Todo el mundo con cierta instrucción en el arte románico conoce la iglesia benedictina de San Martín de Frómista, en la provincia de Palencia. Es uno de los templos señeros del románico de influencia francesa, concretamente jacqués, de influencia de Jaca y San Isidoro de León. Esta asentado en la ruta del camino de Santiago (en la sexta parada) y es prototipo o modelo como pocos otros templos para explicar las características de la arquitectura románca.
Pero lo que no todo el mundo sabe es que esta iglesia, que hoy vemos ilustrando casi todos los manuales de arte, ha sufrido una de las transformaciones más grandes, o más desgraciadas, en la historia de las restauraciones del patrimonio artístico. Con total seguridad, los peregrinos que hicieron el Camino de Santiago antes de 1840 no reconocerían esta iglesia, al haber cambiado tanto su aspecto físico con respecto a su impronta medieval. Hoy parece una iglesia totalmente nueva, para nada milenaria, asemejándose más a un decorado o un monumento de cartón-piedra.
Pero vayamos por partes; en primer lugar situemos como es la iglesia de Frómista, como la ve ahora el visitante que se acerca por la provincia de Palencia, para luego pasar a la desafortunada restauración arquitectónica del siglo XIX.
San Martin de Tours de Frómista fue la iglesia de un monasterio benedictino hoy desaparecido, construido en la segunda mitad del siglo XI, en torno a 1066, mandado a construir por doña Mayor, viuda del rey Sancho de Navarra (los investigadores actuales parecen retrasar su fecha a 1100). En el año 1118 pasó a depender del priorato benedictino de San Zoilo, en Carrión de los Condes. Los monjes lo abandonaron poco después, en el siglo XIII, y lo cedieron a Don Juan Gómez de Manzanedo. Tras cambiar de mano en varias ocasiones durante la Edad Media, y tras su definitiva separación del monasterio, la iglesia sufrió diversos añadidos durante el siglo XV.
La iglesia de San Martín presenta una planta basilical, formada por tres naves (con bóvedas de medio cañón) de distinto tamaño separadas por pilares compuestos. La nave principal o central es más ancha que las dos laterales, y las tres culminan en ábsides semicirculares. Sobre sus naves, de escasa altura, destacan el cimborrio octogonal sobre el crucero y las dos torres cilíndricas a ambos lados de la fachada principal. Las tres naves, con bóveda de cañón, tienen distinto volumen (la central es más ancha y alta que las dos laterales), y terminan en tres ábsides circulares.
Desde el exterior se advierten sus muros sólidos, con escasos ventanales coronados por arcos de medio punto situados en los ábsides y en los laterales del templo. A lo largo de todas las fachadas,a modo de cornisa, se extiende un adorno ajedrezado de piedra a diferentes alturas. Además, bajo los aleros de las puertas y tejados se encuentran más de 300 pequeños canecillos, con figuras similares a gárgolas, representando animales, seres humanos y seres mitológicos o fantásticos. Sobre la puerta principal se sitúa un crismón de seis brazos, de dudosa antigüedad.
Imágenes anteriores a la restauración de M. Aníbal Álvarez.
Si observamos bien, en la actualidad, en directo o en fotografía, la iglesia de Frómista, observaremos un frío, desnudo y huérfano monumento, que resulta ser más un reflejo de nosotros mismos, por el mal trato y daño infringido a la arquitectura medieval, que espejo de la vida monástica y cluniacense del siglo XI. Hay que hacer un esfuerzo sobrehumano para intenter, sin éxito, evocar desde la iglesiade Frómista a una comunidad benedictina.
¿Dónde están las dependencias monásticas más elementales? Nada. Por no terner, la iglesia actual no cuenta siquiera con una sacrastía, pues el restaurador, soñando con un templo inmaculado, puro y prístino, derribó todo cuanto a su juicio estorbaba la belleza original del modelo románico. Alguién podría pensar que esto es exagerado, pero basta transcribir un párrafo de Gómez Moreno en su obra "El arte románico español" (1934), para sentir vértigo en la operación llevada a cabo por el arquitecto Manuel Aníbal Álvarez, cuando desmontó y rehizo la iglesia desde sus cimientos, excepto la nave norte, entre 1895 y 1901:
"Esta iglesia lleva sobre sí una restauración tan demasiado a fondo, que parece todo nueva... Es nuevo el hastial (fachada) de poniente, en su parte medial íntegro, donde no parece seguro que hubiese puerta; son nuevos, asímismo, el cuerpo alto de la torrecilla de hacia el suroeste, las arquivoltas interiores y tejaroz de la portada meridional, que además fue remetida; dos contrafuertes, a la cabeza del crucero, y el subir hasta lo alto los otros dos; el hastial íntegro del mismo hacia el norte, donde estaba una capilla gótica hoy eliminada, y todas las ventanas del meridional, donde hay una portadilla que no es la primitiva. Fueron renovados hasta 86 modillones, muchos trozos de cornisa, 11 capiteles, 46 basas y 12 cimacios, copiando y completando lo antiguo con más o menos acierto. En cambio, se suprimieron otros dos contrafuertes en las naves laterales... Por otro lado, la piedra recién labrada tras la restauración, no había cogido todavía la pátina que aparentemente iguala lo viejo y lo inventado".
