Berenguer de Montagut. Basílica de Santa María del Mar. Siglo XIV.
Lo que distingue sobre todo a la arquitectura gótica catalana de la del resto de Europa es su tendencia a crear amplios espacios equilibrados, como grandes salas, huyendo del esquema longitudinal de las iglesias-corredor, típico del gótico francés y castellano: es el triunfo de las plantas de salón mediterráneas. De ahí las grandes anchuras de las naves centrales: frente a los 12 o 14 metros de luz, típicos del gótico francés, la Seu de Manresa tiene 18 y la catedral de Girona 23. A menudo las bóvedas se sustituyen por techumbres de madera sobre arcos diafragmas, que dividen la nave en tramos iguales. Finalmente, los trazados que se imitan y los métodos constructivos son los de las escuelas del Mediodía de Francia, con influjos del arte italiano; no hay en los territorios de la monarquía catalana-aragonesa ejemplos de trasplante de tipos góticos del norte de Francia.
Como monumentos de transición del período románico, hay que
citar en primer lugar los ejecutados con arreglo a las tradiciones de
la escuela cisterciense. La Catedral de Lleida, obra maestra de este
arte madurísimo, que recoge toda la experiencia de los últimos
constructores románicos, con planta de tres naves, con crucero y
cimborio; los pilares son ya compuestos, como presintiendo las bóvedas
por arista que se impondrán en un futuro inmediato. Iniciada en 1203, se construyó con tal
rapidez que pudo ser consagrada en 1278. La fachada principal se abre
dentro de un claustro que forma un nártex espaciosísimo, y este pórtico
monumental de la iglesia debía de ser más agradable, porque, erigida
la catedral en la cumbre de un monte, una de las alas del claustro
tiene abiertas sus arcadas sobre la vertiente de la colina, que está
cortada a pico y domina toda la llanura del Segre.
La Catedral de Tarragona es aún obra de tipo cisterciense sorprendida por el estilo gótico. El ábside, iniciado en 1171, es todavía un cascarón hemisférico, sin nervios; no hay tampoco girola, pero sí una torre octogonal en el crucero, característica de las grandes iglesias monásticas de la Orden del Cister. Los pilares tienen un robusto molduraje para recibir las bóvedas por arista de las naves. La nave mayor, que es mucho más alta que las dos laterales, como en las catedrales francesas y castellanas, está contrarrestada por unos contrafuertes rectangulares. El interior de la catedral (construido durante el siglo XIII) es de una sobriedad y sencillez de líneas que se avienen al genio del lugar; es obra verdaderamente clásica, aunque tenga formas medievales. La fachada es gótica, pero quedó sin terminar. Pero la realidad es que el coronamiento, a primera vista enigmático, de la catedral de Tarragona es un inicio de espadaña, tradicional en Cataluña, que aquí revestía el carácter monumental -y a la vez sencillo- de la de San Miguel de Lucca, en Italia. Su claustro es plenamente cisterciense.
Interior de la Catedral de LLeida. Siglo XIII.
Exterior de la Catedral de Tarragona. S. XIII.
La Catedral de Tarragona es aún obra de tipo cisterciense sorprendida por el estilo gótico. El ábside, iniciado en 1171, es todavía un cascarón hemisférico, sin nervios; no hay tampoco girola, pero sí una torre octogonal en el crucero, característica de las grandes iglesias monásticas de la Orden del Cister. Los pilares tienen un robusto molduraje para recibir las bóvedas por arista de las naves. La nave mayor, que es mucho más alta que las dos laterales, como en las catedrales francesas y castellanas, está contrarrestada por unos contrafuertes rectangulares. El interior de la catedral (construido durante el siglo XIII) es de una sobriedad y sencillez de líneas que se avienen al genio del lugar; es obra verdaderamente clásica, aunque tenga formas medievales. La fachada es gótica, pero quedó sin terminar. Pero la realidad es que el coronamiento, a primera vista enigmático, de la catedral de Tarragona es un inicio de espadaña, tradicional en Cataluña, que aquí revestía el carácter monumental -y a la vez sencillo- de la de San Miguel de Lucca, en Italia. Su claustro es plenamente cisterciense.
Un caso típico de obra cisterciense que logró alcanzar la
invasión de las formas góticas es la iglesia del Monasterio de Sant
Cugat del Valles, cercana a Barcelona. El ábside, el cimborio y las
partes bajas del resto del monumento son aún las que corresponden a la
pura obra cisterciense, pero al llegar a la fachada se aceptó el estilo
nuevo, que imponía una gran puerta ojival con derrames y un gran
rosetón calado encima.
