Pedro de Ribera. Fachada del Antiguo hospicio de Madrid. 1721-1726. Madrid.
Las iglesias madrileñas del Barroco
“La
planta más frecuente en las iglesias madrileñas es la de salón de eje longitudinal, muy corto respecto al ancho de la nave.
Sus características están determinadas por el empleo de materiales y técnicas
que favorecieron un tipo que se adaptaba perfectamente a las necesidades del
culto y al gusto de la época. Su origen es producto de la evolución del tipo de
planta más frecuente entonces en Europa, que tiene precedentes en la
arquitectura gótica española: iglesia de una sola nave con capillas laterales
entre los contrafuertes interiores.
Con la iglesia del Gesú de Roma este tipo de planta pasó a ser el de mayor
aceptación hasta el siglo XIX. Pero en Madrid, en donde son muy poco frecuentes
las iglesias con capillas laterales profundas y comunicadas entre sí, formando
una planta de tres naves, tenemos que tener en cuenta la influencia decisiva de
las iglesias de carmelitas, de una sola nave, con retablos colocados en
hornacinas en los dos muros laterales de la misma. Estas iglesias, que también
proporcionaron el tipo de fachada más característico de lo madrileño, son
estrechas y profundas y carecen de cúpulas,
y las madrileñas en cambio, al emplear muros estrechos y cúpulas encamonadas, amplificaron el espacio de la nave, logrando
salones más amplios, anchos y de mayor articulación. Una sola excepción se
cuenta en Madrid; la de la iglesia del Carmen de proporciones estrechas, más
larga que ancha, debida a la exigüidad de su solar.”
BONET
CORREA, A.: Iglesias madrileñas del siglo
XVII. Madrid, 1961.
Churriguera, urbanista “ilustrado”
“José Benito
Churriguera recibió en 1709 el encargo de levantar el poblado de Nuevo Baztán,
fundación al nordeste de Madrid de sus amigos y mecenas los Goyeneche, que
había de comprender un palacio, iglesia, las casas de los colonos y hornos y
oficinas para establecer una industria de fabricación de vidrios finos. Las
obras debieron durar hasta 1713, en que se sabe que Antonio Palomino pintó
durante quince días del mes de septiembre las pechinas de la iglesia. Los
Goyeneche, poderosos banqueros, empresarios y dueños de la Gaceta de Madrid,
que no poseen la nobleza de cuna, sino que la consiguen gracias a su tesón y
méritos personales, son a comienzos del siglo XVII una especie de ilustrados avant la lettre. Aplicando a España la
teoría de V. L. Tapié, según la cual la arquitectura clásica francesa del XVII
sería el reflejo de las ideas de una élite de intelectuales y racionalistas
ciudadanos frente al barroco campesino y popular, no sé si la condición social
de los comitentes influyó en José Benito para que levantara un complejo que
tiene mucho de anticipaciones ilustradas. G. Kubler se admira de que la iglesia
sea insospechadamente severa y de que los retablos aparezcan casi rabiosamente neoclásicos,
libres del maderamen y hojarascas a que nos tiene acostumbrados el concepto de
churriguerismo. El mismo palacio nada tiene que ver de la ostentosidad
típicamente barroca; es más bien una villa campesina donde se resucitan los
almohadillados a la rústica de las villas italianas del Renacimiento. Tampoco
la plaza trasera es una plaza de toros, como se la ha llamado, antes el centro
funcional y utilitario de un complejo industrial destinado a la fabricación del
vidrio, a cuyo alrededor se colocan los diversos hornos y talleres. Sin
embargo, «lo interesante en la urbanización churrigueresca —como ha escrito
Fernando Chueca— es que, apuntando algunos ideales propios de la época,
resuelve todo con fórmulas castizas españolas».”
RODRÍGUEZ
G. DE CEBALLOS, A.: Los Churriguera.
Madrid, 1971, p. 27.
José Benito de Churriguera. Retablo Mayor del Convento de San Esteban. 1692. Salamanca.
