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domingo, 9 de octubre de 2011

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO. DE LA LEYENDA A LA HISTORIA

 


Son historia, pero muy pronto las envolvió un halo de leyenda. Sus dimensiones y su belleza (aún la de sus ruinas) despertaron la admiración de generaciones y son un reflejo de las portentosas capacidades constructivas de la Antigüedad.
Efectivamente, las siete maravillas del mundo forman parte de la leyenda. Solo la gran Pirámide de Keops en Egipto permanece en pie. El resto (los Jardines de Babilonia, la estatua de Zeus en Olimpia, el Templo de Artemisa en Éfeso, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría) ha desaparecido sin dejar apenas restos visibles que permitan una restitución verosímil de su apariencia originaria. Los relatos de los autores antiguos que describen su aspecto no son del todo fiables y a veces resultan contradictorios. Por lo general contienen manifiestas exageraciones y también graves errores de cálculo, dado que no contaban con los instrumentos de medición apropiados.


Estos relatos aluden al hallazgo de tesoros y objetos prodigiosos en las tumbas, y cuentan historias extraordinarias como la capacidad del Faro de Alejandría para quemar, con un espejo giratorio, las naves enemigas a 160 Km. De distancia, o la posibilidad de contemplar en él la vida en Constantinopla. Son muchos los elementos legendarios referidos a las maravillas. Para empezar, el número siete aparece envuelto en toda clase de especulaciones místicas y se repite en muchas culturas: los siete sabios de Grecia, los días de la semana, los pecados capitales o los brazos del candelabro del Templo de Jerusalén. Un esoterismo ocultista ha favorecido también especulaciones absurdas: las dimensiones y medidas de la gran pirámide relacionadas con claves astronómicas y matemáticas. También la construcción de los jardines de Babilonia se adjudicó a la mítica reina Semíramis; y del Coloso de Rodas se creía que dejaba pasar los barcos por debajo de sus piernas, una postura imposible para las posibilidades técnicas de la época.

Esta es la presentación de las siete maravillas del Mundo Antiguo:


La Gran Pirámide de Keops.

1) La Gran Pirámide de Keops en Gizeh (Egipto). Es la tumba del Faraón Keops, de la IV dinastía, y se construyó a mediados del III milenia a.C. (sobre el 2570 a.C.). Destaca por su mole inmensa, constituida por millones de bloques de varias toneladas de peso, y por sus más de 140 m. de altura. Es la única de las siete que aún sobrevive.


2) Los Jardines colgantes de Babilonia (actual Iraq). Lo construye el monarca Nabuconodosor en el siglo VI a.C. para complacer a su esposa meda Amitis, que añoraba las montañas de su patria natal.  Estaban dispuestos en terrazas y plantados sobre plataformas sostenidas por bóvedas que se iban elevando de forma gradual hasta los 24 m. de altura. Su aspecto semejaba un teatro poblado por árboles y plantas.


3) El Templo de Artemisa en Éfeso (actual Turquía). El templo se construyó sobre el 550 a.C., pero fue destruido por un incendio, volviéndose a levantar en época de Alejandro Magno (S. IV a.C.). Se alzaba sobre una plataforma escalonada, en la que se elevaban un bosque de columnas de más de 19 m. de altura, con espléndidos relieves en el friso. En el espacio central, en un templete se alojaba la estatua de la diosa Artemisa, la Diana romana.


4) La estatua de Zeus en Olimpia (Grecia). La estatua la realizó Fidias sobre el 430 a.C., de oro y marfil y medía 13 m. de altura. Representaba al padre de todos los dioses sentado sobre un trono decorado con pnturas y esculturas que describían escenas mitológicas. Fue la más celebrada de las esculturas griegas, en parte debido a la fama del santuario, dente tenían lugar los Juegos Olímpicos cada cuatro años.


5) El Mausoleo de Halicarnaso (actual Turquía). Fue la tumba construida parar el rey cario Mausolo por su esposa Artemisa, a mediados del siglo IV a.C. (353 a.C.). El mausoleo estaba dividio en tres partes: un podio elevado, una columnata jónica intermedia de 36 columnas, y un cuerpo piramidal de 24 escalones coronoado por una cuádriga. Todo el conjunto destacaba por la belleza de su diseño y la riqueza de sus esculturas (donde intervinieron grandes escultores como Leocares, Scopas o Briaxis).


