The Uffizi and classical mythology
La mitología, para una cultua que consideró el mundo clásico como un modelo, fue una categoría artística e ideológica esencial. El mito no se entendió como una reconstrucción literal de sus valores y significados clásicos, sino como un instrumento alegórico del presente por el que los príncipes o comitentes encontraban su refrendo y exaltación. Así, a lo largo de todo el Renacimiento, la mitología se utilizó como representación de una nueva imgen de poder y de la "virtú" del príncipe. La configuración de la representación mitológica se produjo en relación con las cortes humanistas, concretamente en torno al ambiente aristocrático del neoplatonismo de algunos círuculos, especialmente el de Lorenzo de Médicis. Así, en las dos grandes obras de Botticelli, "La Primavera" y "El nacimiento de Venus", realizadas para el primo de Lorenzo, Pierfrancesco de Médicis, expresan el espíritu neoplatónico de la corte humanística de los Médicis. La idea de la "virtú" del joven debe realizarse bajo la "humanitas" de Venus, símbolo de la educación humanística, una Venus engendrada por la naturaleza. Es decir, el mito no se desarrolla como expresión literal de la mitología clásica, sino como lección y filosofía del Humanismo.
De entre las grandes galerías del mundo, los "Uffizi" pertenecen a la categoría de las colecciones constituidas en gran parte sobre el patrimonio local de la ciudad, ya que Florencia fue uno de los centros donde se originó y que irradió el renacimiento de las artes desde finales del siglo XIII hasta la totalidad del siglo XVI. Mientras duró la primacia del dibujo, la ciudad toscana conservó una posición de primer plano difundiendo sus ideas artísticas en el resto de Italia. Desde el siglo XV la familia de los Médicis protegió continuamente a los artistas, en su papel de mecenas, y el influjo de su corte se notó hasta el final de la dinastía (1732). La herencia más valiosa dejada a la ciudad por la última de los Médicis (Anna María Ludovica) fue la colección de obras de arte que nadie podía sacar de la ciudad.
La galería fue colocada en el palacio de los "Uffizi" (obra del escritor y arquitecto Giorgio Vasari), destinado a tareas burocráticas. En la segunda mitad del siglo XVIII se comenzó la reordenación de la galería siguiendo un criterio histórico de utilidad pública, separándose las curiosidades naturales de las obras de arte, dejándose en la "Tribuna" algunos de los cuadros más famosos y las esculturas antiguas más admiradas. Pero allí también se alojaron las obras de las villas y palacios de la familia y otras adquiridas a lo largo de los siglos (Rafael, pintura veneciana, Barocci, pintura holandesa...).
Bronzino. Retrato de Cosme de Médicis. Temple sobre tabla.1545. 74 x 58 cm.
Cosme I Médicis fue el forjador del poder de la dinsastía a principios del siglo XV. El retrato con armadura que le hace Bronzino muestra un hombre poco agraciado, de mirada estrábica pero arrogante. Esa arrogancia es la que le hace cambiar los límites del viejo estado urbano por el Gran Ducado de Toscana. El cada vez mayor tamaño del estado toscano empezó a precisar la reorganización administrativa. La falta de espacio fue solucionada con la adquisición del Palacio Pitti (obra de Brunelleschi). Al liberar el palacio viejo de sus funciones residenciales, pudo ser dedicado a sede de gobierno, mientras que para las oficinas administrativas se encargó a Vasari la construcción de un nuevo edificio, los "Uffizi", cuyo nombre le vendría dado precisamene por sus funciones (oficios, trabajos burocráticos).
Pero Cosme I supo ir más lejos en sus ambiciones. Retomó en su gobierno las inquietudes humanistas de las que era heredero y decidió avalar su política con la protección de las artes y de las letras preparando el camino para la formación de la Galería. Fue su hijo, Francisco I, quién reservó una planta de los Oficios para abrir una galería pública, que pudo ser visitada desde 1591.
Fue Lorenzo el Magnífico quién hizo de su corte una leyenda. Entre los años 1469 y 1492 pasaron por Florencia los indiscutibles artistas de su época, que hallaron en la corte del Magnífico la más elegante y culta de las que se podían encontrar en Europa. A él parece deberse la primera labor verdaderamente coleccionista, dedicada en especial a esculturas y medallas antiguas (ayudado y aconsejado, al parecer, por Donatello), ya que tanto él como su hermano Giuliano tenían gran afición a las fiestas, torneos y a verse rodeado de poetas, filósofos y artistas. Entre estos últimos, Sandro Botticelli destaca como el mejor representado de todos los pintores de los Uffizi, en virtud no sólo del número de obras conservado, sino de la extrema sensibilidad para la belleza, la finura de su dibujo, los juegos casi musicales en el diseño y el movimiento. Botticelli entendió su arte como "muda poesía" (en palabras de Leonardo) con la que ilustrar las alegorías y metamorfosis de la antigüedad, siendo el artista protegido y preferido de los Médicis.