Los académicos neoclásicos contra el arte barroco
“Se le hace autor de los adornos de arquitectura que se usaban en
su tiempo, dándoles el nombre de churriguerescos; pero si a alguno se le ha de
dar el título de inventor de esta ridícula casta en España, ninguno es más acreedor
a él que don Pedro de Ribera, que la usó antes que Churriguera con más
extensión, y en obras más públicas y más principales, pero aquellos adornos tienen
origen más antiguo. Un ejemplo muy autorizado en el mismo Vaticano abrió camino
a la libertad, para que huyendo de la sencillez y de la verdad, pudiesen los
ignorantes hacer lo que se les antojase; de manera, que Churriguera y todos los
de su época no hicieron más que difundir las máximas extranjeras en España, con
las que profanaron (digámoslo así) los órdenes de arquitectura, y el decoro y
seriedad del adorno de los templos”
E. LLAGUNO y AMIROLA, Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración, Madrid 1829, t. I.
La penetración de la arquitectura barroca
"Aunque la evolución es paulatina, la proporción y
equilibrio del vocabulario clásico se transforma, y un nuevo vigor
parece reemplazar la razón por la sensación, articulándose las fachadas
mediante recursos que potencian la verticalidad o nuevos ritmos(...)
La pared adquiere una significación dinámica a través de un rico
repertorio de formas cóncavo-convexas, consecuencia de planes
circulares, ovales o mixtos, afirmando las cúpulas, que tienden a
emanciparse de la planta, su papel preponderante tanto al interior como
en el espacio urbano. El muro parece desaparecer mediante juegos
ópticos, y los medios adoptados para lograr la interpenetración
espacial son increíblemente variados e imaginativos, insistiendo la
decoración ilusionista en la preocupación del Barroco por la
continuidad del espacio, que se enfatiza en el uso del espejo con
efectos arquitectónicos originando una superficie infinita (...)
Característica esencial del espíritu barroco es la fusión de elementos
plásticos con el espacio al servicio de una idea, y la luz (oculta,
radiante o simbólica) favorece la ilusión alcanzando notable
protagonismo".
R. CAMACHO: Barroco y Rococó: Arquitectura y urbanismo. En Historia del Arte. Vol 3. Alianza. Madrid 1997, pág 163
Konrad Rudolf. Fachada Catedral de Valencia (Puerta de los Hierros). 1701. Valencia.
ESCULTURA
Montañés y su obra maestra
“La
verdadera revelación de su personalidad la logra en el Cristo de la Clemencia,
contratado en 1603 con el arcediano de Carmona D. Mateo Vázquez de Leca y
acabado ya en 1606; estaba destinado al oratorio privado del Arcediano, quien
lo cedió luego a la cartuja de Santa María de las Cuevas; y, secularizada ésta
pasó a la sacristía de los Cálices de la catedral de Sevilla.
En sus líneas generales sigue este Crucifijo
el tipo de los de Rojas, el maestro granadino de Montañés, aunque los de aquél
están siempre muertos y el de la Clemencia, según reza el contrato con Vázquez
de Leca, había de estar vivo, como si hablase al que está orando a sus pies,
quejándose de que por su culpa padece.
Esta
imagen, una de las más justamente famosas de Montañés, está realizada con
extraordinario esmero, como ofrenda devota del artista, que se comprometió a
que valiese quinientos ducados, sin admitir en pago sino trescientos. Puede
servir como prototipo representativo del Cristo andaluz, casi sin sangre, sin
tortura, evitando así la emoción superficial; el desnudo está tallado con
insuperable maestría; tiene los pies cruzados y sujetos con dos clavos, lo que
evita lo forzado de la sujeción con un clavo solo; el sudario, muy amplio, se
ciñe con un nudo; la cabeza está inclinada, y el rostro, de correcta belleza,
trasciende serena majestad.
