La mezquita de Kairuán (también conocida como Mezquita de Sidi Okba) en Túnez es una de las más antiguas que subsisten y la
primera de las del Magreb, el Occidente musulmán. A pesar de los
posteriores retoques y de las reconstrucciones, la actual Gran Mezquita
data del año 836 y es obra de la dinastía de los aglabíes, que le dieron su forma
definitiva. Su primera construcción es del año 670 (el año 50 del calendario islámico) y contribuyó sobremanera al desarrollo urbano y demográfico de la ciudad de Kairuánn.
Es precisamente en el norte de África donde se encuentra el tipo de
mezquita más primitiva, el modelo sirio o hipóstilo de mezquitas, consistente en un amplio espacio rectangular
dividido en su interior por filas de columnas, un gran patio o sahn y un alminar cuadrado de aspecto macizo. La sobriedad de su estilo
unido al empleo magistral del espacio, acentúa aún más la expansión
primera del Islam. La mezquita ocupa una superficie de 9.000 metros cuadrados y su
perímetro alcanza los 415 metros, medidas que otorgan a la Gran Mezquita
un puesto preeminente entre los templos más amplios de África del Norte.
El santuario de Kairuán es una amplia sala hipóstila, cuya nave central, más alta y ancha que las otras, junto con el tramo que precede al muro de la quibla, forma la característica T, recuerdo probablemente del plano de las basílicas. La mezquita tiene la forma de un cuadrilátero irregular, que es mucho más largo del lado de la entrada principal (138 metros) que del lado opuesto (128 metros) y menos ancha del lado del alminar (71 metros) que del lado opuesto (77 metros). El patio es accesible por seis puertas laterales y forma un rectángulo a las dimensiones impresionantes. Este espacio inmenso es rodeado de galerías dobles constituidas de hermosos arcos sostenidos por diversas columnas de mármol, granito y de pórfido y que fueron tomados de los monumentos antiguos (principalmente de Cartago), así como las de la sala de oración. La universidad o madrasa, formada por los maestros que enseñan en la mezquita, se constituye como importante centro de estudios religiosos y profanos en los pórticos del patio.
El alminar,
que sirve para llamar a los fieles a la oración, de planta cuadrada, está constituido por
tres niveles decrecientes, el último piso se termina en una pequeña
cúpula. Su altura total es de 31,5 metros, por su paso imponente, domina
toda la ciudad.
Destacan las majestuosas cúpulas de la nave central, que sirven para iluminar el interior. Las dos cúpulas se elevan en los dos extremos de la nave mediana: una anterior, por encima del nártex, como fachada al patio y la otra posterior, delante del mihrab. El mihrab, que marca la dirección de la Meca, es revestido de mármol tallado en veintiocho paneles condecorados con una gran variedad de motivos geométricos y vegetales. El alfiz rectangular que enmarca el mihrab es adornado con azulejos de cerámica de reflejo metálico polícromos y monocromos, tal vez uno de los más armoniosos y lujosos del mundo árabe, procedente de Bagdad. Dispone la sala de oración de diecisiete naves. Todo el oratorio presenta una techumbre plana cubierta de terrazas. Las paredes que sostienen este techo están asentadas sobre arcos semicirculares de herradura, reforzados a su vez con tirantes de madera que se apoyan en impostas de piedra tallada y bloques de abacos, también de madera, emplazados sobre capiteles sujetos por columnas clásicas de mármol. Estos fustes y capiteles están reaprovechados, pues son restos provenientes en su mayoría de monumentos romanos y visigodos.
Destacan las majestuosas cúpulas de la nave central, que sirven para iluminar el interior. Las dos cúpulas se elevan en los dos extremos de la nave mediana: una anterior, por encima del nártex, como fachada al patio y la otra posterior, delante del mihrab. El mihrab, que marca la dirección de la Meca, es revestido de mármol tallado en veintiocho paneles condecorados con una gran variedad de motivos geométricos y vegetales. El alfiz rectangular que enmarca el mihrab es adornado con azulejos de cerámica de reflejo metálico polícromos y monocromos, tal vez uno de los más armoniosos y lujosos del mundo árabe, procedente de Bagdad. Dispone la sala de oración de diecisiete naves. Todo el oratorio presenta una techumbre plana cubierta de terrazas. Las paredes que sostienen este techo están asentadas sobre arcos semicirculares de herradura, reforzados a su vez con tirantes de madera que se apoyan en impostas de piedra tallada y bloques de abacos, también de madera, emplazados sobre capiteles sujetos por columnas clásicas de mármol. Estos fustes y capiteles están reaprovechados, pues son restos provenientes en su mayoría de monumentos romanos y visigodos.
La amplia sala del oratorio ocupa el extremo de un gran rectángulo de muros, provistos de contrafuertes que se abren a un patio longitudinal al que se accede por ocho puertas. Los pórticos rodean al patio por sus cuatro costados. La ordenación del pórtico noroeste se ve interrumpida hacia la mitad por la masa poderosa del alminar, mientras que el pórtico sureste constituye la majestuosa fachada, hábilmente compuesta de la sala de oraciones.
La primera renovación importante tuvo lugar en el 862-863, momento en el que se añadieron un mihrab de mármol, el cual tiene la forma de una hornacina perfectamente cóncava. Está profusamente adornado con azulejos con realce de lustre metálico, en parte importados de Iran.
La mezquita de Kairuán sirvió de modelo a numerosas construcciones del
período aglabí de inferiores roporciones, como las mezquitas de Sfax, la
al-Zaytuna de Túnez o la de Zaouia Zakkak, en Susa. Sin lugar a dudas,
dominó la evolución de la arquitectura norteafricana.
La mezquita de Kairuán es el monumento cumbre de la arquitectura aglabí.
Fundada sobre un emplazamiento romano-bizantino en época de la
conquista árabe, en el 670, fue completamente reedificada en el siglo
IX. Trece siglos después de su fundación, es un relevante centro espiritual
visitado cada año por centenas de millares de fieles y de turistas.