Pero no sólo fue Botticelli el artista protegido por los Médicis, sino que hubo otros grandes pintores y escultores que recibieron el apoyo y mecenazgo de esta familia, tal es el caso de Fillipo Lippi ("Virgen con el niño") y su hijo, Filipino, Andrea Verrochios ("Bautismo de Cristo"), Ghirlandaio, Bronzino ("Leonor de Toledo"), o Leonardo da Vinci ("Adoración de los Magos" o "Anunciación").
La Tribuna, con la Venus Medicea.
A principios del siglo XVII, con Cosme III, aparece una nueva proyección del museo que rompe las fronteras italianas y convierte la pinacoteca en un museo internacional, con la compra de de pintura flamenca, alemana y británica (obras de Van Dick, Rembrandt, Durero, Holbein el joven o Clouet). La dinastía Médicis pone fin a su dominio en los años treinta del siglo XVIII, y es la casa de Lorena quién se hace con las riendas de la ciudad, respetando las colecciones y contribuyendo a engrandecerlas. Pero, con anterioridad, la electora palatina Ana María Ludovica, preveyendo expolios, celebró una convención en 1737, por la que todas las obras de arte quedaban vinculadas a la ciudad, siendo la primera vez que una familia o dinastía se ha desprendido de un patrimonio artístico privado. Sólo añadir que, por falta de espacio, sólo una parte de la colección original de esculturas se conserva aún en los Uffizi, debido al traslado que se hizo en 1864 al Museo del Bargello.
Hoy en día, la Galeria de los Uffizi, gracias a su extraordinaria colección de pinturas y esculturas, la convierten en uno de los museos más famosos y visitados del mundo. Situada junto al Palacio de la Signoría, entre Via della Nina y Piazzale delli Uffizi, se encuentra situada en la última planta del gran edificio construido por Giorgio Vasari (entre 1560 y 1580). Su estructura es en forma de U, con una distribución de salas históricas, empezando por el Gótico en Italia (obras de Cimabue, Duccio o Simone Martini), el Quattrocento, Leonardo, la Tribuna o sala noble, la pintura flamenca y alemana, hasta terminar con las salas de Caravaggio y el Settecento. Vale la pena destacar el "Corridoio Vasariano": un corredor suspendido realizado por Vasari, que conecta la Galería con el Palacio Vecchio y el Palacio Pitti.
A continuación, pasamos a comentar brevemente algunas de las obras mitológicas alojadas en la Galería:
Venus de Médicis. Mármol. Siglo I. a.C. (copia romana de un original en bronce del siglo IV a.C.)
La Venus de Médicis, atribuida durante un tiempo a Lisipo, es una copia helenística de un original de la época clásica griega. Sigue el modelo instaurado por Praxíteles con la Venus de Cnido, y de la que tantas copias se hicieron. Representa el cuerpo desnudo, a escala real, de la diosa griega del amor, Afrodita (Venus para los romanos), sorprendida en el momento en que sale del mar, o del baño, y trata de taparse pudorosamente, como si se tratase de un instante fugaz. El hecho de ser copia en mármol se observa en el apoyo a los pies de un amorcillo cabalgando en un delfín. Fue comprada por el Cardenal Fernando de Médicis tras su aparición en la Villa de Adriano en Tívoli, y ocupa el lugar más relevante del muso en la Tribuna. Luca Giordano hizo multitud de dibujos de ella y Lord Byron le dedicó cinco estrofas en "Childe Harold". Existen varias copias de ella en otros museos, destacando la del Museo Puskhin de Moscú y la del Metropolitan de Nueva York.
Alesandro Botticelli. Alegoría de la Primavera. Temple sobre tabla.1477-78. 203 x 314 cm.