El
arte sublime de Montañés une aquí la emoción plástica de la obra bella con una
emoción religiosa profunda, sin estridencia ni recursos efectistas, hablando
más al alma que a los sentidos. Pintólo, como tantas obras de Montañés,
Francisco Pacheco, introductor de la imaginería sevillana de la policromía
mate, hecha al óleo con pincel, como sobre el lienzo; frente al pulimento de
las encarnaciones renacentistas que semejaban, en frase del mismo Pacheco,
«platos vidriados».”
GÓMEZ
MORENO, M. E.: Breve historia de la
escultura española. Madrid, 1951, p. 121.
Juan Martínez Montañés. Cristo de la Clemencia o de los Cálices. 1603. Sacristía de la Catedral de Sevilla.
"Pero
quizá el elemento definitorio de la imagen religiosa en el Barroco
lo constituya, junto con la preocupación por la retórica, la
importancia extraordinaria que comienza a darse a la expresión teatral
de las pasiones y de los mismos acontecimientos. El teatro había
sido una manifestación cultural de gran importancia durante el
Renacimiento, y en el Manierismo fue una de las principales
actividades del mundo de las cortes (...) No obstante, desde
comienzos del S. XVII, los medios del teatro dejan de emplearse con el
sentido lúdico y festivo del Manierismo, para convertirse en el medio
favorito de expresión de contenidos retóricos y emocionales de la
imagen profana y religiosa. En el Barroco, la retórica persuasiva usa
de las ficciones gestuales y espaciales del teatro con fines de
convencimiento religioso (...) En la época del barroco el teatro es,
sobre todo, un sistema de representación que constituye la mejor manera de visualizar los contenidos religiosos de la imagen.
F. CHECA & J.M. MORÁN: El Barroco. Istmo. Madrid 1982, págs 218-219
La tradición de los belenes y Salzillo
"La piadosa tradición de los Nacimientos ha contado en España con numerosos cultivadores entre los que, limitándonos a los siglos XVII y XVIII, recordamos al mercedario Eugenio Torices, la Roldana, José Ginés, Ramón Amadeu, José Esteve... A ellos en gran parte se debe haber mantenido con dignidad el prestigio pesebrista español frente a italianos, austriacos y portugueses. Pero entre todos, Salzillo representa una de las más cálidas y afortunadas referencias. Gracias a él, toda esa múltiple motivación barroca del Nacimiento se despliega ante nuestros ojos, con un acento personal inconfundible, en polícroma perspectiva: lo pintoresco, lo menudo, lo cortesano, lo apacible y lo pastoril, unido a un arraigado sentido de lo popular. Vivo testimonio del acierto logrado es la indeclinable admiración suscitada por este Belén excepcional en que el imaginero murciano llegó a convertir el barro en ilusión, es decir, lo más frágil en lo más entrañable. Cualquiera aseguraría que fue cosa de milagro".
PARDO CANALIS, E. Francisco Salzillo. Madrid, 1965.
Francisco de Salzillo. Nacimiento del Belén para Josualdo de Riquelme y Fontes. 1776-1783. Museo Salzillo. Murcia.
El naturalismo en la pintura española
“El
viejo Pacheco también parece haber
sido de la opinión de que el estilo naturalista,
al que su yerno se había adherido,
había sido importado a Sevilla desde Italia. Nada daría una opinión más alta de
la importancia de la innovación de Caravaggio,
pues en ninguna parte su influencia produjo frutos más afortunados. Lo que en
Italia sólo había sido una breve y tumultuosa campaña, emprendida por
aventureros y seguida por una invasión igualmente pasajera de franceses,
holandeses y alemanes, fue a las orillas del Betis una «edad de oro» que dio a
España sus mejores pintores. Pacheco dice de Ribera que «ahora tiene el primado en pie, en la práctica de los
colores»; menciona en varias ocasiones a Caravaggio, este «valiente imitador
del natural», y, en una ocasión, cuando recomienda ceñirse siempre a la
naturaleza, lo hace al lado de su yerno; dice: «Así lo hacía Micael Angelo
Caravacho; ya se ve en el Crucificamiento de San Pedro (con ser copias), con
cuánta felicidad; así lo hace Jusepe de Ribera, pues sus figuras y cabezas
entre todas las grandes pinturas que tiene el Duque de Alcalá parecen vivas y
lo demás, pintado, aunque sea junto a Guido Boloñés; y mi yerno, que sigue este
camino, también se ve la diferencia que hace a los demás, por tener siempre
delante el natural».”
