Retrato de César. Mármol. S. I a.C. Museo Arqueológico de Nápoles.
Los romanos, en el
campo escultórico, más que creadores, fueron conocedores y coleccionistas de
arte griego; van a copiar en mármol, muchas de las esculturas griegas, pero también van a realizar escultura originales, basándose en la precedente estatuaria etrusca, y desarrollando el retrato que van a llevar a la perfección. Utilizan como materiales el bronce, el barro cocido y el mármol.
La escultura romana no estaba relacionada con
la arquitectura, con la construcción, como ocurría en Egipto, pues sólo servía
como decoración.
Para el romano las
artes figurativas, la escultura y la pintura, tuvieron siempre un marcado
carácter realista. Y ésta es una de las constantes que perviven, hasta nuestros
días, en la cultura mediterránea. La razón primaria de lo nos es desconocida,
pero es bien cierto que ya los etruscos son fieles al realismo en los retratos
funerarios o en las pinturas de sus tumbas. Es muy probable que ese sentido
práctico que caracteriza al pueblo romano le llevara a una plástica en la que
las personas y las cosas se reconocieran como tales. Pero la cultura romana no
puede sustraerse, en absoluto, del influjo griego, y lo helénico tiende más
hacia la abstracción y hacia el idealismo. Por ello se dan dos corrientes
paralelas en Roma, una popular y realista, y la otra aristocrática e idealista.
Así, habrá una tendencia que evoluciona desde el idealismo helenístico al
hieratismo, rigidez y realismo etrusco, para luego idealizarse otra vez en el
imperio, en especial con los retratos de emperadores y temas religiosos.
Retrato de Luciud Iunius Brutus. Bronce. S. III a.C. Museos Capitolinos. Roma.
El retrato es el elemento principal y más original de la escultura romana.
El retrato romano tiene su origen en el arte etrusco, en el mundo griego helenístico y en las máscaras de cera de los muertos que se guardaban en las casa para rendirles culto
(Imagines Maiorum, máscaras de cera que solían hacerse a los difuntos para guardarse en el Larario como recuerdo y veneración
a los antepasados. Era el
positivo de un negativo real con lo
que el parecido era absoluto). El artista procura reflejar no sólo la realidad física, sino también su dimensión psicológica, y este es el sincretismo
romano: el retrato realista de los etruscos y el retrato psicológico
helenístico.
En
la línea de esa corriente realista y popular que hemos señalado, hunde sus
raíces en los retratos funerarios etruscos. El fondo pragmático y realista del
latino le exige retratos fidedignos y casi nunca idealizados. El artista
esculpe en las cabezas una fidelidad al modelo que traduce no sólo el parecido
físico sino el psicológico. Dentro de
esa línea realista, niños, jóvenes, hombres y mujeres y ancianos fueron
captados con escrupulosa veracidad. : rostros severos, desdentados, surcados de
arrugas y accidentados con verrugas y cicatrices, todo vale buscando el máximo
naturalismo.
En escultura, los etruscos ejercieron, bajo la República un papel preponderante. Los etruscos eran habilísimos fundidores y, aunque los modelos fueron muchas veces griegos, su intervención fue ya etrusca, latina y romana. La famosa Loba del Capitolio en bronce, que se ha considerado siempre como el estandarte de Roma, debió de ser encargada por los romanos a los fundidores etruscos, en tiempos remotos, cuando todavía eran en arte clientes de sus vecinos. Se puede fijar dos series de retratos de bronce en la época de la República. En la primera figurarán obras que, como el seudo Brutus, son etruscas, si no por su inspiración, por su factura; en la segunda serie esta nota etrusca es ya muy menguada, y va afirmándose lo típicamente romano, aunque quede todavía la técnica etrusca de los fundidores, pues estos continuaron manteniendo en Roma una colonia importante que perduró hasta la época de Augusto.
Togado Barberini. Mármol. S. I a.C. Museos Capitolinos. Roma.
En Grecia de los primeros siglos después de la invasión de los dorios sólo tenían derecho a la estatua los personajes heroizados. En Roma, el derecho a la efigie se obtenía por servir al Estado, tal como lo recogía el "Ius imaginum". Por tanto, estas estatuas serían de los grandes hombres de la última etapa de la República que habrían desempeñado altos cargos en las magistraturas y tenían derecho a la silla curul. Quién caía en la traición se le revocaba el derecho a la estatua. Así, las estatuas de Mario fueron destruidas por Sila, quién creyó que su predecesor había usurpado poderes, pero fueron después repuestas por César. Las estatuas del mismo César fueron derribadas por los republicanos y repuestas por Augusto... Más tarde las de Domiciano fueron decapitadas por Nerva, e igualmente las de Geta por su hermano Caracalla. Pero el Ius imaginum debió ser mantenido con todo su vigor en los primeros siglos de la República, más por las mismas razones que no se mantuvo estrictamente en Grecia, también en Roma se violó desde muy antiguo. Cicerón se alegraba de haber ssido elegido para un cargo con silla curul, porque así podrá él también, aunque de origen humilde, verse inmortalizado en efigie.