Se trata de la primera gran obra de Botticelli, originalmente pintada para para los primos de Lorenzo el Magnífico en Villa di Castello. En la obra vemos en un bosque florido de naranjos, de izquierda a derecha, al viento Céfiro, con tonos azulados y como un malicioso espíritu del aire, que trata de levantar del suelo a la ninfa Cloris, y la Diosa Flora, con túnica florida, con el regazo cubierto de rosas que va derramando a su paso. En el centro, ordenando la simetría, la figura vestida de la diosa del amor Venus, conforme al mito del Jardín de las Hespérides, vestida con una túnica blanca bordada en oro, collar de perlas y un rico manto rojo con motivos dorados. En la parte de la izquierda aparecen las Tres Gracias danzando en un suave movimiento circular y las manos entrelazadas, señaladas por Venus con la inclinación de su cabeza y la mano derecha, así como el dios Mercurio, que coge una fruta o señala al cielo ahuyentando las nubes que pueden oscurecer el jardín de Venus. Arriba de Venus aparece Cupido disparando una flecha a una de las Gracias. Esta obra se ha interpretado como el rostro feliz de la creación, es decir, el humanismo arropado por la naturaleza, la perfecta armonía entre los hombres y el universo que habitan. Sería una alegoría del reino del amor, divulgada por la filosofía neoplatónica como la "Humanitas". También se ha interpretado como una alegoría del amor entre Giuliano de Médicis (hermano de Lorenzo) y Simoneta Vespucci, dama admirada por ambos hermanos y musa del pintor, aunque también se interpreta como la muerte de Simoneta (1476), ya que ésta es alcanzada por la muerte, el Céfiro, y su renacer en el Eliseo. No está exenta la obra de elementos sugestivos y eróticos, como el Céfiro que trata de poseer a Flora o la desnudez de las Gracias bajo sus velos. Más allá de las interpretaciones simbólicas , la pintura contiene una fuerte carga de feminidad y de deseo. Toda alusión al amor y a su disfrute, toda referencia a los placeres de la vida está captada con la elegancia y refinamiento propios de Botticelli, con la delicadeza del trazo y el esplendor de los colores y la luminosidad de la obra.
Alesandro Botticelli. El nacimiento de Venus. Temple sobre tela.1482. 172,5 x 278,5 cm.
Este lienzo también también fue pintado por encargo de Juan y Lorenzo de Pierfrancesco de Médicis para Villa di Castello. La obra representa el nacimiento de la diosa clásica del amor, Afrodita o Venus. Dos versiones hay de su nacimiento: nacida de los amores de Zeus con Dione, sería la Venus carnal e impura, o del semen de Urano castrado por Cronos, que al caer al mar originaría la espuma de la que nace Venus, es decir el amor limpio y puro. Aquí vemos como una pareja de Céfiros en vuelo y abrazados, empujan con su soplo a la Venus desnuda en su concha hacia la orilla, donde una Hora, con manto floreado, (las Horas y las Gracias formaban parte del cortejo de Venus) la espera para revestirla de un rico manto bordado de flores henchido por el viento. Se explica aquí el sentido de la Venus pura, nacida del mar, que se cubre pudorosamente, cuyo rostro y cuerpo es nuevamente el de Simoneta. Esta pintura consigue expresar las más delicadas sensaciones, la frescura del soplo de los vienteos, el leve encresparse de las olas, la piel tersa de los cuerpos o la gracia de la estilización lineal. Pero no solamente es un pasaje mitológico, ya Ficino la había interpretado como parte del sistema de emanaciones neoplatónico en el proceso de la creación del cosmos. Es posible que Botticelli haya tratado de emular la famosa pero desaparecida "Afrodita Anadiómena", del pintor clásico Apeles. Por tanto, no es sólo la exaltación pagana de la belleza femenina; en tre los significados ocultos puede estar la correspondencia entre el mito del nacimiento de la diosa de la belleza en las aguas del mar y la convicción cristiana del nacimiento del alma del agua del bautismo. Así, más que del nacimiento de Venus, se trataría de su primer desembarco en la orilla terrena; de ahí otra interpretación de la obra como una pintura matrimonial, que alude a la celebración del amor y de la belleza femenina. Una vez más, la belleza que cuenta para el observador y para el autor, es la belleza espirirutal.
Alesandro Botticelli. Palas Ateneas dominando al centauro. Temple sobre tela.1480. 207 x 148 cm.
Nuevamente hace esta pintura para los primos de Lorenzo el Magnífico. Aparece Atenea, la diosa de la inteligencia y la guerra justa, con gran alabarda, que sujeta o domina con gesto tranquilo a un centauro armado con arco, quién se vuelve en escorzo con la mirada cargada de dolor y sorpresa. Es una obra de contrastes: líneas horizontales y verticales, tonos oscuros y claros, expresiones contrapuestas, un paisaje de lejanía y la pesadez del marco próximo de las rocas, así como un magnífico equilibrio de los volúmenes. La obra se ha interpretado de múltiples maneras: para unos el centauro sería Roma, mientras Atenea Florencia; otros ven en la obra un significado puramente ético, ya que la sabiduría y la inteligencia, la parte racional del hombre, doman a la ignorancia y la barbarie, la parte animal (centauro), por tanto, el triunfo de la paz sobre la discordia. Incluso motivos políticos: el triunfo de los Médicis (Atenea porta los anillos entrelazados del vestido, emblema de los Médicis) sobre los Pazzi (centauro), tras la conjura de éstos. Pero no se puede olvidar un episiodio de La Eneida de Virgilio que hace referencia a la alabarda, dond Minerva (Atenea), guardiana de la castidad, detiene al Centauro, personificación de la lujuria.
Tiziano Vecellio. Óleo sobre lienzo. Venus de Urbino. 1538. 119 x 165 cm.