La iglesia se encontraba, sin duda, en malas condiciones, como otros tantos y tantos edificios históricos, y era necesaro intervenir en edifcio, según denunciaban las fotos anteriores a la restauración, sabiéndose que sus bóvedas estaban semiarruindas. Pero de aquí a lo que se hizo a partir de la Real Orden de 13 de noviembre de 1894, que lo declaraba Monumento Nacional, media un abismo y un caprichoso disparate, que nos impide conocer hoy los límites reales de San Martín de Frómista como tal arquitectura románica. Todo esto no supone sino un cúmulo de errores de los que ya difícilmente podremos salir, pues el edificio románico desapareció para siempre en la restauración, quedando en su lugar una imagen falseada y desnaturalizada qe nos hace creer que San Martín de Frómista era así en los siglos XI y XII.
Pero no sólo es la nueva imagen falsamete románica a lo qu se repite, dándole por original, sino que la interpretación de su arquitectura y escultura suele ser igualmente errónea.
Así, se sustituyeron algunos capiteles originarios por otros nuevos y llevando los románicos al Museo de Palencia, donde se conservan hoy. Por entonces se eliminaron también algunos canecillos expresivos de la frecuente "salacidad" de la arquitectura antigua, lo que induce a pensar que algunos relieves se retiraron sólo por su carácter lujurioso, pues eso es lo que significa el término salaz.
Es decir, estamos ante una restauración censora y moraizante, que ya es el colmo de nuestra torpeza frente a la cultura medieval. Desde entonces hasta nuestros días no ha hecho sino crecer todo un nuevo mito en torno a San Martín de Frómista, a partir de la iglesia recreada por Aníbal Álvarez, el restaurador.
Para un mediano observador la iglesia, presentada hoy como una gran maqueta, sirve bien para dar una clase teórica sobre la arquitectura románica, pero sus muros, con sllares de distinta procedencia, altura y tonalidad; el repaso y nueva labra de la cantería y escultura antiguas; la ausencia de marcas de cantero; la pérdida de las pátinas; la eliminación del coro y altares que tenía antes de la restauración, por modestos que éstos fueran; las múltiples cicatrices que interior y exteriormente denuncian una cirugía inquietante; la inventada reconstrucción de las bóvedas; la uniformidad de todos sus elementos ornamentales, en fin, nos han legado la materialidad de un edificio neorrománico sin espíritu medieval. Se parece más a las iglesias historicistas del sigo XIX, que a una iglesia medieval. Más a una reconstrucción para el Museo de los Claustros de Nueva York, que a una iglesia románica de la Tierra de Campos castellana.
Terminamos con un video de la iglesia benedictina de Frómista:
Artículo basado en Pedro Navascués: "El Neorromíco de Frómista". Revista "Conocer el arte", nº 5. Madrid. Julio, 1989.
Muy ilustrativo el artículo. Desgraciadamente son muchos los edificios históricos que a lo largo y ancho del país los han dejado con un aspecto alejado del que tenían en sus orígenes. La pena es que esas cosas todavía se sigan haciendo en el siglo XXI cuando se supone que hay una mayor sensibilidad hacia el patrimonio y más conocimientos.
ResponderEliminarComo digo yo, al final parece que han sido puesto ahí por El Corte Inglés. Una pena.
Un abrazo!!
Me gustaria poder opinar pero me falla el modem. De todos modos las imágenes son grandiosas, pero claro no tiene mérito el lugar siempre me ha gustado, la arquitectura románica mi favorita. ¿Será porque su sencillez me habla? Bs.
ResponderEliminarLe han robado el alma. Suscribo cada una de tus palabras y afirmaciones. El hecho de que estemos de acuerdo en la restauración y conservación del patrimonio no significa que aceptemos pulpo como animal de compañía. Es una tristeza verla.
ResponderEliminarMuchas gracias por rescatar su brillo pasado.
Un abrazo.
Como dice el vídeo no todos han estado en acurdo con esta restauración, la verdad que cuando se ve el origen uno piensa que se hubiese podido aprovechar gran parte de ella y no hacer una reconstrucción.
ResponderEliminarUn abrazo
Esta iglesia son palabras mayores. La he visitado un par de veces y me he quedado boquiabierta. Que la reconstrucción no ha sido la adecuada. Pues si, que se hubiera podidpo mejorar también. Pero para mi sigue siendo maravillosa. Peor habría sido dejarla en manos del tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy con Katy. Malquerida y maltratada sigue siendo espléndida.
ResponderEliminarQuizas se les haya ido la mano con la restauracion, pero yo la veo hermosisima!
ResponderEliminarMe despido hasta el lunes, hoy empieza un fin de semana super hiper largo y voy a descansar un ratito. Un abrazo.