Planta, exterior e interior de la Catedral de Barcelona. Siglo XIV.
En el
siglo XIV, la inestabilidad política castellana es factor importante en la
crisis de la arquitectura gótica de este reino. En
este siglo es cuando la actividad constructiva se centra en Cataluña, Baleares
y Valencia debido al desarrollo comercial por el Mediterráneo. Las
características generales de esta etapa son las siguientes:
- Planta de salón con una o tres naves a la misma
altura, la central muy ancha. El resultado son salones desahogados de perfil
rectangular, opuestos a la silueta triangular del gótico atlántico francés.
- Se abren capillas laterales entre los
contrafuertes.
- Se tiende a la horizontalidad siguiendo los
modelos del sur de Francia y de Italia. Los edificios son menos esbeltos y en
el interior se abren menos ventanas, resultando interiores oscuros.
- Mayor función sustentante del muro respecto a los
arbotantes, los cuales son menos necesarios por tener casi la misma altura las
tres naves, aunque se exige un reforzamiento de los contrafuertes..
- Reducen los elementos decorativos.
- Se utilizan sencillas bóvedas de crucería que
apoyan sobre pilares muchas veces octogonales ( Palma de Mallorca).
Ya completamente gótico y del todo nacional es el monumento maravilloso de
la Catedral de Barcelona iniciada en 1298 y construida durante el
siglo XIV. Tiene tres naves y giróla esbeltísima, pero en todo lo demás las formas
góticas están aplicadas con una intensa originalidad. El crucero es
rudimentario y en los pequeños brazos que forman el transepto cargan
dos robustas torres; el cimborio, en lugar de estar sobre el crucero,
se halla a los pies de la iglesia, lo que constituye una novedad sin
precedentes. Además resulta habilísima la disposición de las naves, la
mayor casi de la misma altura que las dos laterales. Las capillas son
bajas, pero encima de ellas corren unas galerías, que conforman como
dos naves altas. Los contrafuertes son interiores, esto es, forman los
muros divisorios de las capillas y de los espacios que van sobre las
mismas, lo que permite dar gran elevación a las dos naves laterales y
conseguir que el monumento tenga, en su interior, unidad extraordinaria.
Caracteriza mucho al edificio su iluminación especial: la luz penetra a través de las capillas y galerías y aun tiene que filtrarse por las columnas antes de llegar al suelo. La penumbra en que queda sumida la de Barcelona no es la fría y homogénea media luz de las catedrales del Norte, envueltas siempre en nieblas: es la deseada oscuridad del país del sol, cuyos rayos se tamizan con celosías. Por su ambiente y coloración especial, la catedral de Barcelona constituye el mayor contraste con las catedrales castellanas, donde hay excesiva iluminación, a consecuencia de haberse empleado en el clima local un sistema de ventanales que correspondía únicamente a los países del Norte.
Caracteriza mucho al edificio su iluminación especial: la luz penetra a través de las capillas y galerías y aun tiene que filtrarse por las columnas antes de llegar al suelo. La penumbra en que queda sumida la de Barcelona no es la fría y homogénea media luz de las catedrales del Norte, envueltas siempre en nieblas: es la deseada oscuridad del país del sol, cuyos rayos se tamizan con celosías. Por su ambiente y coloración especial, la catedral de Barcelona constituye el mayor contraste con las catedrales castellanas, donde hay excesiva iluminación, a consecuencia de haberse empleado en el clima local un sistema de ventanales que correspondía únicamente a los países del Norte.
Seu de Manresa. Siglo XIV.
Interior de Santa María del Mar (Barcelona). Siglo XIV.
Las catedrales francesas al lado de la de Barcelona parecen
obras académicas, exhibiendo fría amabilidad; las catedrales
castellanas parecen orgullosas de pompa imperial; la de Barcelona
austera, mística, diríase que quiere renunciar hasta a su belleza. Imitada en otro monumento
catalán, la Seo de Manresa, esta hijuela carece ya de la vibración
moral que se nota en la catedral barcelonesa. En la propia Barcelona,
la gran Basílica de Santa María del Mar, obra de Berenguer de Montagut,
es otro edificio lleno de espiritualidad. Comenzada en 1329, es quizá
la obra que expone con mayor pureza las características del gótico
catalán: al exterior, preferencia por las superficies lisas, predominio
de los espacios llenos sobre los vacíos, y azotea plana sin tejados; en
el interior, una esplendorosa sala de tres naves de casi igual altura,
que domina el espacio horizontal y no sólo verticalmente como en las
iglesias-corredor del gótico continental. Tal vez sea el edificio más científico y armonioso
de los de su época.
