La casa
romana, que había comenzado siendo tan sólo un atrio, una habitación común para
todo y también para todos, fue después aumentando sus dependencias de modo
indefinido. El primer atrio o patio se rodeó de cámaras por cuatro lados; después se le
agregó otro atrio con nuevas habitaciones, y muchas veces también detrás un
jardín con un pórtico posterior. Así, la casa sufrió la penetración de las ideas helenísticas, y
aun conservando el atrio tradicional, se transformó con el patio, los pórticos
y columnas en una casa griega.
Estaba ya dotada de patio la llamada Casa de Livia, en el Palatino, morada de la esposa de Augusto y, tal vez él también, que se conservó después por respeto englobada en las grandes construcciones posteriores. En muchas casas de Pompeya se encuentran también los dos elementos: después de un pequeño vestíbulo que conduce al atrio tradicional romano, con su impluvium en el centro, se encuentra un patio con pórtico a la griega. Los triclinia, o alcobas del atrio de las casas romanas, están decorados con mármoles y más a menudo, por economía, con estucos pintados, entre los cuales se distinguen cuatro estilos.
Estaba ya dotada de patio la llamada Casa de Livia, en el Palatino, morada de la esposa de Augusto y, tal vez él también, que se conservó después por respeto englobada en las grandes construcciones posteriores. En muchas casas de Pompeya se encuentran también los dos elementos: después de un pequeño vestíbulo que conduce al atrio tradicional romano, con su impluvium en el centro, se encuentra un patio con pórtico a la griega. Los triclinia, o alcobas del atrio de las casas romanas, están decorados con mármoles y más a menudo, por economía, con estucos pintados, entre los cuales se distinguen cuatro estilos.
Fresco del primer estilo o de las Incrustaciones en casa Pompeyana. S. I a.C.
Fresco del primer estilo de la Casa de Salustio. Pompeya. S. I a.C.
1) PRIMER ESTILO O ESTILO DE INCRUSTACIONES. Aproximadamente, entre el 120 y el 80 a.C. Se basa en la decoración griega de interiores, y se denomina así porque
sus pinturas sobre el yeso se utilizaron para imitar el aspecto de los muros de
mármol pulidos, con colores rojos y amarillentos. Al principio, la pared se ha decorado con
revestimientos, con molduras pintadas que imitan a veces puertas y pilastras,
pero todo figurado como si fuera de relieve en la pared. Este procedimiento
constituye el primer estilo de la decoración romana, llamado de las
incrustaciones, porque los revestimientos simulados con el fresco parecen
incrustaciones de materiales más ricos que los de la pared. Un ejemplo lo tenemos en las Pinturas
de la Casa de
Salustio de Pompeya o la Casa del Fauno en Pompeya. También la Casa
Samnita en Herculano.
2) SEGUNDO ESTILO O ESTILO ARQUITECTÓNICO. Desde el 80 a.C. hasta los tiempos de Augusto. El segundo estilo de decoración de las casas de Pompeya, que parece algo posterior al de las incrustaciones, es el que se ha llamado estilo arquitectónico, porque en la pared se han figurado elementos arquitectónicos en perspectiva, que tratan de dar idea precisamente de verdaderas construcciones, con columnas avanzadas que figuran destacarse del muro para producir así un efecto de profundidad que ensanche la habitación. Aquí, los pintores que trabajaron intentaron crear por medio de la perspectiva una ilusión espacial que se prolongaba más allá de la superficie mural. Las columnatas, los jardines, los escenarios teatrales y los templos circulares fueron motivos usuales. Por el hueco que dejan estos elementos arquitectónicos se pueden ver paisajes y bodegones. Este segundo estilo deriva, evidentemente, del anterior. En las primitivas casas republicanas, los revestimientos son simplicísimos, representando tan sólo almohadillas de mármol, mas pronto avanzan los elementos arquitectónicos para figurar la perspectiva. La decoración de la Casa de Livia en el Palatino, fluctúa entre los dos estilos: ciertas partes de esta decoración son ya del estilo arquitectónico; otras, en cambio, pertenecen aún al primer estilo de las incrustaciones. Hay allí un delicioso motivo de revestimiento plano, combinado con medias pilastras, y unas guirnaldas de hojas y frutos, como las que decoraban el interior del Ara Pacis, que ya dan la impresión de relieve o de proyectarse fuera de la pared.
