan dentro de su entorno familiar (Rubens) y otros buscan su autoafirmación artística, como son los casos de Murillo o Luca Giordano, intentando mostrar su valía ante los demás. El pintor se nos quiere mostrar como artista, noble de espírirtu, gracias a la liberalidad de su arte.
La Mitología, la Historia y la Alegoría cierran el ciclo temático que analizamos. Las tres se ponen al servicio del poder establecido, relacionándolo con las virtudes terrenales y morales del héroe y de las instituciones. La historia se convierte en testimonio de la verdad y en recordatorio de los buenos hechos y actos virtuosos del héroe. La autoridad moral del poder, expresada en las gestas de los personajes o dioses de la Antigüedad clásica, queda plenamente legitimada. Esto se aprecia en los grandes ciclos plásticos desde Carracci y Rubens hasta Luca Giordano. Así, el Camerino Farnese de Anibal Carracci, el Ciclo de María de Médicis de Rubens y las alegorías heróicas de Giordano se ponen al servicio del príncipe cristiano y erudito, así como las alegorías plasman el triunfo de la Religión cristiana.
Los programas artísticos de la monarquía son la sabia simbiosis de estas tres temáticas, puestos al servicio de un orden eterno preestablecido y legitimado. El palacio del Buen Retriro de Madrid es uno de los más completos. La idea se atribuye al Conde-Duque de Olivares, ayudado por Velázquez. Todo él es un canto a la glorificación de la monarquía española, representada por Hércules considerado fundador, y exaltada en la representación de los Trabajos de Hércules, obra de Zurbarán. Pero las empresas de la monarquía de los Austrias tenían ejemplos constantes. La representación de las victorias de los ejércitos españoles así lo avalan y por esta razón fueron representados en una serie de lienzos encargados a los mejores artistas del momento. Cabe citarse La Defensa de Cádiz de Zurbarán y La Rendición de Breda (Las Lanzas) de Velázquez.
Sin embargo, esta cultura emblemática y humanística, claramente enraizada en los círculos cultos, tuvo poca acogida popular, ya que el didactismo y valor pedagógico de la imagen y la persuasión barrocas utilizaban un lenguaje más asequible a las masas. Los programas legitiman así el poder a los ojos del soberano, que se autosatisface aunque el pueblo no participe de su contemplación.
El mundo burgués, y también la tendencia clasicista, reflejaron el paisaje. En Holanda podemos dividirla en tres temáticas: el paisaje propiamente dicho, el paisaje marino y la vista urbana. Hay que decir que el paisaje es consustancial a la pintura holandesa. Sus autores representaron el paisaje llano con un punto de vista muy bajo, con el horizonte bajo para tener más lienzo para las nubes y el cielo. Hobbema es su máximo representante. Pero también las dunas, los ríos, los bosques y el paisaje más accidentado son temas tratados con profusión. Ruysdael introduce el paisaje barroco, precursor del del siglo XIX.
Vermeer. Vista de Delft. Óleo sobre lienzo (96,5 x 117,5 cm.). 1660. The Royal
Picture Gallery Mauritshuis. La Haya.
El retrato representa la autoafirmación del individuo o grupo social representado. Podemos clasificarlo en retrato individual, retrato familiar, retrato de grupo y autorretrato. El retrato individual tiene en el mundo burgués un sentido de autocomplacencia, demostrativo de una posicial social adquirida con el esfuerzo personal. Quizás Frans Hals es uno de sus máximos representantes, debido al tratamiento desinhibido de los personajes. El retrato real y cortesano, por el contrario, tienen en la mitificación del personaje su razón de ser. Así el Conde-Duque de Olivares de Velázquez o el Luis XIV de Rigaud representan claramente la imagen enfatizada del poder, a través de formulaciones plásticas de un gran dinamismo o entronización. Del mismo modo, Van Dyck, uno de los mejores retratistas de todos los tiempos, con la sabia captación caracteriológica y psicológica, en Retrato de Carlos I de Inglaterra, capta al hombre sin perder de vista al rey.
Antoon Van Dyck. Retrato de Carlos I de Inglaterra. Óleo sobre lienzo (105 x 76 cm.).
Museo del Louvre. París.
El retrato de grupo (también llamado corporativo) tuvo en Holanda un desarrollo acorde a la denominada autocomplacencia social. Así, las hermandades, cofradías, consejos... pidieron, a los más afamados artistas, ser perpetuizados. Desde Fran Hals a Rembrandt, pasando por una larga lista de pintores, los burgueses neerlandeses han pasado a la historia con toda su autocomplacencia (burgomaestres, comerciantes, médicos, militares, pañeros...). Estos burgueses no quieren, como los reyes, parecer lo que no son, mitificándose, sino que están orgullosos de su condición social. No quieren parecer héroes, sino hombres, pero triunfadores.
Rembrandt. Retrato de los síndicos de los pañeros. Óleo sobre lienzo (191 x 279 cm.). 1662. Riijksmuseum. Amsterdam.
La Mitología, la Historia y la Alegoría cierran el ciclo temático que analizamos. Las tres se ponen al servicio del poder establecido, relacionándolo con las virtudes terrenales y morales del héroe y de las instituciones. La historia se convierte en testimonio de la verdad y en recordatorio de los buenos hechos y actos virtuosos del héroe. La autoridad moral del poder, expresada en las gestas de los personajes o dioses de la Antigüedad clásica, queda plenamente legitimada. Esto se aprecia en los grandes ciclos plásticos desde Carracci y Rubens hasta Luca Giordano. Así, el Camerino Farnese de Anibal Carracci, el Ciclo de María de Médicis de Rubens y las alegorías heróicas de Giordano se ponen al servicio del príncipe cristiano y erudito, así como las alegorías plasman el triunfo de la Religión cristiana.