La Catedral de Girona tiene un ábside con girola muy parecido, aunque en escala menor, al de la catedral de Barcelona. Evidentemente los canónigos de Girona se proponían hacer, en tamaño menor, un edificio igual a la catedral de Barcelona, pero se encontraron con que la iglesia hubiera sido una reducción enana de aquélla. Así resultó que la catedral de Gerona tiene la nave gótica más ancha que jamás haya sido cubierta con bóveda de piedra (22 m.). El maestro Bofill resolvió asimismo el difícil problema de unir una nave única a un ábside triple, y encima de los arcos con que terminan las naves del presbiterio abrió tres rosetones, para aligerar el muro liso que debía inscribirse entre arcos.
La Catedral de Girona tiene un ábside con girola muy parecido, aunque en escala menor, al de la catedral de Barcelona. Evidentemente los canónigos de Girona se proponían hacer, en tamaño menor, un edificio igual a la catedral de Barcelona, pero se encontraron con que la iglesia hubiera sido una reducción enana de aquélla. Así resultó que la catedral de Gerona tiene la nave gótica más ancha que jamás haya sido cubierta con bóveda de piedra (22 m.). El maestro Bofill resolvió asimismo el difícil problema de unir una nave única a un ábside triple, y encima de los arcos con que terminan las naves del presbiterio abrió tres rosetones, para aligerar el muro liso que debía inscribirse entre arcos.
Planta e interior de la Catedral de Girona. Siglo XIV.
La Catedral de Palma de Mallorca, empezada por Jaime II, emplea todos
los recursos del arte gótico. Las columnas que separan las tres naves
son altas y ligeras; hoy, que se ha quitado el coro que ocupaba el
centro de la iglesia, se las puede ver cómo se lanzan atrevidamente a
la extraordinaria altura de 44 metros en la nave central, superior a
las más altas naves centrales europeas (es la segunda catedral más alta, tras la de Beauvois). Las capillas son bajas y carecen de las galerías altas,
que permiten en la catedral de Barcelona establecer los contrafuertes
interiores, debiendo, por lo tanto, en la de Palma de Mallorca,
aparecer al exterior, destacando hacia la bahía como mástiles de navíos. La mayor novedad que presenta esta catedral es el
ábside, que cierra en línea recta y del que avanza sólo una espaciosa
capilla rectangular, de todo el ancho de la nave mayor. Esta capilla,
sin embargo, no tiene la altura de la nave, pues es más baja y deja
espacio encima para un rosetón colosal que ilumina la iglesia por la
cabecera. En el fondo de esta capilla mayor hay aún como una especie de
absidiolo o capilla, llamada también de la Trinidad, muy iluminada, que se halla a un nivel más alto que la iglesia, santuario inaccesible como el Misterio que cobija.
La Catedral de Valencia (como la de Palma de Mallorca) entra en el grupo de las iglesias catalanas, y aunque estuvo muy desfigurada en su interior por aditamentos barrocos, se puede ver hoy clara su estructura de tres naves con girola y crucero reducido. Acaso lo más característico de la catedral de Valencia sea hoy su exterior, que ha conservado muchas partes góticas. El campanario, llamado el Miquelet, es una torre octogonal con sólo ventanas y pinaculillos que decoran su cuerpo alto, que fue el modo como enriqueció sus campanarios el gótico mediterráneo. Las torres campanarios de Cataluña, de silueta rectilínea, prismáticas y compactas, son capaces de tanta belleza como las agudas flechas de las catedrales francesas.
Algo del estilo catalán se infiltró en la Seo de Zaragoza,
modificada varias veces dentro del mismo período gótico, hasta que llegó
a ser de planta casi cuadrada, de cinco naves con bóvedas estrelladas.
Contiene, además, una hermosa capilla de factura mudéjar aragonesa.
Algunas influencias del arte gótico levantino se advierten también en
el reino de Murcia.