Pero la fantasía arquitectónica se va exagerando con el tiempo: avanzan más las columnas, que se hacen cada vez más realistas, y entre estos pórticos pintados se figuran paisajes bellísimos, llenos de naturalismo, o ventanas con panorama al fondo. Por fin, prosiguiendo en la misma idea, toda la pared se divide en columnas o pilastras, las cuales dejan también ver entre ellas pintorescas composiciones. En una villa imperial situada fuera de las murallas de la propia Roma, el efecto resulta todavía más exagerado, porque toda la pared está deliciosamente decorada con la vista de un vergel florido; los árboles más graciosos se yerguen hasta el techo, llenos de pájaros multicolores; en el centro del plafón, una fuentecilla brota de entre las hierbas. Esta no podía llamarse, en verdad, composición del estilo arquitectónico, pero el principio decorativo es el mismo: se trata sencillamente de ensanchar la habitación con perspectivas figuradas. Hoy se pueden encontrar extensas series de frescos del segundo estilo enla Villa de los Misterios de Pompeya, año 50 a.C., en una magnífica villa excavada recientemente cerca de Oplontis (también del año 50 a.C.). Otro ejemplo son los Paisajes de la Odisea en el Esquilino en Roma, con figuras empequeñecidas, ya que el protagonista es el paisaje.
Frescos de la Casa de Livio en el Palatino. Roma. Siglo I a.C.
2) SEGUNDO ESTILO O ESTILO ARQUITECTÓNICO. Desde el 80 a.C. hasta los tiempos de Augusto. El segundo estilo de decoración de las casas de Pompeya, que parece algo posterior al de las incrustaciones, es el que se ha llamado estilo arquitectónico, porque en la pared se han figurado elementos arquitectónicos en perspectiva, que tratan de dar idea precisamente de verdaderas construcciones, con columnas avanzadas que figuran destacarse del muro para producir así un efecto de profundidad que ensanche la habitación. Aquí, los pintores que trabajaron intentaron crear por medio de la perspectiva una ilusión espacial que se prolongaba más allá de la superficie mural. Las columnatas, los jardines, los escenarios teatrales y los templos circulares fueron motivos usuales. Por el hueco que dejan estos elementos arquitectónicos se pueden ver paisajes y bodegones. Este segundo estilo deriva, evidentemente, del anterior. En las primitivas casas republicanas, los revestimientos son simplicísimos, representando tan sólo almohadillas de mármol, mas pronto avanzan los elementos arquitectónicos para figurar la perspectiva. La decoración de la Casa de Livia en el Palatino, fluctúa entre los dos estilos: ciertas partes de esta decoración son ya del estilo arquitectónico; otras, en cambio, pertenecen aún al primer estilo de las incrustaciones. Hay allí un delicioso motivo de revestimiento plano, combinado con medias pilastras, y unas guirnaldas de hojas y frutos, como las que decoraban el interior del Ara Pacis, que ya dan la impresión de relieve o de proyectarse fuera de la pared.
Pero la fantasía arquitectónica se va exagerando con el tiempo: avanzan más las columnas, que se hacen cada vez más realistas, y entre estos pórticos pintados se figuran paisajes bellísimos, llenos de naturalismo, o ventanas con panorama al fondo. Por fin, prosiguiendo en la misma idea, toda la pared se divide en columnas o pilastras, las cuales dejan también ver entre ellas pintorescas composiciones. En una villa imperial situada fuera de las murallas de la propia Roma, el efecto resulta todavía más exagerado, porque toda la pared está deliciosamente decorada con la vista de un vergel florido; los árboles más graciosos se yerguen hasta el techo, llenos de pájaros multicolores; en el centro del plafón, una fuentecilla brota de entre las hierbas. Esta no podía llamarse, en verdad, composición del estilo arquitectónico, pero el principio decorativo es el mismo: se trata sencillamente de ensanchar la habitación con perspectivas figuradas. Hoy se pueden encontrar extensas series de frescos del segundo estilo enla Villa de los Misterios de Pompeya, año 50 a.C., en una magnífica villa excavada recientemente cerca de Oplontis (también del año 50 a.C.). Otro ejemplo son los Paisajes de la Odisea en el Esquilino en Roma, con figuras empequeñecidas, ya que el protagonista es el paisaje.