JUSTI,
C.: Velázquez y su siglo. Istmo.
Madrid, 1999, p. 134.
Contraste entre Velázquez y Zurbarán
“En
la pintura de Velázquez, la unidad pictórica quedaba establecida no sólo a
través de factores como el aire y la atmósfera, sino en gran medida, a través
de un nuevo sistema de relaciones cromáticas. Velázquez registraba
sensiblemente las numerosas mutaciones de color, obtenidas a través de la luz
refleja, en un armonioso sistema de tonos relacionados entre sí, a menudo
poniendo el énfasis en las tonalidades neutras, grisáceas.
En el polo opuesto, Zurbarán, como los
artistas medievales, usaba sus tintas con preferencia en plena intensidad, sin
gradaciones.
A
simple vista, sus colores, en vez de ser armoniosos, son a menudo
sorprendentemente disonantes, una cualidad estimulante para los ojos modernos.
Este
originalísimo uso del color en el decenio 1630-40 actuaba, hasta cierto punto,
contra el canon barroco de unidad e integración. Así pues, el artista fue
modificándolo gradualmente; y a partir de 1650, alcanzó una sutil mezcla de
matices.
El
estilo de Zurbarán no sólo tiene paralelos modernos, sino que parece
«primitivo» sólo si se le compara con el esplendor barroco de ricas catedrales
y lujosos palacios.
Sus
patronos eran los austeros y severamente reglamentados monasterios, que
superaban a las iglesias seculares en la relación de tres a uno.
No
ha de extrañar que el artista satisficiera a los rigurosos monjes con sus
disciplinadas pinturas religiosas que aluden al cerrado silencio de la
contemplación monástica. Una íntima afinidad existía entre Zurbarán y los
monjes, de modo que bien puede creerse que representa a la España conventual de
siglo XVII.
También la corte siguió siendo rígida y
formalista durante mucho tiempo, en la primera mitad del siglo: y ello se
reflejó en los pocos retratos de rígidas posturas que el artista pintó durante
su visita a Madrid en 1634, y después de ella.”
SÁNCHEZ SORIA, M.: The
paintings of Zurbarán,, Roma 1953.
Francisco de Zurbarán. La Virgen de los Cartujos. 1630-1635. Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Descripción y elogio de Las Meninas por Palomino
"El lienzo, en que está pintado es grande, y no se ve nada de lo pintado, porque se mira por la parte posterior, que arrima a el caballete.
Dio muestras de su claro ingenio Velázquez en descubrir lo que pintaba con ingeniosa traza, valiéndose de la cristalina luz de un espejo, que pintó en lo último de la galería, y frontero cuando, en el cual la reflexión, o repercusión nos representa a nuestros Católicos Reues Felipe Y María Ana. En esta galería, que es la del cuarto del Príncepe, donde se finge, y donde se pintó, se ven varias pinturas por las paredes, aunque con poca claridad; conócese ser de Rubens, e historias de las Metamorfosis de Ovidio. Tiene esta galería varias ventanas, que se ven en disminución, que hacen parecer grande la distancia; es la luz izquierda, que entra por ellas y sólo por los princiapales, y últimas. El pavimento es liso, y con tal perspectiva, que parece se puede caminar por él; y en el techo se descubre la misma cantidad. A el lado izquierdo del espejo está José Nieto, Aposentador de la Reina, muy parecido, no obstante la distancia, y degradación de cantidad, y luz, en que le supone; entre las figuras hay ambiente; lo historiado es superior; el capricho nuevo; y en fin, no hay encarecimiento, que iguale a el gusto, y diligencia de esta obra; porque es verdad, no pintura.... Colocóse en el cuarto bajo de Su Mjestad en la pieza del despacho, entre otras exclentes y habiendo venido en estos tiempos Lucas Jordán, llegando a verla, preguntóle el señor Carlos Segundo, viéndole como atónito: ¿Qué os parece? Y dijo: "Señor, ésta es la Teología de la Pintura", queriendo dar a entender, que así como la Teología es la superior de las ciencias; así aquel cuadro era lo superior de la Pintura".
