Frontal de Urgell o de los Apóstoles. Catedral de la Seu d´Urgell. S. XII. Museo Nacional de Arte de Cataluña. Barcelona.
Pintura sobre tabla.
Un capítulo muy importante dentro de la pintura románica española son los frontales de altar. Consiste en unas tablas decoradas que servían para colocar al frente de los altares. Esta denominación comprende dos tipos de obras, el antipendium, que se colocaba delante del ara, y el retablo, que se disponía sobre la mesa del altar. En un caso u otro es evidente la influencia de las obras de orfebrería prerrománicas, a las que pretende imitar; aparecen, sobretodo,
en el área catalano-aragonesa, en especial en las iglesias rurales catalanas, pudiéndose contemplar la mayoría de ellos en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Estas piezas son rarísimas en todos los países europeos. Se trata de un género más delicado, de proporciones más reducidas, pero que carece de la fuerza poderosa de los frescos murales de los ábsides. Estas pinturas sobre madera no eran iconos aislados, sino que formaban parte de la decoración de la mesa de altar y le servían de frontal en la cara que miraba a los fieles.
En las iglesias más ricas eran metálicos (bronce) y en ocasiones se confeccionaba con oro y piedras de orfebrería. En las iglesias parroquiales y rurales, más pobres, se utilizaba la madera como base, preparándola con una capa de yeso antes de pintarla al temple de huevo. Estas son precisamente las que nos han llegado en España. El altar podía adornarse además con un baldaquino, cuya tapa ofrecía también pinturas, o se arrimaba a la pared cubriéndose con una tabla pintada horizontal, colocada a modo de tejadillo. Por evolución del frontal nació el retablo, que es la pieza que se coloca detrás y por encima del altar.
En las iglesias más ricas eran metálicos (bronce) y en ocasiones se confeccionaba con oro y piedras de orfebrería. En las iglesias parroquiales y rurales, más pobres, se utilizaba la madera como base, preparándola con una capa de yeso antes de pintarla al temple de huevo. Estas son precisamente las que nos han llegado en España. El altar podía adornarse además con un baldaquino, cuya tapa ofrecía también pinturas, o se arrimaba a la pared cubriéndose con una tabla pintada horizontal, colocada a modo de tejadillo. Por evolución del frontal nació el retablo, que es la pieza que se coloca detrás y por encima del altar.
Frontal de Aviá. Iglesia de Santa María de Aviá (Barcelona). S. XIII. Museo Nacional de Arte de Cataluña. Barcelona.
Frontal de Sant Martí Sescorts. Osona (Barcelona). S. XII. Museo Episcopal de Vich (Barcelona).
La temática va a ser variada, destacando
los dedicados a la Virgen, Cristo o historias de santos (en especial, su vida y martirio), pero siempre
siguiendo un esquema compositivo simétrico, muy equilibrado y
geométrico, generalmente dividido en tres calles verticales. Por tanto, la superficie de los frontales aparece fragmentada en registros, reservando el núcleo central para la Maiestas Domini o la Maiestas Mariae, y rellenando los espacios laterales con milagros, historias y martirios de los santos patronos. Los marcos de los frontales se decoraban con formas vegetales y geométricas.
Se ha distinguido, tradicionalmente, tres escuelas o talleres, los de la Seu de Urgell, Vich y Ripoll.
Se ha distinguido, tradicionalmente, tres escuelas o talleres, los de la Seu de Urgell, Vich y Ripoll.
Ejemplos
importantes son el Frontal de Aviá (dedicado a la virgen con el niño en arco lobulado, rodeado con cuatro escenas de la Anunciación y la Visitación, el nacimiento, la Epifanía y la presentación de Jesús en el templo.), de principios del siglo XIII, en clara transición al gótico, el Frontal
de la Seu de
Urgell (S. XII), que presenta a los oce apóstoles escalonados a ambos lados del Pantocrátor dentro de una doble aureola, y el Frontal de San Quirze y su madre Julita en Durro (localidad leridana del valle del Boí; S. XII). Este último, conservado en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, detalla los suplicios que padecieron ambos santos bajo la persecución de Diocleciano, el año 303, en la ciudad de Iconio. Al niño Quirze, de siete años, le introdujeron en su rostro tantos clavos a martillazos como años tenía; luego le acuchillaron el cuerpo y, finalmente, le aserraron la cabeza y el tronco. Con anterioridad, ya le habían introducido con su madre en una caldera de aceite hirviendo. La ordenación espacial del conjunto está sujeta a al regla de la
simetría, de tal forma que la impresión general es la de una fuerte
geometrización. La falta de patetismo y de señales de sufrimiento ante tales tormentos
refleja la ingenuidad y el simbolismo de la representación románica. En cuanto al color, la utilización de colores planos no impide lograr un brillante cromatismo.
Frontal de San Quirze y su madre Julita. Iglesia de Durro (Lleida). S. XII. Museo Nacional de Arte de Cataluña. Barcelona.
Miniaturas
Los talleres de miniaturas fueron muy frecuentes en los monasterios
en este mundo caracterizado por la religiosidad. En los "scriptoria" de
los centros monacales se realizaron numerosas decoraciones de biblias, salterios, hagiografías, e incluso, otros libros de carácter profano. Muchos ejemplares aumentaron el tamaño de sus hojas ante la costumbre de colocarlos presidiendo el altar en las ceremonias litúrgicas.