Frescos de la Domus Áurea de Nerón en Roma, del tercer estilo. S. I d.C.
Frescos de la Casa de los Vetii en Pompeya. S. I d.C.
3) TERCER ESTILO O ESTILO ORNAMENTAL O DE LOS CANDELABROS. Su cronología sería desde la época de Augusto a la de Nerón (63 d.C.). En este estilo de decoración mural ya no se trata de dar la ilusión de la profundidad; toda la pared tiene, por lo general, un tono uniforme. Es blanca o negra o de un rojo intenso llamado pompeyano, pero en esta intensa nota de color se destacan mil adornos en miniatura: frisos con pequeñas guirnaldas, fajas verticales con entrelazados, guirnaldas, máscaras y cestitos y, sobre todo, los paños colgantes; están dispuestos estos mil elementos de un modo apacible, procurando sólo que con sus colores complementarios apaguen la nota demasiado intensa del campo uniforme de la pared. Se trata de una pintura delicada en la que el ilusionismo del segundo estilo se suprimió en favor de arabescos lineales sobre fondos monocromos. Se aprecian decorados arquitectónicos de influencia egipcia. Se caracteriza por el exotismo y las arquitecturas fantásticas, combinados por amorcillos y guirnaldas (cercano al arte rococo). La parte más rica de esta decoración ornamental son las fajas, llenas de figuras de amorcillos jugando y de escenas caricaturescas. En su origen parece probable que estos frisos se aplicaran en pinturas al vidrio; de otro modo no se explica la minuciosidad con que están dibujados todos los detalles, impropia de la decoración al fresco. Debió de corresponder este estilo ornamental a la moda imperante durante el reinado de Nerón, porque los restos de estucos y frescos que decoraban su Domus.
El estilo de pinturas de la Casa o Domus Aurea de Nerón, descubierta en la época de Rafael y Miguel Ángel, influyó muchísimo en el estilo decorativo del Renacimiento del siglo XVI. Siendo las cámaras decoradas de la Domus áurea actualmente subterráneas, forman como grutas o cantinas, y de aquí que al descubrirse estos adornos se les llamara grutescos. Los elementos decorativos del Renacimiento están, pues, principalmente derivados del tercer estilo ornamental romano, porque entonces no se conocían otras decoraciones romanas ni se habían excavado aún las casas de Pompeya, las cuales son un arsenal variadísimo de motivos de los varios estilos romanos de decoración. Las habitaciones más hermosas pintadas en el tercer estilo se conservan en la Villa de Agripa Postumo en Boscotrecase (10 a.C.). A este estilo puede pertenecer la Casa de los Vetii en Pompeya, con temas complejos: Apolo tocando una lira, niños vendimiando, escenas de herrería, etc.
Frescos de la Villa de los Misterios en Pompeya. S. I d.C.
4) CUARTO ESTILO O ESTILO ILUSIONISTA. Desde el año 63 al 79 d.C., cuando la erupción del Vesubio sepulta las ciudades de Pompeya y Herculano. Los motivos arquitectónicos fueron de nuevo populares, en él se acentúan
los espacios y fingimientos ópticos. Por otra parte, las figuras ocupan grandes
extensiones e importancia. En los estilos tercero y cuarto la parte central de
los murales está pintada al estilo de las tablas, mostrando temas mitológicos,
aunque también se conocen ejemplos de vida cotidiana y retratos.Se
llama estilo ilusionista, porque no tiene la pretensión de dar un efecto del
natural, como el primero y segundo estilos, y porque para enriquecer la pared
se vale también de la representación de formas arquitectónicas: columnitas,
frisos y ventanas, pero pintados de la manera más fantástica. Las columnas,
delgadísimas, están aglomeradas, sin respeto a la verosimilitud, en un
laberinto de formas que llega a producir algunas veces un efecto desorientador.