La mayoría de catedrales de los territorios de la Corona catalano-aragonesa tienen claustro; el clima era favorable para estos patios abiertos al pueblo, a la sombra de las iglesias. Los de las catedrales de Lleida y Tarragona son de estilo cisterciense, el de aquélla con el aditamento de grandes ventanales con calados de piedra que dan al exterior; el de Girona es bastante más antiguo que la catedral actual, y de estilo románico. El claustro de la catedral de Barcelona, tan armónico con la iglesia, es, en cambio, posterior; su templete con la fuente de San Jorge, recuerdo de los claustros monacales, donde había el lavamanos delante del refectorio, es obra de mediados del siglo XV y tiene ya bóveda estrellada.
Barcelona, que era como una pequeña república dentro de la
Corona de Aragón, necesitaba un vasto edificio para las deliberaciones
de su Consejo, para su administración y gobierno, como los palacios
municipales de las ciudades italianas. El palacio municipal o Casa de la
Ciudad, en Barcelona, se halla hoy muy deformado; sin embargo conserva
aún la fachada de Arnau Bargués, la mitad del patio antiguo o claustro
y el salón de reuniones del Consejo (Consell de Cent). La
indispensable capilla del Consejo, que se encuentra siempre en los
palacios municipales italianos de Siena, Florencia y Perugia, fue
instalada, como capilla de San Miguel, en el mismo barrio de la ciudad.
Más tarde, cerca del palacio del Consejo Municipal, se construyó en Barcelona el edificio de la Generalitat de Catalunya. Este palacio, que fue comenzado en los últimos años del siglo XIV, conserva todavía la fachada, el primer patio para la escalera monumental, rodeado de finísimas arquerías, obra de Marc Safont, alrededor del cual se desarrollan las dependencias. Tiene aún la capilla, que es gótica flamígera en la fachada, mientras que el interior es ya del Renacimiento.
Como edificios públicos tendrían que citarse los hospitales, verdaderamente espléndidos en la época gótica. El Hospital de Barcelona, con sus altísimas salas, cubiertas por medio de arcos diafragma que sostienen tramos de vigas, continuó prestando buenos servicios hasta principios del siglo XX, a pesar de haberse multiplicado la población.
En Barcelona, los reyes de Aragón tenían dos grandes palacios, de los cuales se han conservado algunos restos y románticos dibujos. El uno, cerca de la muralla, que fue residencia del vizconde y después de los templarios, se denominaba Palau Menor. Estaba formado por una serie de salas que ocupaban los tres lados de un patio al que daba ingreso una puerta entre dos torres. Del otro palacio, llamado Palau Major, que estaba cerca de la catedral, se conservan únicamente la puerta, la Capilla Real y el Tinell, o salón de recepciones, que desde el siglo XVIII hasta 1936 alojó en su seno toda una iglesia de yeso y mampostería, la de Santa Clara.
Unos monumentos peculiares de las ciudades de la Corona de Aragón son las
lonjas de mar, edificios destinados a la contratación mercantil y
administración de justicia en los pleitos marítimos. En
España, en el siglo XV se introducen las formas flamígeras en la Corona de Aragón. Tres lonjas se
conservan aún casi intactas: las de Valencia, Mallorca y Perpiñán; de
la Lonja de Barcelona, construida en 1380-1392 por Pere Arvey, sólo queda su
vasto salón principal, englobado en el actual edificio neoclásico; la Lonja de
Palma de Mallorca, obra de Guillem Sagrera, iniciada en 1426, conserva en su
fachada todo el sello típico del estilo racial; la Lonja de Valencia,
realizada a fines del siglo xv por Pere Compte, es una impresionante
monumentalización de estas salas de reunión góticas, una amplia
sala con bóvedas de crucería sobre un esbelto soporte de fuste helicoidal, claramente flamígera.
Las lonjas de mar venían a ser lo que las antiguas basílicas de la época romana: una vasta sala con columnas para el público y algunas dependencias menores para el tribunal y los oficiales.
Además de estos edificios especiales para los mercaderes y armadores, abundaban en las ciudades catalanas los pórticos abiertos, lugares de reunión y contratación, parajes semipúblicos que estaban bajo la custodia de algún convento o cofradía. En Barcelona, el más importante de estos pórticos, decorado con pinturas, se hallaba al lado del palacio del Consejo Municipal y fue destruido al abrir la actual plaza de San Jaime. Otro existe aún delante de la iglesia de San Antonio, con tres crujías o naves góticas abiertas en la calle.