6) El Coloso de Rodas (Grecia). Representaba al dios Helios de pie y desnudo con una antorcha en la mano derecha y una lanza en la izquierda. Era de bronce, de 31 m. de altura y fue levantado por los rodios para conmemorar su victoria sobre uno de los generales de Alejandro, en el 305 a.C. El Coloso se levantaba en el entorno del templo del dios, en el puerto. Fue obra del escultor Cares de Lindos (discípulo de Lisipo) y un terremoto derribó la estatua en el 226 a.C.


7) El Faro de Alejandría (Egipto). Se construyó a comienzos del siglo III a.C. (entre 285 y 247 a. C.), sobre la isla que le dio su nombre, cerca de Alejandría. Tenía una altura cercana a los 100 m. y destacaba de manera especial por la elegancia de su concepción. Estaba dispuesto en tres cuerpos y coronado por la estatua de Zeus salvador.

Jardines colgantes de Babilonia.

Sin embargo, el empeño y la tenacidad de los arqueólogos ha devuelto a la luz algunas huellas de su existencia. Estos hallazgos, combinados con el relato de los autores antiguos y con las representaciones, aún simplificadas y esquemáticas, que aparecen en monedas y otros objetos, permiten restituir su apariencia más acorde con la realidad de su tiempo. Pero todavía subsisten numerosos interrogantes. Conocemos mejor la técnica constructiva de grandes obras arquitectónicas como las pirámides y los jardines colgantes de Babilonia, o de edificios monumentales como el Artemision en Éfeso, el Mausoleo de Halicarnaso o el Faro de Alejandría. Podemos apreciar también la compleja estructura interna que requería la erección de grandes estatuas como la de Zeus en Olimpia o el Coloso de Rodas. A pesar de todo ello, se ignora la verdadera fisonomía de muchas de ellas, la disposición concreta de algunos de sus elementos decorativos e, incluso, su localización exacta, como sucede con los jardines de Babilonia o el Coloso de Rodas.
Tales maravillas han consagrado la fama inmortal de sus promotores, monarcas como el egipcio Keops, el babilonio Nabuconodosor y el cario Mausolo, o santuarios y ciudades griegas como Olimpia, Éfeso, Rodas y Alejandría. Su descubrimiento aparece asociado a los grandes nombres de la arqueología, como los ingleses Flinders Petrie en la Gran Pirámide, Charles Th. Newton en el Mausoleo y John T Wood en el Templo de Artemisa, o el alemán Robert Koldewey en Babilonia. Muchos de ellos están rodeados de aventura y misterio.

La lista de estos lugares es, sin lugar a dudas, una creación griega. Cinco de las siete maravillas son griegas y las dos restantes forman parte de ese Oriente legendario y fabuloso hacia el que los griegos experimentaron siempre una innegable atracción. Esta fascinación por lo maravilloso se refleja ya en los poemas de Homero. Pero será el historiador Heródoto (considerado el “padre de la historia”), quién en el siglo V a.C. incluya ya en su obra el primer gran catálogo de maravillas (thomastá) del orbe conocido, entre ellas, las pirámides de Egipto, Babilonia y el templo de Artemisa. Por lo que se refiere al resto de las siete maravillas, no existía aún en los tiempos de Heródoto.

 Templo de Artemisa en Éfeso.

