El Renacimiento agotó su inspiración a partir de 1550. Entonces surgen los artistas manieristas, los cuales no tenían una capacidad creadora de primera magnitud. A fines del s. XVI o inicios del XVII se nota un cambio a todos los niveles y también artístico. Todas las artes plásticas se sentirán alteradas por igual.
El término Barroco fue creado despectivamente en el S. XIX por los clasicistas, enemigos del recargamiento decorativo del S. XVII. En el s. XX se volvió a valorar el arte del Barroco pero no homogéneamente: se atacó la arquitectura barroca por ser bárbara y desproporcionada, pero se elogió sobre todo la pintura de Poussin o de Velázquez. La pintura fue el arte más importante del Barroco instrumentalizándose mucho mejor que el resto de las artes.
El nombre “Barroco” surge en el lenguaje técnico de los joyeros portugueses, que aplicaban el término “barrôco” a la perla irregular, de contorno imperfecto, que engastaban en monturas de oro y plata. Será en la Francia de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando adquieren por primera vez un sentido estético, pero de valoración negativa, calificándose al estilo como armonía confusa (Rousseau) o extravagante. Durante el siglo XIX se mantiene esta acepción y juicio peyorativo y despectivo: Barroco es lo excesivamente complicado, ampuloso, recargado, por oposición a las normas clásicas que el arte del Renacimiento había definido y, que los degenerados artistas siguientes se habían encargado de corromper. Así, las voces “borrominesco” y “churrigueresco” son términos muy negativos. Para los ilustrados españoles, los retablos barrocos de Churriguera habían apestado los templos. Eran pegotes, emplastos, insignes mamarrachos; deformes maderajes, faltos de orden y concierto; ridículas fruslerías, mezquindades, armatostes de hojarasca, locuras rematadas de miembros bárbaros y monstruosos, abortos ridículos del arte. La reivindicación del Barroco como un estilo propio, independiente y en oposición al Renacimiento se debe al historiador suizo Heinrich Wofflin, en su tratado “Renaissance und Barrock” (1888), quien aprecia la altísima categoría del movimiento. En España, hubo que esperar a 1908 para que Eugenio D´Ors iniciara la recuperación del Barroco, así como de Churriguera, arquitecto maldito.
Hoy se sitúa al Barroco en su auténtica perspectiva histórica. No es sólo un estilo desproporcionado y recargado. Hay que profundizar más. Ya no es sólo aquel arte irregular, contorsionado, grotesco o de mal gusto, como lo calificaron los neoclásicos del s. XIX.
La cuna del Barroco vuelve a estar en Italia, exactamente en Roma, allá por el último decenio del S. XVI. La Roma contrarreformista desarrolló una política plástica contra los nórdicos luteranos. Este cambio provocó una inversión estética radical que fue el inicio del Barroco. De aquí pasó a las Cortes absolutistas de España y Francia, donde el Barroco fue un arte al servicio del poder real, instrumentalizado por la Iglesia católica y el Rey, y popularizado para tener bien amarrado al pueblo. En cuanto a su cronología, con frecuencia se ha articulado el arte barroco en dos etapas:
A) Barroco pleno o maduro, que abarca desde 1620 hasta 1680, coincidiendo con las explosión de la generación artística que ha nacido en el tránsito del siglo: Bernini, Zurbarán, Borromini, Velázquez, Van Dyck, Alonso Cano o Rembrandt.
B) Barroco tardío o Rococó, aquel que perdura desde el último cuarto del siglo XVII hasta 1750, consiguiendo su apoteosis en las cortes centroeuropeas de Viena y Praga.
Siempre se ha catalogado al Barroco como el arte de la Monarquía absoluta y el arte de la Contrarreforma, así como el arte del Mercantilismo y la revolución científica mercantilista. El surgimiento de los grandes estados modernos en el siglo XVII y su fortalecimiento los lleva a una incesante lucha entre ellos por alcanzar su hegemonía. Podríamos resumir la situación europea del siglo XVII como un conjunto de estados entre los que se da una problemática que conduce al establecimiento de dos tipos de poderes:
A) Poder Real. En los países de fuerte poder real, el monarca actuará con el pueblo, como la iglesia con los fieles, le impondrá la obediencia ciega a través de la convicción que procede del deslumbramiento de sus palacios y edificios de gobierno; es el desarrollo del lujo y la propaganda real, que alcanza su cima en la corte francesa del Rey Sol, Luis XVI. El absolutismo traerá como consecuencia el establecimiento de una Corte y una administración inmensa, lo que hará aparecer un nuevo tipo de ciudad: la capital del estado. El diseño de estas nuevas ciudades volverá a potencia el urbanismo, como en Madrid, París o Viena.