Qué barbaridad. Si al restaurador no le gustaba nada del original y consideraba que había que cambiarlo todo, para eso mejor hubiera construido la suya propia y dejar la obra de restauración a otro. Pero bueno, mire, la verdad es que curiosamente quedó preciosa.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
No conocía la Iglesia, pero es simplemente hermosa.
ResponderEliminarUna historia algo diferente a las demás...
Saludos Paco
ResponderEliminarPor las imagenes que nos presentas es preciosa, no sé como seria anteriormente, pero seguro que el tiempo la habria demolido y decidieron hacer una reconstrución que no se parecía para nada a la original para los entendidos según los planos anteriores.
Pero sigo opinando que es hermosa y un descanso para el espíritu del caminante.
Un abarzo
Marí
Pese a estar en todos los manuales y haber estado yo por aquella región más de una vez, no la he visto al natural aún. Me sorprende, hablando de la pátina del tiempo como un siglo largo, que tampoco es poco no haya dejado huella ni siquiera en los muros. Parecen hechos ayer. Un abrazo Paco.
ResponderEliminarMe ha decepcionado saber que esta iglesia no se corresponde con la realidad.
ResponderEliminarUn saludo.
No conozco la iglesia pero está claro que no todas las restauraciones son buenas, ni se atienen al rigor.
ResponderEliminarPaco: gracias por tu comentario sobre mi última entrada . Yo , también, te mando un abrazo.Visitar tu blog es un placer que, no siempre, me puedo permitir.Pero, del que salgo habiendo aprendido cosas nuevas sobre este mundo apasionante.
Hola mi querido Paco, mira...cuando he visto esa iglesia, me he quedado maravillada, es hermosa, pero claro ...supongo que el original hubiese sido mantener una fiel restauración que el arquitecto Manuel Aníbal, no se vio capaz de hacerla e hizo de las suyas , por eso ha quedado mutilada.
ResponderEliminarPese a la pérdida de tanto arte , quedémonos consolados un poco con lo que ha quedado
Con ternura
Sor. Cecilia
La iglesia de San Martín de Frómista es uno de los más bellos ejemplos del románico en España. Pero nadie debe dejar de ir a visitarla sin conocer la "restauración" que se llevó a cabo a finales del siglo XIX siguiendo las directrices del teórico francés Violet Le Duc. Se hizo un verdadero estropicio. Se inventaron vcapiteles allí donde no existían, se embellecieron las torres y se suprimieron aquellos aditamentos que se consideraron superfluos. De todos modos, este no es el único caso de metedura de pata. Sólo hay que ver la catedral de León, la iglesia de San Vicente de Ávila o la de ciertas iglesias catalanas para comprenderlo mejor.
ResponderEliminarSaludos
Románico destruido, el edificio pierde su "alma". Una pena que un edificio imponente en su momento, sea mal maquillado, metiendo la pata hasta el fondo.
ResponderEliminarUn abrazo¡¡
Francamente, si no lo hubiera leido en tu blog, nunca lo habría sabido, seguramente será frecuente...esas restauraciones que no respetan los orígenes, cuanto daño hacen. como si al parecer mas "nuevo" y "limpio", fuese mejor.
ResponderEliminarsalu2:
Gracias a todos por vuestros comentarios; como se preveia, hay opiniones para todos los gustos. La impronta que marcaron los grandes restauradores de los historicismos decimonónicos, Viollet-le-Duc y John Ruskin, fueron seguidas con mejor o peor suerte por otros arquitectos. Mi opinión es que hay que conservar el patrimonio y restaurarlo, salvando en todo lo posible lo original, y no alterando o modificando caprichosamente la obra en cuestión. En el caso de Frómista, creo que el restaurador se pasó un poco. Pero desde luego, la obra sigue siendo bella y esbelta. Feliz fin de semana a todos.
ResponderEliminarEstá claro que la iglesia resultante es bella, se trata de un ejercicio de creatividad para conseguir un edificio románico canónico. El problema, como queda bien claro en el artículo, es que no se respetó el edificio existente, más bien resultaba una molestia para los propósitos de Aníbal González.
ResponderEliminarHay muchos casos similares repartidos por España y por Europa, como Santa María de Ripoll, y menos conocido, en Salamanca la iglesia de Santiago, la única mudéjar que se conservaba íntegra y que a mediados del S. XX se reinventó por completo. No tiene sentido que siga siendo BIC.
En mi modesta opinión el restaurador hizo en Fromista una restauración correcta dado el gravisimo deterioro del edificio, si es cierto que quitó mucho elementos postizos, pero tanto el tambor de campanas que originó el casi colapso de la estructura, como los postizos de epoca barroca no hacian mas que estropear el edificio original y desvistuarlo por completo, en la restauracion se añadieron los elementos que el paso del tiempo y las reformas habían destruido para siempre, para darse una idea basta ver fotos antiguas, especialmente de la fachada sur. Otra cosa son restauraciones como la de la iglesia de Santiago de Carrion de los Condes en la cual le han puesto una estructura moderna de hierro en su cubierta, una absoluta aberración.
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