El origen de la lista podría remontarse a la expedición a Oriente de Alejandro Magno, cuando numerosos griegos tuvieron ocasión de contemplar en directo las maravillas orientales y elaborar catálogos que describían su belleza y pericia técnica. Se sabe que Alejandro tuvo una relación directa con cinco de las siete definitivas (el Coloso y el Faro aún no se habían construido, y éste, además, fue introducido tardíamente en la lista).
Sin embargo, la lista canónica definitiva se confeccionó seguramente poco tiempo después, en Alejandría. Esta ciudad egipcia se había convertido por aquel entonces en la verdadera capital cultural del mundo helenístico y en un centro internacional del saber gracias a instituciones como el Museo o la celebérrima Biblioteca, financiadas por el patrimonio real. Una obra de esta clase fue la del poeta Calímaco, pero desgraciadamente sólo conocemos el título de la obra.
Fue en esa época cuando ya se habían construido todas las maravillas que figuran en la lista canónica y todavía permanecían a la vista antes de que sufrieran los estragos del tiempo o de la barbarie humana. La última de todas, el Coloso de Rodas, fue erigida en los primeros años del siglo III a.C., ya que la destruyó un terremoto en el 226 a.C., fijando así la cronología de su elaboración. Curiosamente, el Faro, que era la maravilla local, no parece haber figurado en estas listas, ya que se menciona por primera vez mucho más tarde, en la lista de Gregorio de Tours, del siglo VI d.C.
Sólo conservamos una obra dedicada por completo a la descripción de las siete maravillas. Lleva por título “Sobre las siete maravillas” y se atribuye convencionalmente a un autor del siglo II .C. llamado Filón. Sin embargo, el tratado en cuestión no se caracteriza precisamente por el rigor y la precisión del autor. Filón destaca mediante fórmulas hiperbólicas la dimensión extraordinaria de los diferentes monumentos de la lista y pone de relieve la desmesura humana frente a la divinidad, uno de los tópicos más comunes de la retórica tardía. Sorprende igualmente el carácter fabuloso de algunas de sus informaciones, como el supuesto revestimiento exterior de las pirámides egipcias a base de piedras brillantes.

 Estatua de Zeus en el Templo de Olimpia.

Se conocen otras trece listas más, escalonadas cronológicamente desde el siglo II a.C. hasta el XIV. Algunas se limitan a repetir las mismas maravillas que Fión. Otras interpolan monumentos posteriores de sus propias épocas, como la del poeta latino Marcial, que introdujo el Coliseo romano, o el historiador cristiano Gregorio de Tours, del siglo VI d.C., que se decantaba por monumentos como el Templo de Salomón. En la lista inicial figuraron también otras maravillas, como el altar hecho de cuernos del Santuario de Apolo en Delos, la ciudad egipcia de Tebas o el Palacio Real de Ciro en Ecbatana. Pero ninguna entró en la selección definitiva por distintas razones.

Los criterios a la hora de elaborar la célebre lista no fueron exclusivamente estéticos. A sus cualidades estéticas y dimensiones colosales se añadían en este caso consideraciones relacionadas con la pericia técnica desplegada en su realización, rindiendo así un merecido homenaje al talento y a la audacia de sus constructores. Conocemos, en efecto, los nombres de sus artífices: los arquitectos del Templo de Artemisa, Quersifronte y Metágenes, sucedidos por Deinócrates, Peonio y Demetrio; el gran escultor ateniense Fidias, autor del Zeus de Olimpia; el arquitecto Piteo y los escultores Escopas, Leocares, Briaxis y Timoteo, creadores del Mausoleo; Cares de Lindos, autor del Coloso de Rodas y de Sóstrato de Cnido, que proyectó el Faro de Alejandría.
Sus logros técnicos siguen sorprendiendo en la actualidad. Así sucede con la geometría de la Gran Pirámide, su compleja distribución interior con su red de galerías, sus tres cámaras sepulcrales y las técnicas de construcción mediante rampas que permitían elevar los inmensos bloques. De los jardines babilonios destaca la distribución en terrazas sobre grandes bóvedas y los ingenios de riego que elevaban el agua del río hasta ellos. Del Templo de Artemisa llama la atención el transporte ideado para trasladar los enormes tambores de las columnas, deslizándolos sobre su propio eje ayudados con bastidores de madera. Del Zeus destaca la complejidad y fragilidad de su enorme estructura, a base de láminas de oro y piezas de marfil ajustadas sobre un denso armazón interno como soporte. Del Mausoleo de Halicarnaso, la prolija disposición de esculturas por todos sus lados. Del coloso rodio, el modo excepcional de su construcción, procediendo por etapas sucesivas de fundición a partir de los tobillos sobre una estructura interna de madera y metal. Del Faro de Alejandría, finalmente, la potencia de su señal luminosa, conseguida mediante la refracción de la llama sobra láminas de metal pulido.
Mausoleo de Halicarnaso.