PALOMINO, ANTONIO. Museo Pictórico. 1724. Ed. madrid. 1947.
Pacheco y el arte de la pintura
"Pintura es arte que enseña a imitar
con líneas y colores. Esta es la definición (...) Esto supuesto, la
difinición de la Pintura consta de género y diferencia. Arte es el
género: razón común en que conviene con las demás artes diferentes
della en especie. La diferencia por la cual difiere de las demás, es
que enseña a imitar con líneas y colores todas las cosas imitables de
la arte y de la imaginación y, principalmente, las obras de naturaleza;
y esto en todas superficie, pero más de ordinario en superficie llana
(...)".
"Pero yo me atengo al natural
para todo; y si pudiese tenerlo delante siempre para los paños y sedas y
todo lo demás, sería lo mejor. Así lo hacía Micael Angelo Caravacho;
ya se ve e el Crucificamiento de S. Pedro (con ser copias), con cuánta
felicidad; así lo hace Jusepe Ribera, pues sus figuras y cabezas entre
todas las grandes pinturas que tiene el Duque de Alcalá parecen vivas, y
lo demás pintado, aunque sea junto a Guido Boloñés; y mi yerno, que
sigue este camino, también se ve la diferencia que hace a los demás,
por tener siempre delante el natural"
PACHECO, F. (1649), Arte de la Pintura
Diego de Velázquez. Las meninas o la familia de Felipe IV. 1656. Museo del Prado. Madrid.
El Barroco en la arquitetectura me gusta menos que en la pintura o en la escultura. El barroco ha dado grandes artistas. Salzillo es de los que más me gusta,
ResponderEliminarHas elegido buenos teros para documentarnos
Te deseo una gran semana
Bss
La pena que tengo es haber tenido un profesor de Barroco tan horrible en la facultad, pero a pesar de todo, me han quedado ganas de apreciar el arte de esta época que tan buenos ejemplos ha dejado en España por no hablar de Italia, claro está.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Me pasa lo mismo que a la comentarista Katy. Del Barroco me quedo con la pintura y con algo de la escultura (Bernini, por ejemplo). La arquitectura ya me gusta menos con tanto movimiento y recargamiento. Sobre gustos...
ResponderEliminarUn saludo.
Me impactan estas obras sublimes, sobre todo la belleza, la majestuosidad y la ornamentacion de la Catedral de Valencia.
ResponderEliminarUn beso, feliz comienzo de semana.
Muy buena elección de fuentes e imágenes. Tus alumnos tienen mucha suerte de tener un profesor tan preparado.
ResponderEliminarUn saludo.
El barroco, en todos sus facetas tiene interés. En música es extraordinario. Y una época histórica que dio muchos frutos no solo en arte.
ResponderEliminarQue pases una buena semana y que tus alumnos te hagan la ola, lo mereces.
Muy ilustrativo estos textos sobre el barroco. Me gusta la arquitectura barroca, pero la virgen de los cartujo siempre me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos
El Barroco español es una poderosa mezcla de ornamentación y sobriedad y es abundante y complicado;difiere del europeo que es, emotivo y alucinado.El problema la pobreza de los materiales empleados para esta magníficas edificaciones.Destaca mucho la policromía en las esculturas.
ResponderEliminarUna entrada chapó te felicito y nos vas refrescando la memoria.
Feliz martes Paco un abrazo.
Del Barroco que quedo la pintura,la arquitectura nunca me gustó, es demasiado ostentosa.
ResponderEliminarComo siempre una buena elección de las obras y un gran texto.