Su temática es similar a la de la pintura moral, pues esta última se inspiraba en las miniaturas. Con respecto a su ejecución, el dibujo y el color se aplican,
a veces, sobre pequeñas láminas de oro adosadas al pergamino.
En la miniatura europea sobresalen dos escuelas como más importantes, la italiana y la inglesa. La
miniatura italiana se relaciona estrechamente con el arte bizantino,
destacando como más característicos los rollos de pergamino (Exultet)
que se utilizaban en las iglesias del sur de Italia en la ceremonia de la bendición del cirio pascual. La escuela inglesa
se distingue por la complejidad decorativa de sus iniciales y el
expresionismo de las representaciones, destacando en este aspecto la
Escuela de Winchester.
Enrique de Blois. Hoja Morgan de la Biblia de Winchester. S. XII. Catedral de Winchester.
En España
y durante el siglo XI continuó la tradición de la pintura mozárabe
llegándose a copiar algunos de los Beatos de la centuria anterior, o realizándose otros como el del Monasterio de Silos. En España persisten los modelos mozárabes que coexisten con las obras que reflejan sus relaciones con las obras europeas. En S. Millán de la Cogolla radicó un importante scriptorium del que
salieron obras guardadas en la Academia de la Historia de Madrid. Son importantes las Biblias catalanas del siglo XI, la Biblia de San Pedro de Roda (Biblioteca Nacional de París) y la Biblia de Ripoll (Biblioteca Vaticana), colosales por su tamaño y que más que una ilustración, son un resumen sabio y bello de toda la ciencia bíblica de aquel tiempo; ámbas demuestro una gran soltura en el dibujo y dinamismo en la composición; también están los códices con textos de carácter histórico y jurídico, como el Libro de los Feudos (Archivo Muncipal de Barcelona) y el Libro de los Testamentos (Catedral de Oviedo). Éste último tiene el canon de las figuras alargado y un estilo de preciso lineamiento y
viveza de colorido. Es una de las obras cumbres de la miniatura
española.
Miniatura de la Biblia de San Pedro de Roda. S. XI. Biblioteca Nacional de París (Richelieu).
Libro de los Testamentos. S. XII. Catedral de Oviedo.
La frontalidad, la falta de perspectiva y la sencillez no menoscaban la frescura y la originalidad tremenda de estas pinturas.
ResponderEliminarUn saludo.
Paco...." La pintura romàntica "
ResponderEliminarAdmirable como todo lo que publicas.
Gracias por compartir tanta belleza !!!
Recibe mis saludos desde Argentina.
un beso
Dentro de la falta de expresividad en el gesto trasmiten muy claramente el mensaje: que es lo que destaca en el Románico.
ResponderEliminarMe ha encantado estas entradas y tus reseñas muchas graxcias Paco.
Lo que hoy puede parecernos sencillez infantil por la falta de perspectiva, nos habla del proceso histórico de la pintura y la dificultad de expresar la realidad en tan solo un plano.
ResponderEliminarUn abrazo
Nunca he sido muy aficionada a la pintura sobre tablas pero encuentro que has sabido encontrar unas buenas entre ellas, después de haber leído tu publicación las voy admirar de otra forma.
ResponderEliminarUn abrazo
Me han gustado siempre este tipo de pinturas, destacaría especialmente las tres primeras, son de una belleza singular.
ResponderEliminarEn el post pasado te había comentado lo que me atrae el románico.
ResponderEliminarUna técnica simple pero hermosa.
Saludos Paco
Hola Paco, magníficas esas pinturas
ResponderEliminartan llenas de historia,
gracias por compartir,
ya llegan estas fechas tan entrañables, deseo que la paz y la ilusión llamen a las puertas de tu hogar, ¡felices fiestas!,
un abrazo.
Te deseo felices fiestas y año nuevo, en unión de tu seres queridos.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
ResponderEliminarHola, PACO HIDALGO.
Siento calor en el corazón, el alma.
Le deseamos todo el más feliz de los días de fiesta!
Gracias por su amabilidad.
ruma de Japón
Cuánto hay para aprender aqui! Prometo regresar y leer.
ResponderEliminarHoy entré para dejarte la nueva dirección de mi blog,
http://elviajeinacabadodeohma.blogspot.com.es/
Un fuerte abrazo.
Sin duda se haría imposible entender los rudimentos del arte moderno sin la comprensión total de la pintura románica. Su sencillez a la hora de plasmar historias complejas para un público analfabeto se acerca mucho a la concepción del cómic o al primitivismo artístico, modelo del arte actual.
ResponderEliminarPor cierto, para poder disfrutar dle mejor arte románico se hace imprescindible la visita al Museo Nacional del Arte de Cataluña.
Un saludo
Gran belleza las miniaturas, cuanto mas mini mas bellas. Es un arte encantador.
ResponderEliminarUn beso.
Preciosos frontales, empezando por el de los Apostoles que encabeza tu entrada. Pero ¡las miniaturas! Ahí no se ve la "mano del artista", se ve su corazón.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco