Annibale y Agostino Carracci. Gran Galería del Palacio Farnesio. 1600. Palacio Farnesio. Roma.
En Italia la pintura
barroca
empieza en los últimos
años
del
s.
XVI
con
dos
escuelas
y concepciones de la pintura muy diferentes: la de Caravaggio y la que forma
el
taller
de los
Carraci.
Los Carracci y Caravaggio reaccionaron frente al manierismo desde posiciones
distintas, visibles en los modelos que animan sus cuadros y en la iluminación.
A) La escuela de los
Carracci forman el clasicismo pictórico, se inspiraron en la escultura
grecolatina, copiaron los dioses de la antigüedad pagana, recuperaron las
proporciones ideales del cuerpo humano y dieron origen al Clasicismo
academicista. En cuanto a su procedimiento técnico y al uso de la luz,
pintaron grandes frescos para decorar los techos y paredes de palacios, que
aparecen iluminados con tonos claros. Esta línea pictórica fue seguida por
otros pintores como Rini, Poussin o Lorena. Es la escuela que tendrá más éxito
en Italia (no fuera de ella, donde triunfa el naturalismo en Francia o España),
representando el arte oficial.
B) Caravaggio
retrata a la gente corriente de la calle de manera directa, inaugurando el Naturalismo.
Su pintura representa la vanguardia, lo novedoso, lo que aporta algo diferente.
En su proceder técnico impone en sus lienzos de caballete el tenebrismo,
buscando efectos de claroscuro, don de un foco de luz externo alumbra
dramáticamente aquellas zonas que le interesa, dejando el resto en penumbra. En
Italia tendrá pocos seguidores, pero su técnica es muy seguida en Francia con
Georges Latour, o en España (Ribera, Zurbarán, Velázquez...).
Cristófano Allori. Judith. 1580 . Palacio Pitti. Florencia.
En este post nos vamos a centrar en la primera línea, el clasicismo y la luminosidad de los Carracci.
Los pintores italianos más reputados de fines del siglo XVI no eran romanos ni florentinos, sino boloñeses. En Florencia, la personalidad pictórica de más relieve a finales del siglo XVI y comienzos del XVII es Cristofano Allori (1577-1621), autor de la Judith de la Galería Pitti y La Sagrada Familia con el cardenal Fernando de Medias, en el Prado, que demuestran su sentido poético, aristocrático y delicado, expresado con tonos cálidos y pastosos.
Pero los más característicos artistas de este período son los Carracci, que fundaron en Bolonia su Academia. Los carracci fueron una familia boloñesa, integrada por los dos hermanos
Agostino y Annibale, y su primo Ludovico, que recuperaron para el arte italiano la concepción poderosa y sensual del mundo mitológico. En Bolonia, su ciudad natal, universitaria y culta, con una gran burguesía de funcionarios y hombres de letras, abrieron una academia privada, la Academia del Incaminati (los que van por el buen camino), cuya asignatura más fuerte era el dibujo y se proponían con ello revalorizar la tradición clásica y adaptarla a los nuevos tiempos. Su método fue adoptar, de cada uno de los grandes artistas que les habían precedido, una de sus cualidades. Les interesa lo mejor de cada maestro del Renacimiento y así toman el relieve y el modelado de las figuras de Miguel Ángel, el dibujo de Rafael, el color de los venecianos y el esfumato de Leonardo. Los tres artistas formaron un taller común, que se deshizo con la marcha a Roma en 1595 de Annibal Carracci (1560-1609), el más importante de todos y el que ejerció mayor influencia del grupo.
Ludovico Carracci. Madonna Bargellini. 1588. Pinacoteca Nacional. Bolonia.