B) Poder Papal. La Iglesia Católica, después del Concilio de Trento, irá renunciando a las naciones protestantes, pero establece una férrea disciplina moral en las que permanecen dentro del catolicismo. Actúa inteligentemente y convence con la evidencia de la posesión de la verdad. La pintura y la escultura reducen sus iconografías a unos temas que no demandan ninguna interpretación por parte del espectador. Al creyente, al pueblo se le dará todo hecho, pero con una teatralidad tan deslumbrante que, cegado por los múltiples decorados y el complicado lenguaje visual, no dudará más. Además, el poder moral y económico de la Iglesia Católica, en los estados que le son fieles, es enorme. Esto le hace ser el más poderoso cliente del arte.
Pero el Barroco no es sólo Contrarreforma. También fue el soporte plástico de la Reforma y también se dio en los países republicanos y protestantes, aunque con notables diferencias. Por eso conviene estudiar por separado los dos Barrocos, el católico y el protestante, porque al igual que las doctrinas religiosas, las dos artes se endurecieron y separaron radicalmente. Si en el Renacimiento era difícil a veces distinguir una obra flamenca de otra francesa o española hecha al estilo flamenco, en el Barroco resulta imposible confundir los dos tipos de arte en los que se dividió Europa.
Hay una estrecha relación entre el Barroco y el pensamiento racionalista que brota en esta época, por ejemplo el arte de Velázquez, es un arte racional hasta el extremo. Pero este racionalismo es diferente al del Renacimiento. El arte del Renacimiento es antropocéntrico, la apariencia natural de las figuras, la perspectiva, son elementos de un concepto del mundo como algo ordenado por Dios, pero que ahora, una vez creado por él, sigue sus propias leyes. Todo ocupa un lugar ordenado en el espacio porque Dios lo puso ahí. Por eso el Renacimiento es una arte sereno, proporcionado, armónico. El hombre sólo tenía que desentrañar ese orden perfecto y reflejarlo en su obra de arte.
Pero en el Barroco se realiza un descubrimiento filosófico fundamental, sobre todo por obra de Descartes: ahora la Naturaleza ya no es algo indudable, con un orden perfecto y universal. Es incluso difícil que algo exista tal y como se presenta ante nosotros. Lo único indudable para el Barroco es la conciencia, el pensamiento íntimo de cada hombre. Las cosas no tienen un orden prefijado e inamovible, sino que tienen el orden que el hombre les da cuando las ve. Esto es idealismo, también relativismo y sobre todo dinamismo frente a lo estético del Renacimiento. El artista no puede representar el mundo tal y como es sino tal y como lo ve. Por ejemplo un cuadro renacentista representa un conjunto de cosas tal y como las podría ver cualquiera, desde un lugar impersonal y abstracto, desde un enfoque geométrico de la perspectiva. Pero el cuadro barroco representa cosas conforme al punto de vista de un hombre, de una retina en particular. Un cuadro de Mantegna representa a hombres, árboles y cosas y todas con el mismo derecho y la misma pretensión de realidad. En un cuadro de Velázquez, se representan un conjunto de cosas, las cuales adquieren un grado de realismo diferente para el espectador. La perspectiva aérea selecciona objetos y personas de entre la realidad. Es así como el pintor barroco utiliza las ideas racionalistas del s. XVII.
En otro orden de cosas, a pesar de sus extravíos, el Manierismo seguía participando de la fiebre humanista del S.XVI. La figura humana sigue siendo su base sustancial, tratada con juegos sinuosos y graciosos y con miradas vacías, fijas o hurañas. Pero el hombre seguía en la cima donde se había colocado, limitándose a disfrutar de un disimulado vértigo que prepara su caída. Ese orgullo del hombre es el que ataca la Reforma para anonadarlo ante el Dios medieval. Con ello la Reforma abría el paso al individualismo pero con un complejo de inferioridad, como conciencia de su aplastante y solitaria pequeñez ante el juez y Creador.
Pero también la Iglesia Católica echó la culpa de las herejías cristianas, que desgarraban Europa, al cáncer humanista, el cual, habiendo nacido puro y cristiano en Italia, se había vuelto orgulloso y hereje en Europa. Reforma y Contrarreforma ven con malos ojos el orgullo humanista y anteponen la fe, luterana o católica, al humanismo.