La Catedral de Valencia (como la de Palma de Mallorca) entra en el grupo de las iglesias catalanas, y aunque estuvo muy desfigurada en su interior por aditamentos barrocos, se puede ver hoy clara su estructura de tres naves con girola y crucero reducido. Acaso lo más característico de la catedral de Valencia sea hoy su exterior, que ha conservado muchas partes góticas. El campanario, llamado el Miquelet, es una torre octogonal con sólo ventanas y pinaculillos que decoran su cuerpo alto, que fue el modo como enriqueció sus campanarios el gótico mediterráneo. Las torres campanarios de Cataluña, de silueta rectilínea, prismáticas y compactas, son capaces de tanta belleza como las agudas flechas de las catedrales francesas.
Catedral de Palma de Mallorca. Siglo XIV.
Interior de la Catedral de Valencia. Siglo XIV.
La mayoría de catedrales de los territorios de la Corona catalano-aragonesa tienen claustro; el clima era favorable para estos patios abiertos al pueblo, a la sombra de las iglesias. Los de las catedrales de Lleida y Tarragona son de estilo cisterciense, el de aquélla con el aditamento de grandes ventanales con calados de piedra que dan al exterior; el de Girona es bastante más antiguo que la catedral actual, y de estilo románico. El claustro de la catedral de Barcelona, tan armónico con la iglesia, es, en cambio, posterior; su templete con la fuente de San Jorge, recuerdo de los claustros monacales, donde había el lavamanos delante del refectorio, es obra de mediados del siglo XV y tiene ya bóveda estrellada.
Claustro de la Catedral de Barcelona.
Más tarde, cerca del palacio del Consejo Municipal, se construyó en Barcelona el edificio de la Generalitat de Catalunya. Este palacio, que fue comenzado en los últimos años del siglo XIV, conserva todavía la fachada, el primer patio para la escalera monumental, rodeado de finísimas arquerías, obra de Marc Safont, alrededor del cual se desarrollan las dependencias. Tiene aún la capilla, que es gótica flamígera en la fachada, mientras que el interior es ya del Renacimiento.
Como edificios públicos tendrían que citarse los hospitales, verdaderamente espléndidos en la época gótica. El Hospital de Barcelona, con sus altísimas salas, cubiertas por medio de arcos diafragma que sostienen tramos de vigas, continuó prestando buenos servicios hasta principios del siglo XX, a pesar de haberse multiplicado la población.
En Barcelona, los reyes de Aragón tenían dos grandes palacios, de los cuales se han conservado algunos restos y románticos dibujos. El uno, cerca de la muralla, que fue residencia del vizconde y después de los templarios, se denominaba Palau Menor. Estaba formado por una serie de salas que ocupaban los tres lados de un patio al que daba ingreso una puerta entre dos torres. Del otro palacio, llamado Palau Major, que estaba cerca de la catedral, se conservan únicamente la puerta, la Capilla Real y el Tinell, o salón de recepciones, que desde el siglo XVIII hasta 1936 alojó en su seno toda una iglesia de yeso y mampostería, la de Santa Clara.
Interior del Palau de la Generalitat de Catalunya. Siglo XV.
Las lonjas de mar venían a ser lo que las antiguas basílicas de la época romana: una vasta sala con columnas para el público y algunas dependencias menores para el tribunal y los oficiales.
Además de estos edificios especiales para los mercaderes y armadores, abundaban en las ciudades catalanas los pórticos abiertos, lugares de reunión y contratación, parajes semipúblicos que estaban bajo la custodia de algún convento o cofradía. En Barcelona, el más importante de estos pórticos, decorado con pinturas, se hallaba al lado del palacio del Consejo Municipal y fue destruido al abrir la actual plaza de San Jaime. Otro existe aún delante de la iglesia de San Antonio, con tres crujías o naves góticas abiertas en la calle.
Guillem Sagrera. Exterior e interior de la Lonja de Palma de Mallorca. Siglo XV.
Pere Compte. Interior de la Loja de Valencia. Siglo XV.
Qué maravilla esa Basílica de Santa María del Mar...
ResponderEliminarTu entrada es un documento del gótico catalán digno de archivar para consultas informativas de nuevas visitas a estos bellos colosos del arte gótico.
Un abrazo, Paco.