Representan la continuidad de la tradición clásica y tuvieron más éxito que Caravaggio. Eran
el arte oficial y académico. Reaccionan contra
el manierismo, pero frente a la realidad con imperfecciones, deforme e
inmediata de Caravaggio, prefieren una naturaleza más matizada e
intelectualizada. Para ellos, las cosas se deben pintar como deberían ser, no
como son. Por tanto, buscan la belleza ideal con un depurado dibujo,
interesándose por la naturaleza y el paisaje, de gran belleza, equilibrado,
basado en el mundo clásico, en las ruinas antiguas, en la armonía y proporción
del cuerpo clásico y en la solemnidad y el orden de la obra de Dios. El arte
clasicista boloñés es desde luego realista, frente al manierismo, pero puede
parecer idealizado también si se enfrenta con el naturalismo caravaggista. Ni
que decir tiene que el éxito de esta nueva corriente fue enorme tanto en los
medios eclesiásticos, como en los medios cultos, que recobren unas
posibilidades de arte clasicista mitológico o alegórico, con formas bellas y
verosímiles. Sus clientes eran los
Farnesio,
los
Mañani
y otros grandes nobles, mientras que Caravaggio
A los Carracci se les debe el dibujo académico.
Dibujando el modelo vivo creían encontrar inspiración para creaciones
verdaderamente artísticas, y, por este método, durante siglos los
aprendices de pintor, y aun los maestros pintores, llenaron papeles de
fastidiosas academias, obtenidas de modelos vivos profesionales.
Annibale Carracci. Asunción de la Virgen. 1590. Museo del Prado. Madrid.
Annibale
Carracci era un hombre dotado de una extraordinaria sensibilidad y de una
capacidad de asimilación de formas semejante a la de Rafael. Estudió los
modelos venecianos de los Bassanos, a Corregio, Tiziano y, luego, a Rafael y
Miguel Ángel. Una vez en la ciudad eterna, el joven cardenal Farnese le encarga
la decoración pictórica de su palacio, que acomete en dos fases, el Camerino
(1595-97) y la gran Galería (1597-1604). En el despacho privado del cardenal o Camerino
del Palacio Farnesio desarrolló quince historias sobre Hércules y Ulises,
que escondían una intención moralizante, justificando así el empleo de la
mitología pagana en la Roma
contrarreformista. Aludían al triunfo de la virtud y el esfuerzo frente al
peligro y la tentación. Hércules y Ulises, representados a escala monumental,
aparecían como prefiguras paganas de Cristo, que obtenían la salvación tras
vencer las dificultades de la vida.
Annibale Carracci. Hércules en la encrucijada del Camerino del Palacio Farnesio. 1596. Museo Nacional de Capodimonte. Nápoles.
La Bóveda de la Galería del Palacio Farnesio,
realizada por Annibale y Agostíno,
es una obra
barroca que destiñe clasicismo. También guardaba un propósito alegórico.
Ilustra la poderosa fuerza del amor, ante la que ceden los dioses y los héroes.
Annibale fingió en el techo una arquitectura ilusionista en la que encuadró
varias bodas, cono si fueran cuadros de caballete integrados en el fresco. Son marcos organizados al fresco, que recuerdan la compartimentación
de la Capilla Sixtina, además algunas figuras están copiadas de Miguel Ángel. Aparecen figuras desnudas sentadas
en la cornisa fingida, además de figuras grandiosas pero más humanas que las de
Miguel Ángel. El asunto central es el Triunfo de Baco y Ariadna, subidos a un
carro tirado por leopardos y cabras. El cortejo nupcial de sátiros, silenos y
ménades que acompañan al dios del vino, bailando y tocando instrumentos
musicales, resume las claves del clasicismo: un estilo solemne, inspirado en
los modelos antiguos y en el canon de belleza que aplicaron los griegos al
cuerpo humano, resuelto con dibujo apretado y luz poniente. Pero este salón influyó
en muchos artistas de la época extendiendo el influjo del clasicismo por todo el Barroco italiano. Esta pintura es
un resumen del clasicismo de los viejos maestros. Lo único propiamente barroco es
el
escorzo
y
el
esquema diagonal de Mercurio.