Hay elementos de exquisita imaginación en este estilo. A veces, las columnitas
de los caprichosos templetes se sostienen sobre pequeños animales, los
amorcillos se encaraman por sus finos tallos, las hojas en espiral se
retuercen, como los modernos modelos metálicos. Pero más que nada su belleza
estriba en la infinidad de colores vivísimos que, en aquel torbellino de
formas, aparecen y desaparecen en un pequeño espacio de pared. Sin lugar a dudas el mejor ejemplo
lo ofrecen los frescos de la Villa de los Misterios de Pompya, con
escenas báquicas de danzantes, rituales, silenos tocando liras y flautas,
flagelaciones, orgías... Otro ejemplo pueden ser la Villa Donna en Herculano.
Estos cuatro estilos decorativos romanos no guardan entre sí un orden
estrictamente cronológico; en la Casa de Livia, en el Palatino, dos de ellos se
encuentran en una misma construcción; de todos modos y a grandes líneas puede
considerarse que uno sucede al otro, de acuerdo con los sucesivos cambios de la
moda. Ellos sirven a menudo para fijar la época de las casas en que se
encuentran, porque hay algunos datos seguros, esto es: el segundo estilo era
contemporáneo de Augusto, el tercero del reinado de Nerón y el cuarto de la
destrucción de Pompeya. Se ven allí edificios a medio acabar que se estaban
decorando con el cuarto estilo.
El centro del plafón, tanto en el tercero como en el cuarto estilos, solía llenarlo un recuadro que reproducía alguna pintura famosa del arte griego, repetida naturalmente de una copia manoseada una y mil veces. Pero, así y todo, los cuadritos que decoran los muros de Pompeya son muchas veces preciosas sugestiones para restaurar grandes obras pictóricas perdidas, que se completan con otros indicios que proporcionan la cerámica o los mosaicos.
Por otra parte, al tratar del Ara Pacis y de otros monumentos del período augústeo, se han indicado ya las condiciones del naturalismo en los detalles y del orden equilibrado en la composición que caracterizan la escultura romana. Se ha hecho referenda también de las representaciones figuradas de carácter histórico y de las personificaciones locales, de ríos, fuentes y ciudades. A veces estas personificaciones se representaban separadas de un asunto histórico; el genio romano, olvidando por un instante su carácter conmemorativo, encontraba placer en representar, sin ningún propósito religioso o civil, los númenes locales.
El centro del plafón, tanto en el tercero como en el cuarto estilos, solía llenarlo un recuadro que reproducía alguna pintura famosa del arte griego, repetida naturalmente de una copia manoseada una y mil veces. Pero, así y todo, los cuadritos que decoran los muros de Pompeya son muchas veces preciosas sugestiones para restaurar grandes obras pictóricas perdidas, que se completan con otros indicios que proporcionan la cerámica o los mosaicos.
Por otra parte, al tratar del Ara Pacis y de otros monumentos del período augústeo, se han indicado ya las condiciones del naturalismo en los detalles y del orden equilibrado en la composición que caracterizan la escultura romana. Se ha hecho referenda también de las representaciones figuradas de carácter histórico y de las personificaciones locales, de ríos, fuentes y ciudades. A veces estas personificaciones se representaban separadas de un asunto histórico; el genio romano, olvidando por un instante su carácter conmemorativo, encontraba placer en representar, sin ningún propósito religioso o civil, los númenes locales.
El desarrollo de la pintura mural después de
la destrucción de estas ciudades por el Vesubio está menos documentado, pero se
pueden encontrar estancias pintadas en los siglos II, III y IV en Ostia y,
sobre todo, en las catacumbas romanas.