Estas reivindicaciones tuvieron ya su precedente con Savonarola, en pleno corazón de la Florencia renacentista y llegaron a tocar la fibra del principal pintor del cuatrocento italiano: Boticcelli. Pronto serán muchos pintores los que ejemplifiquen este cambio espiritual y el más representativo es el Greco. Impregnado de Renacimiento en Italia, aprendió en Venecia la lección manierista del humanismo, pero vino a España y fue transformando ese manierismo por un impulso místico exaltado.
El Barroco expresa la lucha que la Iglesia Católica mantuvo frente al protestantismo. Tras el Concilio de Trento, la Iglesia hubo de emprender, junto con las órdenes religiosas (ahora muy importantes) la recuperación espiritual de Europa. El arte se contagia del espíritu religioso-combativo de la época (por los dos bandos), y el arte contrarreformista tendrá como característica más importante el amor a lo recargado y fastuoso, frente a la severidad y desnudez de la Reforma. Esta riqueza decorativa no fue sólo una perversión del gusto sino más bien una idea de lucha. La Reforma había desatado una campaña iconoclasta contra imágenes muy queridas por los católicos. La Reforma buscaba la popularización de su arte expoliando todo vestigio de superchería y de santurrería. Frente a eso, la Contrarreforma ataca apoyando la veneración de imágenes populares y multiplicándolas a la vez que crea todo tipo de aderezos ornamentales que buscan popularizar este arte, involucrar a la población en esta lucha contra el hereje.
Cuando la Iglesia reaccionó frente al ataque protestante, España, que nunca había roto con la fe medieval y con la humildad cristianas, fue el instrumento elegido para iniciar esta renovación (tanto por su carácter cristiano como por su poder político y militar). En 1537 Ignacio de Loyola crea la Compañía de Jesús (jesuitas), verdadero ejército de la fe y sometido a una implacable disciplina. La Inquisición, la más ruda tentativa de renovación de las disciplinas católicas, alcanzó su pleno desarrollo en España. Este país no había recibido la experiencia de los príncipes de vida lujosa y alegre de las cortes italianas, ni de los intelectuales que legitimaban este goce por parte de la aristocracia del espíritu y del arte. El Renacimiento español fue oficial y dirigido desde arriba, además de superficial y decorativo. La minoría selecta del Renacimiento fue más minoría aún aquí en España.
Del Concilio de Trento de 1545 a 1563 nace el Barroco. Roma, España, los jesuitas y la Inquisición harían del Barroco una técnica de persuasión y de emociones religiosas por el arte. El arte se dedicará ahora a los fieles, a la masas y no a una selección. Contrarreforma = populismo o popularización del arte.
Para vaciar de contenido las críticas reformistas de que la jerarquía eclesiástica explotaba a los fieles para satisfacer sus lujos y sobre todo el más caro de ellos, el arte, ahora la Iglesia Católica sustituirá en el s. XVII el esfuerzo por edificar en el Vaticano por una amplia campaña de construcción de Iglesias, urbanas y rurales. Esto se empezaría a notar sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII, puesto que en la primera todavía se llevan a cabo grandes esfuerzos en el Vaticano por parte de Maderna y Bernini por ejemplo.
Entre el siglo del Renacimiento y el siglo de la Ilustración, el s. XVII es el siglo de la depresión, y no ya tanto artística sino económica y social sobre todo. Como suele suceder. la crisis general afectó al pensamiento y al arte. Pero también suele pasar que crisis económica no coincide con crisis artística sino todo lo contrario, el siglo XVII fue el Siglo de Oro para la Literatura y las artes plásticas españolas. Lo mismo ocurrió en el Helenismo griego o en la etapa final del Gótico. Pero es evidente que se produjo una crisis a nivel general y que ésta influyó decisivamente en el arte de todo el siglo. Se produjo una crisis demográfica (en 1700 había la misma población que en 1600). Se produjeron numerosas mortandades catastróficas en todo el siglo: en 1603 de peste y en 1630 de lo mismo. Se mezclan fuertes hambrunas que debilitan la población y sobre ella se ceba después la peste. A todo esto se suman las continuas guerras y sobretodo la guerra de los Treinta Años (1618-1648) que devastó el territorio de Alemania y Austria.