Annibale y Agostino Carracci. El triunfo de Baco y Ariadna. 1600. Gran Galería del Palacio Farnesio. Roma
Los
frescos de la gran Galería ejercieron una poderosa influencia en la pintura
barroca europea, convirtiéndose en punto de referencia de las exultantes
mitologías de Rubens. La familia de los Carracci cultivó también el género
religioso, dominado por la ortodoxia iconográfica y por el espíritu de Rafael
(un ejemplo es la Huida
a Egipto de Annibale Carracci), y desarrolló el paisaje y el bodegón. Sus paisajes
son clásicos con figuras pequeñas que representan escenas bíblicas o
evangélicas, con una naturaleza serena y equilibrada.
Annibale Carracci. Huida a Egipto. 1603. Galería Doria-Pamphili. Roma.
Los discípulos de la
Academia de los Carracci son muchos y todos ellos de gran
importancia en su tiempo. Los más conocidos son Domenichino, que hereda de
Annibale la sobriedad monumental y el gusto por el paisaje; Francesco Albani, dedicado
sobre todo a los cuadros mitológicos con delicadas figuras de paisajes que
parecen anunciar el Rococó, Juan Lanfranco y Carlo Maratta, pintor del pleno barroco,
puente al neoclasicismo del siglo XVIII.
Pero el mejor discípulo de los Carracci fue Guido Reni
(1575-1642), también bolones. A la edad de veinte años entró en la
Academia y fue pronto el preferido de Ludovico. En cambio Annibale
comprendió en seguida que aquel muchacho "sabía ya demasiado". Guido
Reni, al notar falta de afecto en sus maestros, dejó la Academia y
se marchó a Roma para trabajar por su cuenta. Allí pintó su única obra
universalmente admirada; es un gran fresco en el casino del jardín del
palacio Rospigliosi. Representa el Carro de Apolo, rodeado de las Musas y precedido por la Aurora. Es
una composición de gran frescura y espontaneidad. Fue el maestro de la elegancia un poco fría a veces, pero dibujante excepcional y colorista refinado, que cultiva con igual éxito lo mitológico (Hipómenes y Atalanta), que lo religioso.
Guido Reni. Hipómenes y Atalanta. 1618-1619 Museo del Prado. Madrid.
Guido Reni. Hipómenes y Atalanta. 1618-1619 Museo del Prado. Madrid.
ResponderEliminarEs mi cuadro favorito por excelencia,
siempre que voy al prado lo visito, seria la obra que me llevaría a casa.
Saludos.
Dos hermanos claros exponentes del tiempo artístico que les tocó vivir. Impresionante su maestría y su dominio del color.
ResponderEliminarBuena semana!!
Es un tema recurrente en el arte el de la confrontación entre el ideal academicista, políticamente correcto, que busca el equilibrio y hacer las cosas según mandan los cánones, adaptando la realidad a los modelos idealizados, y el de ese otro realismo, más verosímil y más real si se prefiere, cotidiano y humano, donde la imperfección y la auténtica realidad pueden considerarse también materia artística.
ResponderEliminarEn esta entrada tenemos para todos los gustos.
Un saludo.
Son, unas pinturas de una belleza culta.Me encanta la" Huída a Egipto" aunque el paisaje dista mucho de ser el egipcio: me encanta los matices de luz de la gradación admosférica.
ResponderEliminarUn abrazo feliz día Paco.
Lo que es esa galería del palacio Farnesio, es como para no terminar de admirar nunca todos los detalles, de cuya profusión da una buena muestra la imagen que nos muestra.
ResponderEliminarSi acaso, entre las obras de arte que nos muestra hoy, la de Judith con la cabeza en la mano me resulta demasiado impresionante. El primer impulso es volver la mía!
Feliz comienzo de semana
Bisous
Al igual que el barroco no me gusta en arquitectura en pintura la encuentro sutil, espiritual. Me gusta mucho la huida a Egipto.
ResponderEliminarEl cuadro de Hipómenes y Atalanta lo vi hace poco en el Prado.
Un abrazo y buena semana
Una autentica lección de arte.No cabe duda, has vuelto con las pilas cargadas de tu largo puente.
ResponderEliminarUn saludo
Como siempre, todo me maravilla, me gusta mucho pero Huida a Egipto es la mejor de todas, sin dudas.