Terminamos con un video sobre la pintura romana:
Esto es lo que hoy podría ser considerado "interiorismo", ¿no es cierto? Bonitos ejemplos, Paco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando la casa deja de estar formada por cuatro paredes y se convierte es un espacio para el disfrute y el descanso. Qué diferentes estas domus tranquilas a las ruidosas insulae de las ciudades.
ResponderEliminarTercera ilustración de:
http://latinajadediogenes.blogspot.com.es/2010/07/aprendiendo-con-asterix.html
Un saludo.
Cerca de casa, en un pueblo llamado Carranque hay una ruinas de una casa que se atribuyen a un comerciante romano. He visto los mosaicos del suelo que se han conservado muy bien. No tanto los fresco. Es espectacular. Lastima que por los recortes, el complejo será cerrado a los visitantes...
ResponderEliminarSaludos Paco
Amplias casas, y maravillosos y sorprendentes las incrustaciones y los frescos que aun se conservan.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz comienzo de semana.
La belleza de la pintura mural en todo tipo de arte siempre ha sido una maravilla poderla contemplar después de tantísimos años.
ResponderEliminarEl vídeo muy bueno.
Un abrazo
He disfrutado de estas casas porque hace algunos años tuve la suerte de visitar Pompeya. Siempre me han impresionado estas pinturas y decoración de las casas.
ResponderEliminarOtra joya de post.
Un abrazo y buena semana
Es fantástico poder ver hoy en día estas muestras de arte tan delicadas y frágiles. En su momento de esplendor tuvieron que definir de una forma magnífica los interiores de esas domus ejemplo de adaptación arquitectónica a la geografía y a las condiciones climáticas.
ResponderEliminarUn abrazo!
Ummm, amigo compañero, un paseo por las pinturas de Pompeya, como si volviera a verlas, ¿conoces las de la villa Popea en Oplontis?
ResponderEliminar!Cuánta sensibilidad la de aquellos romanos!
Besito contento.
Preciosos frescos y un recurso muy extendiido en las villas romanas eran los trampantojos.
ResponderEliminarUn saludo.
Es muy interesante ver la evolucion de la pintura romana, es una suerte que muchas de ellas hayan llegado hasta nosotros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Las pinturas romanas son fascinantes. ¡Hay que ver cuánto comunincan sus figuras y sus paisajes con pocos trazos! Estupendo artículo. Saludos cordiales.
ResponderEliminarMaravilla comprobar la perfección técnica en pintura a la que llegaron en la Antigua Roma. La lástima es que se conserve relativamente poco. El estilo ilusionista produce admiración porque en las figuras humanas de la Villa de los Misterios podemos apreciar la perfección a la hora de representar el cuerpo humano, el volumen, las carnaciones, el sombreado y la composición de las escenas. Incluso en algunas figuras se insinúa el movimiento.
ResponderEliminarSaludos
¡Qué auténtica delicia subir a la última planta del Palazzo Massimo en Roma para disfrutar de las espléndidas pinturas de jardín del triclinio invernal de la villa de Livia, una suerte de paraíso donde una explosión de belleza vegetal y ornitológica inunda las paredes! Es toda una experiencia gozar de esta exuberante vegetación compuesta de laureles, árboles frutales como el granado o la vid, plantas raras, multitud de flores, pinos, abetos, plátanos y pajarillos volando sobre el fondo luminoso de un cielo azul en este "locus amoenus".
ResponderEliminar¡Qué formidables recuerdos, caro!
Mil bicos.
Que belleza Paco.
ResponderEliminarQuedè fascinada con los frescos de la Villa de los Misterios,me encanta el estilo ilusionista como se menciona en tu texto.
Un abrazo.
Como siempre un gusto pasar por tu casa.
Sabían los patricios de entonces rodearse de belleza,como siempre ha sido. Un abrazo.
ResponderEliminarUna verdadera lástima que estos frescos sean lo primero en desaparecer con el paso de los años. Afortunadamente, todavía nos quedan muchos ejemplos para poder admirar la maestría romana también en estos lares.
ResponderEliminarUn saludo!