Como en tantas ocasiones, es el clima el que determina el primer boceto del arquitecto, en función de la pluviometría, los hielos y el resto de variantes. Magistral lección, Paco.
ResponderEliminarUn abrazo
Tú lo has dicho: Corona de Aragón, en la que estaba incluida Cataluña y no al revés.
ResponderEliminarUna cosa que me llamó mucho la atención cuando estuve en Barcelona fue comprobar cómo el gótico allí es muy original por la tendencia a las "naves- salón" y por abrir capillas aprovechando el hueco entre contrafuertes.
Un saludo.
Bueno, una entrada para guardar en el archivo. Esta no es una simple entrada para leer sino que es una estupenda página de consulta que coloco entre mis favoritos. Como siempre, un placer leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarPedazo de recorrido has hecho en esta entrada, de las que citas conozco las de Mayorca,Barcelona, Valencia y Zaragoza el resto para futuros viajes....
ResponderEliminarHola Paco:
ResponderEliminarCuando estuve en Barcelona, en el Palau Mayor, me llamó significativamente la atención el parecido entre ese edificio y el hospital donde estudié medicina (es un hospital del siglo XIX, con patio interior muy similar al palau). El Hospital no es de estilo gótico prpiamente, pero le han intentado asemejar.
Saludos. Buena lección
Una parte de España que bien conozco, una excelente elección de catedrales que son de admirar, un abrazo
ResponderEliminarQue hermoso patrimonio tenemos conozco algunas catedrales por dentro y prometo que cuando vuelva a Barcelona visitar
ResponderEliminarSanta María del Mar. Leí el libro.
Gracias Paco por mostrarnos tanta riqueza.
Un beso.
Bien está en recordar a los alumnos que el gótico no sólo se desarrolla en los reinos de León y Castilla, cuyas construcciones parecen siempre imponerse sobre el resto de la península, sino que adquirió este estilo unas características propias e inimitables en el reino de Aragón. La maestría a la hora de adaptar este código constructivo es patente sobre todo el obras tan sumamente espirituales en su sentido ascensional como la catedral de Barcelona o la de Mallorca, siendo su máxima expresión en Santa María del Mar.
ResponderEliminarUn saludo
Ese claustro de la catedral de Barcelona es una de mis grandes debilidades. Muy buena entrada, Monsieur Paco: nos trae algo que, como señala madame Carmen, demuestra que en toda la península hay ejemplos admirables.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Como sigas a sí, te van a dar la Sant Jordi.
ResponderEliminarHace unos horas he pasado por delante de Santa Maria del Mar y de la Catedral, y aunque no he entrado esta vez, ambas construcciones al anochecer de un día de invierno -sin turistas- son aun más hermosas.
Abrazos
Siempre me encantó la pureza de las formas de este gótico frente al del resto de la península. Recuerdo la primera vez que entré en Santa María del Mar: toda para mí; yo solo. Qué delicia. Ahora es imponsible. Saludos
ResponderEliminarÉ tão lindo, só apreciando de perto... quem sabe, um dia!....
ResponderEliminarBom dia!!!!
░ Beijinhos do Brasil. ✿⊱彡
♡♡彡¸.•°
❤
Son verdaderas joyas del Gótico.Me encanta la descripción que haces acerca de la luz que se filtra en la Catedral de Barcelona: te estaba leyendo y es una sensación de retrotraimiento.Me ha encantado esta reseña y cuantos recuerdos del barrio Gótico de Barcelona.
ResponderEliminarAbrazos Paco.
Simplemente
ResponderEliminar¡¡¡¡¡ESPECTACULAR, PACO!!!!
Querido Paco, una de esas entradas que me hacen exclamar ¡maestro!, una maravilla de texto y de fotografías. Mañana me acordaré de ti en Compostela, cuando visite la Catedral y sus magníficos aledaños, en compañía de un grupo de alumn@s de intercambio de Canarias que estos días nos visitan; y en medio de uno de esos frentes atlánticos tan pertinaces por estas tierra, diremos aquello de "En Santiago, la lluvia es arte".
ResponderEliminarMil bicos.
Tenía interés por ver la Basilica de Santa María del Mar después de haber leído la novela de su minm,o nombre y me parece majestuosa, de una belleza única. Me ha interesado la lectura del gótico del reino de Aragón, más desconocido para mí que el gótico castellano y como bien dices son más bellos lpos interires que los interiores de los edificios.
ResponderEliminarUn abrazo.