ResponderEliminarUn beso.
Qué maravilla esa bóveda del Palacio Farnesio donde las horas se hacen cortas admirando y soñando tanta belleza artística.
ResponderEliminarQué buen trabajo, Paco.
Un beso y buena semana.
Los discípulos casi superaron a los maestros como es el caso de Guido Reni que me parece un pintor sensacional.
ResponderEliminarLa Gran Galería del Palacio Farnesio es algo alucinante.
Una estupenda entrada que te robo para mi archivo particular. Un abrazo.
Hola Paco:
ResponderEliminarMe gusta mucho Hipómenes y Atalan, sin embargo me extasia el Palacio Farnesio, mejor dicho su bóveda
Espero que el puente haya sido provechoso Paco.
Saludos
Todas tus entradas son excelentes, pero ya sabes, las que se refieren a obras de arte relacionadas con Roma me seducen de una manera especial. Tuve la oportunidad de ver el carro de Apolo en el casio de los Rospigliosi y, francamente, no se cansa una de mirarlo... Lo malo es que sólo lo abren al público un día al mes. Si no tienes suerte... Besos.
ResponderEliminarQuerido Paco, vaya por delante mi rendición absoluta ante el "otro Miguel Ángel", el Merisi, pero también disfruto ante la galería mitológica de Carracci; ¡y qué decir de Reni! Nunca dejo de disfrutar de su bellísimo "Arcángel Miguel" venciendo al demonio mientras cuento a mis alumnos la historia de este cuadro como una venganza eterna del pintor contra el papa, jaja. Actualmente la iglesia de los Capuchinos está en restauración y no es posible por ahora disfrutar "in situ" de este cuadro.
ResponderEliminarMil bicos, caro.
Maravilloso, Paco, maravillosos todos los ejemplos que nos ofreces. Llegado a este punto la pintura, parecería que ya no se puede hacer otra cosa que repetir, que ya no queda evolución.
ResponderEliminarUn abrazo
Son artesanos muy dotados, y desde luego es necesario más que técnica para lograr obras como algunas de las suyas... Pero yo me temo que soy mas de Caravaggio.
ResponderEliminarUn abrazo, paco
Ahora se puede visitar la embajada francesa en Roma, menos mal, ya era hora de poder contemplar ese canto hermoso a la vida gozosa de los hermanos Carracci, ni que sea un día al mes como dice la amiga Isabel, habrá que coincidir o esperar.
ResponderEliminarGracias por este despliegue deslumbrante de arte, besitos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenos días Paco! estupendo post y maravillosas pinturas, pero yo soy más de Caravaggio, me apasiona.
ResponderEliminarSaludos y feliz martes!
Asombra la maestría, el dominio de la técnica, tanto del color como de la forma, que otorga un dinamismo y viveza inigualable en sus composiciones.
ResponderEliminarGracias, Paco, por esta magnífica entrada.
Un abrazo.
Que hermosura!
ResponderEliminarUn festìn para los ojos del cuerpo y del alma.
Hipòmenes y Atalanta me subyugaron jajaja.
Todo el post me subyugò.
Gracias querido Paco, te dejo un abrazo inmenso y te cuento que estoy con menos tiempo para visitar los blogs, de todas maneras siempre me harè un momento para llegar hasta tu estupenda ventana.
Besos.
Hola Paco, no quiero pasar un día más por tu blog sin dejarte un comentario a tanta belleza. Tengo que decirte que has hecho una escuela en este espacio, con un modo atractivo y ameno de aprender... Artistas que trabajaron sin descanso buscando la perfección.
ResponderEliminarSaludos.
Ya sé que no toca, pero la "Judith" de Allori, es una maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo.
A pesar de valorar la gran labor de los Carracci, me quedo con el trabajo de Caravaggio porque tomó modelos de la calle y nos presentó la divinidad en la tierra. Sus pies sucios atraen mucho más que la esplendidez de los cuerpos del Olimpo.
ResponderEliminarUn saludo