Hay también una crisis económica producida sobre todo por una serie de malas cosechas, estancamiento tecnológico en agricultura, bajos rendimientos. La crisis agrícola alimenta la crisis demográfica y viceversa. A su vez estas dos crisis generan una crisis industrial y comercial. Se acaba el oro y la plata de América y se estancan los precios, se degrada la moneda (plata por cobre) y entonces se acumula o se invierte en tierra, lo que produce una refeudalización de la tierra y de la sociedad entera.
Toda esta crisis de reacción en cadena produce a su vez una crisis social, una serie de revueltas que jalonan todo el siglo. La Refeudalización es muy fuerte en Europa del Este (siervos de la gleba) y en Europa Occidental la tierra no se compra para ganar dinero, para producir, sino para dar prestigio social, es un paso previo al ennoblecimiento. Hay una falta de interés por las actividades comerciales o industriales. La nobleza se hizo cortesana y la burguesía también fue controlada por el Rey a través de los Municipios. Pero la clase media se debilitó durante todo el siglo, se empobreció y provocó una bipolaridad social ricos-pobres, lo que incentivo la inestabilidad social.
Revueltas de pobres en el campo, de burgueses empobrecidos en la ciudad, bandolerismo crónico en los caminos y alguna que otra revuelta de tipo político: La revolución inglesa, la Fronda en Francia, las revueltas en Cataluña, Portugal y Nápoles dentro de la Corona española, enfrentándose a la campaña de centralización del Estado y su fiscalidad, promovida por el Conde Duque De Olivares. A todo esto se sumó toda una serie de defectos políticos que profundizaron aún más la crisis: reyes poco preparados, excesivos gastos en la Corte, en la corrompida burocracia y en las constantes guerras europeas. Todo ello necesitaba de una fiscalidad elevadísima que arruinó Castilla, por ejemplo. En algunos países esto contribuyó al desgaste del poder absoluto del Rey (Revolución Inglesa o decadencia de los Austrias), pero en otros lugares el Rey reafirmó su poder preparándose así para entrar en el Despotismo Ilustrado del s. XVIII.
Terminamos con dos videos de síntesis sobre el arte barroco:
Al Arte Barroco se lo relacionó con los Jesuitas, pues construyeron muchas iglesias en ese estilo. En Francia el movimiento no fue muy importante, Louis XIV (lo odiaba) hizo llamar al escultor Bernini, solo realizAl la Piràmide del Louvre).
ResponderEliminarUn abrazoo (creo) dos esculturas una de ellas del rey Louis XIV a caballo (se encuentra delante de la Piràmide del Louvre).
Un abrazo
Las obras son hijas de su tiempo. Una vez más, como dejas bien claro con esta entrada, se demuestra que los conflictos y las ideas políticas y religiosas dan lugar a determinadas formas expresivas.
ResponderEliminarUna excelente entrada, como siempre.
Un saludo.
Interesante repaso a todo lo que se oculta tras el arte, y me lo ha resultado especialmente que el barroco resulte la lucha de la iglesia católica frente al protestantismo. Se pasaron un poquito recargando, con tal de contrariar a los protestantes, pero nunca hubiera imaginado que ese exceso fuera una idea de lucha.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana
Bisous
La verdad es que el Barroco en general nunca ha estado entre mis preferencias, aunque reconozco que el estilo ha dado algunas de las obras cumbres del arte mundial en todas las artes.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Siempre uno considera que el arte barroco es recargado, rebuscado e incluso de mal gusto, pero hay que decir que hay monumentos que por muy recargados que sean son impresionantes.
ResponderEliminarUna feliz semana Paco
Una entrada muy aleccionadora, incluso he tomado apuntes.
ResponderEliminarDesde luego, los estilos artísticos son un perfecto reflejo de los conflictos sociales y políticos de la época y del contexto en el que nacen. Contemplar una obra de arte puede emocionar o no, pero sobre todo, es un buen pretexto para ahondar en el mundo que vivió el artista.
Muy buenas tardes.
Que buena reseña.
ResponderEliminarMe encantò el dato de la procedencia del tèrmino "Barroco" como peyorativo.
Un abrazo.
El Arte siempre es la manifestacción individual o social de la Época. Y el Barroco refleja muy bien todos esos conflictos eclesiásticos que tuvieron lugar durante el siglo XVII.
ResponderEliminarMuy interesante tu aportación, como siempre. Admiro el trabajo que realizas.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo, amigo!!!
La competencia dejo un saldo positivo, un legado invaluable.