Los primeros retratos de funcionarios romanos que consiguieron el derecho a la imagen eran sólo bustos y estaban ejecutados en cera. Se guardaban en un armario especial, como un sagrario, llamado tablinum, abierto en una de las paredes del atrio central de la casa. Las imágenes en cera de los antepasados ilustres se llevaban con pompa por los individuos actuales de las grandes familias romanas, sobre todo en los funerales. Y como, con el tiempo se ajaron y ensuciaron, debieron sustituirse por copias en bronce o mármol. En los tablinum conservados se aprecian que las ceras eran de color, y para que fueran más realistas, los cabellos eran de pelo natural y los ojos de pasta vítrea.
Grupo funerario de Catón y Porcia. Mármol. S. II a.C. Museos Vaticanos. Roma.
Estas estatuas hoscas se mantuvieron durante casi toda la República. Sólo en el siglo II a.C. los patricios romanos que habían viajado por Grecia y Oriente empezaron a importar estatuas para sus colecciones particulares; también los consules importaron trofeos escultóricos de Siracusa, Corinto y tantas otras ciudades, poblando Roma de imágenes majestuosas que tanto contrastaban con las ceras y bronces de etruscos y romanos primitivos. En Nápoles se formó una escuela local de escultura que reproducía modelos antiguos, muy estimados por los coleccionistas de la época y hasta algunos talleres se arriesgaban a producir tipos y composiciones originales, no desprovistos de interés. En algunas obras resulta algo difícil distinguir si son verdaderamente copias de esculturas originales de los maestros del siglo VI o V, o si son pastiches compuestos hábilmente por los escultores de la escuela helenística de Nápoles. Este sería el caso de la Diana de Pompeya o el Orestes y Electra del Museo de las Termas de Roma.
En
la República
predomina el realismo en los retratos. Al principio sólo se esculpía hasta la
cabeza, luego hasta los hombros, y ya en tiempos de César los hay de cuerpo
entero. Mucha influencia etrusca es perceptible en estos retratos, que se basan
en mascarillas de cera para perpetuar la imagen de los antepasados. La primera obra en el tiempo
es el Retrato de Lucius Junius Brutus, fechada en el siglo IV a.C., y se duda sobre si su autor es romano o etrusco ( es difícil
porque entonces no hay
división artística entre roma y el resto de las ciudades etruscas).
La técnica de fundición es etrusca pero el personaje es sin dudad romano, se trata del
Libertador que en el año 509 expulsó
al último rey etrusco
de Roma. Los ojos son de pasta vítrea para acentuar la profundidad de su mirada, el rostro es
grave y severo, la expresión seria pero serena. Hay una buena técnica en
pelo y barba.
Diana de Pompeya. Bronce. Templo de Apolo. Pompeya (Italia).
Menelao. Grupo de Orestes y Electra. Mármol. S. I a.C. Museo de las Termas. Roma.
Destacable
dentro de los retratos romanos es la Estatua Barberini del
siglo I a.C., ciudadano romano portando las mascarillas de dos antepasados.
También destacan el Retrato de
Pompeyo, muy realista, es
un
retrato
sólo de la cabeza. Hay un absoluto dominio
técnico
mediante el cual se realiza
un
estudio
psicológico del personaje. Se esculpe u rostro que emana virtudes: una esbozada sonrisa que refleja la
bondad, integridad, pureza y serenidad mental.
Justo
la
imagen que debía dar un político. También los Retratos
de César (hasta el cuello y de cuerpo entero), el Busto de Catón y Porcia, y el Retrato de Cicerón. En todos ellos se aprecia fuertes
caracteres romanos y que nunca vemos en la obra helenística, tales como la
dureza de trazos y de expresión.
Busto de Escipión el Africano. Bronce. S. II a.C. Museo Arqueológico de Nápoles.
Busto de Pompeyo. Mármol. S. I a.C. Ny Carlsberg Gliptotek. Copenhague.
Busto de Marco Tulio Cicerón. Mármol. S. I. a.C. Museos Capitolinos. Roma.