Pedro Pablo Rubens. El juicio de Paris. Óleo sobre lienzo. 1638-1639. Museo del Prado. Madrid.
Sin embargo, esta cultura emblemática y humanística, claramente enraizada en los círculos cultos, tuvo poca acogida popular, ya que el didactismo y valor pedagógico de la imagen y la persuasión barrocas utilizaban un lenguaje más asequible a las masas. Los programas legitiman así el poder a los ojos del soberano, que se autosatisface aunque el pueblo no participe de su contemplación.
Velázquez. La Rendición de Breda o Las Lanzas. Óleo sobre lienzo (307 x 367 cm.). 1634. Museo del Prado. Madrid.
Y para finalizar, un video sobre la pintura barroca:
Bibliografía:
-- Argan, G.C.: "Renacimiento y Barroco. De Miguel Ángel a Tiépolo". Akal. Madrid, 1987.
-- Bérchez, Joaquín y Gómez-Ferrer, Mercedes: "Arte del Barroco". Historia 16. Col. Conocer el arte, 7. Madrid, 1998.
-- Martínez Ripoll, A.: "El Barroco en Europa". Historia 16. Madrid, 1989.
--Triadó, Juan Ramón: "Historia del arte Barroco". Planeta. Col Las claves del arte. Barcelona, 1994.
-- Historia del Arte Salvat. "El Renacimiento 1 y 2". Salvat. Col. Historia del Arte, 10 y 11. Madrid, 2006.
Tiene Un Blog muy interesante gracias por seguir.
ResponderEliminarCreatividad e imaginación fotos de José Ramón
Un Cordial Saludo
Maravilloso, cada día disfruto más de sus entradas.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias.
Un buen repaso por los temas de la pintura barroca, donde lo religioso, lo mitológico y la expresión del poder tienen un importante protagonismo.
ResponderEliminarUn saludo.
parabéns,gostei muito do seu blog,ja estou te seguindo e sempre estarei por aqui a te visitar e comentar.bom domingo.
ResponderEliminarEn este tiempo del barroco tuvo lugar nuestro gran Siglo de Oro que el mundo entero admira.
ResponderEliminarSobre los autorretratos, advertir que de Velázquez, además hay un famosísimo autoretrato en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
Un abrazo.
Refleja toda un época y a través de la pintura conocemos la influencia de la religión tanto en los países católicos cómo en el de los protestantes más aburguesado. Este periódo ha dado grandes pintores desde luego.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana
Una pintura apoteósica, donde priman las representaciones historicistas y alegóricas. La culmen del retrato regio será,sin duda, Velázquez, el genio de la pintura por excelencia. Me gusta también mucho Van Dyck...en cuanto a ese alegorismo apoteósico me quedo con Giordano: La apoteosis de la Monarquúa Hispánica de la escalinta de El Escorial, La alegoría del Toisón de Oro en el Casón del Buen Retiro, la bóveda de la sacristía de la Catedral de Toledo, la cúpula de la Iglesia de San Antonio de los Portugueses de Madrid,...
ResponderEliminarReligión, mitología e historia son los grandes temas del arte barroco en general y de la pintura en particular. Pintura de grandes gestos por un lado pero, por otro, también con obras de gran recogimiento y trasfondo simbólico que hoy no somos capaces de comprender en toda su extensión como ocurre con algunas obras de Velázquez, por ejemplo.
ResponderEliminarUn saludo!!
Caravaggio es solemne.
ResponderEliminarSaludos, señor Hidalgo. Y estupenda entrada.
Puestos a preferir en esa riquísima y variada pintura barroca europea, me quedaría con la holandesa (Vermeer, Rembrandt y Ruysdael), Van Dick dentro de la flamenca(me entusiasman sus elegantes cortesanos y su dominio del color plata) y la española (Velázquez, Ribera y Maino, del que se ha celebrado hace nada una exposición el Prado).
ResponderEliminarSaludos profe
Gracias por tus palabras Paco, la verdad es que me alegra que haya profesores con iniciativas como la tuya. La Historia del Arte es tan importante como la Historia en sí, se puede aprender mucho más si acompañamos los hechos históricos con las obras creadas por las personas que lo vivieron, puesto que aportan la parte sentimental y personal. Me entristece que no sea una asignatura obligatoria y que solo unos cuántos tengan la oportunidad de acercarse a ella en un año de bachillerato. Es una pena que no entre en los planes de estudio y que incluso quieran hacerla desaparecer. La formación de una persona se queda coja si sólo se le da importancia a lo científico o lo matemático.
ResponderEliminarUn saludo!
Me ha gustado el vídeo.
ResponderEliminarComo siempre esta exposición tuya me aclara todo lo relacionado con el barroco.
Me gusta mucho la pintura holandesa.
Saludos Paco.
¡Hola Paco!
ResponderEliminarQuiero felicitarte una vez más por tu blog. Creo que es como un cofre lleno de tesoros artísticos con una documentación magnífica y que, entrada tras entrada, vas descubriendo ante nosotros.
Tus invitaciones a asomarnos a la Historia del Arte nos puede enriquecer a todos y, especialmente, a los nos movemos cerca de los pinceles porque nos puede aportar una buena cura de humildad y grandes dosis de "sabiduría" que nos hace poner los pies en el suelo y arrinconar tanta calderilla...
Así que te animo en tu valiosa tarea y agradezco también tu visita a mi blog. Saludos. Reyes