ResponderEliminarEl Barroco es la conciencia, sí. Y como toda creacion o hecho lo es. Adoro sin dudas al Barroco tardio, o Rococo.
Una clase maravillosa ha sido esta, Paco. Un abrazo.
Hola Paco:
ResponderEliminarMira que siempre asocié al barroco al catolicismo, pero nunca pensé que era parte del enfrentamiento entre esta y los protestantes.
Me ha gustado mucho esta entrada. Me acordaba sobre la acuñación del término, pero no en donde. Lo asocié a italiano
Saludos
Frente a la tendencia protestante a construir los edificios para el culto de una manera sobria y sin decoración, la iglesia católica usó para sus fines litúrgicos la grandiosidad y la complejidad barrocas. Al menos los enfrentamientos dejaron su huella en el arte.
ResponderEliminarHoy los enfrentamientos hacen todo lo contrario. Van destruyendo lo que tanto costó levantar.
Bss y feliz semana
Querido Paco, ¡cómo no entender y amar el Barroco desde dos lugares que lo han convertido en señas de identidad y que me son tan queridos: Compostela y Roma! Ayer, un lujo esos años universitarios a la sombra de la Catedral, paseando a diario por las bellísimas Obradoiro, Quintana, Azabachería, Platerías (¡Señor, qué recuerdos!), mañana por Piazza Navona, il Gesú, San Ignacio, S. Andrés del Quirinal, S. Carlino,...
ResponderEliminarUn placer esta entrada, maestro.
Mil bicos/ mille baci.
Qué excelente artículo del Barroco, Paco, el Siglo de Oro de la Literatura española. El siglo de los CONTRASTES en toda rama artística, desde la pintura con los claroscuros hasta la literatura (idealismo-Quijote, realismo-Sancho.
ResponderEliminarUn placer leerte, querido profesor.
Un abrazo.
Corriente tan influyente que en otras ramas del arte se acuñó el termino "barroco" para referenciar otras cuestiones.
ResponderEliminarEs un gustazo visitarte.
Salud
Una entrada que me ha ayudado a entender este movimiento cultural del barroco, enmarcado en una época con grandes cambios y que en España fue el Siglo de Oro. Aún no me explico, como un periodo de crisis y de decadencia fue capaz de producir unos artistas tan importantes.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues la sevillanía sigue anclada al barroco y no se deja arrastrar por tendencia alguna.
ResponderEliminarMi período artístico preferido como bien sabes, la época de colosos como Velázquez, Bernini, Carreño, Luca Giordano, Churriguera, Ardemans, etc...desde el barroco hispano, pobre fuera, rico dentro y de impresionantes portadas, a la imperial Roma de los Papas Urbano VIII, Alejandro VII o Inocencio X, pasando por las glorias mediceas de Florencia o la espectacularidad del barroco hispanoamericano.
ResponderEliminarUn abrazo.
No diré nada de un estilo que me fascina por su manera de romper, de quebrar, de horror vacui, de idea de movimiento y de teatralidad. Quizás sea el predominante en el arte español, pues nació del manierismo de El Escorial y murió a finales del siglo XVIII e incluso principios del XIX, con reticencias ante la avalancha del neoclasicismo importado por los Borbones.
ResponderEliminarPor cierto, amigo Paco, has ilustrado esta entrada con dos fotografías pertenecientes a Valencia: la fachada principal de su catedral y el palacio del Marqués de Dos Aguas. Curiosa selección.
Saludos
Desconocía el origen técnico del término, el de la perla imperfecta en Portugal.
ResponderEliminarDos buenos ejemplos de barroco el de tus fotos de hoy, que ya veo conoce bien Carmen, que sé estuvo no hace mucho en Valencia, y aprovechó el tiempo muy bien. De la puerta de los Hierros de la catedral de Valencia, el contrapicado nocturno, apuntar que tiene una fachada convexa, que permite aparentar más de lo que es, efecto que se consigue con esa curvatura. La razón de esa disposición fue que el espacio era muy pequeño. En realidad hasta la mitad del siglo XX, la plaza de la Reina, a la que da esta fachada, no existía. Era una serie de manzanas de extrechísimas callejuelas (yo no lo conocí) y la fachada de la foto enfrentaba a una calle de anchura aún inferior a al propia anchura de la portada, lo que al parecer exigía una solución así para aparentar en el poco espacio del que se disponía más de lo que en realidad había. Como se ve, el resultado fue un éxito. Un saludo.