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Ahora dejamos dos videos de Artehistoria, uno sobre los precedentes del retrato y otro, sobre la evolución del retrato romano:
Extraordinario arte, super realista.
ResponderEliminarSaludos, Paco!
Espléndido, como siempre, Paco. Después de tanta perfección no queda otra salida al arte que imitar o deformar la realidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Soberbia entrada.
ResponderEliminarY un aviso para navegantes: cómo es posible que una cultura con ese grado de perfección técnica y artística, fuera engullida por la historia, sepultando a Europa -habría que exceptuar a Bizancio- en siglos de atraso y barbarie. ¿Será ese el nuevo destino de la civilización occidental?
Un saludo.
Me ha gustado especialmente Diana de Pompeya. Buena entrada Paco, un abrazo
ResponderEliminarAnalizando los retratos romanos se pueden sacar conclusiones estupendas de las modas, los peinados y el aspecto de los hombres y mujeres que vivieron hace dos mil años. ¿Alguien sería capaz de hacerse un moño como el que lucen las patricias de la época republicana? Quizá alguno o alguna responda que sí, pero no sé yo si tendrían la habilidad de realizar los complejos peinados de las mujeres de la corte imperial. Pero esa lección ya vendrá más adelante en el temario.
ResponderEliminarUn saludo
Al ir leyendo tu entrada, Paco, no he podido dejar de acordarme de mi profesor de Griego. Siempre echaba bufidos contra los romanos porque fueron meros herederos acomodados del mundo griego al que conquistaron y, en su opinión, plagiaron hasta la saciedad.
ResponderEliminarCon el paso de los años, he descubierto que eso fue una verdad a medias, que los romanos actualizaron e innovaron la técnica griega -la cultura, leyes y demás, poco- , y más concretamente, la técnica del retrato. Sin embargo, creo que son deudores de ese mundo griego del que se apoderaron aunque también admiraron.
Me encanta refrescar y ampliar con tus entradas, ese arte que tanto me gustó en su día y que hoy admiro desde una perspectiva humilde en lo que respecta a conocimientos, pero que gracias a ti, recupero del disco duro de mi memoria.
Un beso, Paco.
Interesantisimo Paco.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención la perfección que tenían.
Saludos
Y cuantas se habrán perdido por la damnatio memoriae.
ResponderEliminarMe ha impresionado el de Escipión el African, el mítico general romano que venció a Anibal, otro mito.
Un interesante Paco. Un abrazo.
Pues yo voy a tener pesadillas con Iunius Brutus, monsieur. Menuda mirada. El tipo debía de intimidar bastante. Y, desde luego, qué difícil poder captar algo así en un bronce!
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Incleible la perfección en el cincelado de estos retratos y la evolución de la estética.
ResponderEliminarUna cultura superior siempre esta expuesta a ser imitada y en este caso para perfeccionarla.
Un saludo.
Siempre me he fijado en la arquitectura e ingeniería romanas dejando de lado la escultura o en este caso el retrato. Muy interesante el tema, al menos para mí, por lo desconocido.
ResponderEliminarUn abrazo.
... y todo para "culminar" en la Dama de la Permanente... já, já.
ResponderEliminarQuerido Paco, recuerdo que en el mes de junio de este mismo año, de nuevo, saltó a la palestra, como viene sucediendo de modo cíclico, la "cuestión de la Loba Capitolina"; la tesis actual, defendida por Uberto Broccoli, superintendente de Bienes Culturales de Roma, es que la figura de bronce que se guarda en los Museos Capitolinos es una "copia medieval de un original etrusco", demostrándose así que la "luperca" es unos 1700 ños más joven de lo que se creía; no obstante, Broccoli afirma que "la fecha nunca será exacta". Le pasa lo que a la "Fíbula de Preneste", por veces auténtica, por veces falsificación. ¡Démosle tiempo al tiempo y veremos nuevas hipótesis!
ResponderEliminarMil bicos, caro amico.
Vengo al cole profe:-)
ResponderEliminarUnos conocidos y otros menos siempre es bueno dar un repaso a la historia. Cuando veo estas estatuas siempre me pregunto que sentiría el retratado al verse en ella. Un cuadro se puede retocar, pero arreglar la piedra no sería fácil.
Un abrazo y buen finde
Qué maravillosa entrada, Paco. Me ha encantado. Me fascina el retrato romano, su originalidad, su evolución realista...todo... y por eso tu entrada me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLa Diana de Pompeya, impresionante...
Un saludo y ¡¡muy buen trabajo!!