En esta bellísima Venus del maestro veneciano, el pintor supera ampliamente a su maestro Giorgone, de quién toma la postura, por la utilización del color. Al armonizar los colores del primero y segundo plano, repitiéndolos como parte de un mismo escenario cromático, comienza en un estilo que acentuará con el tiempo. Además, la belleza ideal y serenamente contemplada por Giorgone es sustituida aquí por una imagen cargada de sensualidad. Representa a una joven recostada sobre un rico lecho deshecho de un palacete veneciano, con dos criadas al fondo que guardan ropas en un cajón (posible alusión al mito de Pandora), y un perrito dormido en la cama. La jóven aparece con el cabello revuelto sobre los hombros, orgullosa y consciente de su belleza y desnudez, y mira de modo dulce, cómplice y provocador al que la observa. Tiziano innovó con este cuadro al presentar claramente la voluptuosidad, merced al tratamiento decidido del desnudo, la postura sugerente y la mano que tapa el pubis, justo en el centro de la obra, y a la gran pureza formal del conjunto. El cuadro, que subraya la importancia erótica dentro del matrimonio, tenía probablemente una función precisa: persuadir a la esposa del encargante (Guidobaldo della Rovere, Duque del Camerino y futuro Duque de Urbino) al connubio amoroso con él.
Caravaggio. Baco. Óleo sobre lienzo.1589. 98 x 85 cm.
Caravaggio es el maestro del naturalismo y la realidad sin idealización alguna. Para él cualquier personaje tratado, ya sean dioses o ángeles, santos o héroes o vírgenes, están tomados de los modelos de la calle: golfillos, borrachos, mendigos o prostitutas, y muchas de sus obras fueron tachadas de vulgares u obscenas. En esta obra de tema pagano y aparentemente renacentista (esquema triangular, reposo, luz clásica), el realismo barroco aparece en la observación de la realidad, en la corona de pámpanos sobre la cabeza con hojas secas y otras verdes, en el colorido real del cesto de frutos. La evocación del dios pagano, a la cual remiten todos los atributos, se realiza en una atmósfera de luminosa claridad que pone de manifiesto la autenticidad y la naturaleza del modelo. El dios clásico del vino y la lujuria aparece representado como un jóven andrógino, con formas híbridas de hombre y de mujer, de aspecto lánguido, afeminado y ambiguo.
Terminamos este recorrido con un poema de Lorenzo de Médicis, que refleja lo que fue el renacer clásico del humanismo, la importancia del hombre y la belleza en su corte de Florencia.
Quant’è bella giovinezza Qué bella es la juventud,
che si fugge tuttavia! y, sin embargo, como huye de prisa.
Chi vuol esser lieto, sia: ¡Quien quiera ser dichoso, lo sea!
di doman non c’è certezza. Del mañana no hay certeza.
Para saber más:
- Página oficial de la Galería de los Uffizi (inglés e italiano)
- Visita virtual por los Uffizi (inglés).
- Guía de la Toscana (castellano)
Hola Paco, de antemano te agradezco tu visita, y te felicito por tu trabajo en este blog.
ResponderEliminarPersonalmente, la mitología y la pintura prerrafaelista tienen para mí un gran interés,
en ocasiones han sido una fuente de inspiración.
Aunque el arte en general me apasiona.
Un abrazo, seguiré visitándote.
Impresionante el trabajo que has publicado, lo miré por encima el otro día y hoy me he sentado a leerlo. Así da gusto visitar los blogs.
ResponderEliminarMe quedo con El Nacimiento de Venus, una obra única.
Felicidades de nuevo y saludos.
Gracias Carmen por tu comentario. A mi también me inspira mucho la mitología y me encanta; de hecho estoy pensando hacer otro blog sobre mitología y mundo clásico. Un abrazo.
ResponderEliminarTambién te agredezco mucho, Julia, que te pases por aquí y que te guste lo que hago. Intento de vez en cuando hacer cosas diferentes, ya que en clase es muy difícil explicar museos o historias raras de artistas. Saludos.
Paco he estado viendo la nueva imagen k le as dado al blog y me gusta mas que la antigua.
ResponderEliminarTambien me ha impresionado la imagen del rostro de la Magdalena penitente.
Me gusta esa plasmación de la belleza espiritual que Boticelli muestra en sus cuadros, que se extiende a otros elementos de la naturaleza, en cualquier simple detalle.
ResponderEliminarEs importante la labor realizada por Anna María Ludovica con respecto a las obras del Palacio de los Uffizi.
Saludos afectuosos.
¡Hola Paco, ha sido un agradable hallazgo este blog! contiene información, reflexión y análisis que son de mi interés... me he dado un buen paseo incial y sin duda volveré.
ResponderEliminarTe dejo un saludo fraterno desde el confín austral!