Saludos
Estupendo post. Me encanta que hayas puesto la foto de la fachada de la catedral de Valencia. En su origen, antes esa puerta (puerta de los hierros) llevaba una callejuelita, por lo que el efecto debía ser muy impactante. Al crearse la plaza, cambia esa impresión, pues se ve la fachada barroca en medio del resto del edificio gótico... Besazos.
ResponderEliminarSé que me escapo del temario, Paco, pero hace tiempo que deseo preguntarte por qué la escultura sevillana y todo lo que conlleva el arte cofrade se ancló en el Barroco y no hay forma de salir de ahí. No es una respuesta, sino una sugerencia para otra de tus clases magistrales.
ResponderEliminarUn abrazo
Preciada y preciosa bibliografía textual.
ResponderEliminar"En la época del barroco el teatro es, sobre todo, un sistema de representación que constituye la mejor manera de visualizar los contenidos religiosos de la imagen".
Espléndida afirmación: en mi opinión ahí está el verdadero origen, significado y fin de las procesiones de imágenes tan expresivas de Semana Santa.
Un abrazo, Paco.
Oooh!,Paco, qué difícil me lo pones!...veo una estupenda y extensa entrada que da para mucho que comentar y con detalle.
ResponderEliminarPor mi procedencia y seguro que ya lo estás adivinando esta noche nada más que voy a comentar un punto: Salzillo!, Francisco Salzillo era hijo de un escultor italiano, de Nápoles, y este escultor para mí posee una clase y categoría digna de mérito y alabanza y que tú ya has comentado, uno de los más grandes artistas del Barroco.
Creo que a todas las anteriores y maravillosas escuelas españolas en el siglo XVIII la escultura policroma destaca en Murcia, se crea una nueva escuela, pero esta escuela tiene nombre, es Salzillo.
Sus esculturas son de pose elegante y preciosas cabezas, nadie como él sabe agrupar con maestría a diferentes personajes, es sin duda un escultor de pasos procesionales.
He visitado muchas veces el museo y es cierto la impresión que se siente cuando estás delante de sus obras, parece que primero han sido creadas en pequeño y después se han realizado en grande, están muy bien modeladas, quizás por esta razón lo primero que nos viene a la imaginación es pensar en un Belén. Su obra "La caída" es magnífica y "El Prendimiento", preciosa es la "Oración del Huerto" y está considerada su obra maestra.
Amigos, no se puede visitar Murcia y salir sin ver de cerca una obra de Salzillo.
Muchos recuerdos,
un beso!.-
Como otros comentaristas, yo me quedo con la pintura y un poco de la escultura barrocas.
ResponderEliminarEso sí: en la plaza que hay detrás del edificio de la primera foto pasé mi infancia :)
Abrazos, Paco
Como siempre, un recurso imprescindible.
ResponderEliminarUna estupenda colección de apuntes con remisión a sus autores para los que queramos ampliar conocimientos. Casi tendríamos que pagarte por las clases particulares que nos das. Un abrazo.
ResponderEliminarNos dejas la voz pura del Barroco, como un bello montaje escènico, una maravilla.
ResponderEliminarLas Meninas nos hablan con un lenguaje lleno de simbolismo.
Gracias Paco por èstas maravillas.
Besos y abrazos.
Del barroco me quedo con la música, pero en arquitectura también hay obras maravillosas, como bien se aprecia en esa fachada de la catedral de Valencia que usted nos muestra.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous
Demasiado recargado el retablo Mayor de de San Esteban. La talla del Cristo es de un gran belleza. Hay algunas esculturas que parece que tienen vida.
ResponderEliminarBueno pues aquí, me voy a cotumbrando a ver arte de una manera diferente.
Un beso.
Querido Paco, no hay mejor definición para el Barroco, "ilusión"; los gallegos y los portugueses lo llevamos en el código genético.
ResponderEliminarMil bicos, caro.
Me gustó la Virgen de los cartujos de Zurbarán, todos bajo la protección de su manto, no recordaba haberle visto nunca.
ResponderEliminarUn abrazo.