El Coloso de Rodas.

La lista canónica final, con excepción del Faro de Alejandría, era ya patrimonio de los conocimientos generales en el siglo I a.C. Todas las maravillas de la lista fueron construidas con la finalidad de conmemorar algo y en la mayoría se halla presente de uno u otro modo el tributo a la divinidad. Representan un muestrario relativamente completo de las capacidades constructivas de la Antigüedad en casi todos los dominios, al tiempo que revelan los límites alcanzados por el atrevimiento humano.
Seguramente hubo muchos otros candidatos que hubieran merecido con creces figurar en la lista y han quedado en la marginación y el olvido (los impresionantes palacios asirios y persas, los zigurats mesopotámicos como la mítica Torre de Babel, el Santuario de Apolo en Delfos, las grandes capitales helenísticas, el Altar de Pérgamo o las construcciones romanas como el Coliseo o el Panteón). En fin, una selección, por tanto, que quizá no hace del todo justicia a una realidad histórica mucho más variada y compleja.
Sin embargo,  la lista sirve para recordarnos las pavorosas dimensiones de nuestra ignorancia acerca de un mundo remoto y desaparecido, que sólo nos ha legado testimonios fragmentarios y parciales. Sólo la Gran Pirámide ha logrado desafiar el paso del tiempo y los percances de una historia de guerras, destrucciones y saqueos. Las demás, a pesar de sus dimensiones y de los elevados costes de su construcción han sucumbido. Las siete maravillas constituyen un monumento en su sentido etimológico, es decir, un auténtico recordatorio de la fragilidad y caducidad de las cosas humanas y del implacable y devastador olvido de la historia.

 Faro de Alejandría.
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Bibliografía:

- Cottrel, L.: "Las maravillas de la Antigüedad". La Pléyade. Buenos Aires, 1972.
- Gómez Espelosín, J.: "Las siete maravillas del mundo antiguo". En Revista "Historia. National Geographic. Número 1. 2003.
- Romer, J. y Romer, E.: "Las siete maravillas del mundo: historia, leyendas e investigaciones". Ediciones del Serbal. Barcelona, 1996.  

 

19 comentarios:

  1. Me imagino que de las siete maravillas del arte antiguo, la que tenía todas las papeletas para ser la primera en desaparecer era la referente a los Jardines Colgantes de Babilonia, dado que el ladrillo era el elemento constructivo más frecuente en Mesopotamia. Y no hay ladrillo que aguante el paso del tiempo, aunque sí puede provocar alguna crisis de vez en cuando. Jejeje.
    Un saludo.

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  2. Asombra pensar que pudieran construir cosas parecidas a las que cuentas con la técnologia de aquella época. No olvidemos que solo sabían usar la pólea y alguna otra cosa. Solo tenían la fuerza humana y supongo que la madera para meterse en estas obras colosales...

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  3. Recuerdo las enseñanzas de pequeño, sobre las 7 maravillas, y recuerdo en mi imaginación infantil, como deberían de ser.Gigantescas construcciones, que nos dejaban empequeñecidos. Como bien dices, salvo pequeños restos, nunca sabremos verdaderamente la magnitud de estas obras. La humanidad a veces, no tiene memoria...

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  4. Los conocimientos que tenian en aquella época me dejan con la boca abierta de admiracion, son muchas las incongnitas de la construccion de la Piramide de Keops no se sabe como los bloques de piedra fueron cortado para encajar perfectamente, estuve en Egipto y un amigo me aconsejo de no entrar en la piramide, (sobre todo las personas que tienen claustrofobia) la escalera es estrecha conforme se và descenciendo falta el aire, delante y detràs hay gente que bajan y al lado otros que suben (un horror) Es una pena que las otra Maravillas hayan desaparecido.
    Un abrazo

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  5. Afortunadamente que algunas ruinas quedan de las cuales se pueden visitar.
    Muy interesante todo
    Abrazoz

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  6. Hola, buenas tarde..

    Extraordinaria lección profesor, me has dejado con la boca abierta, un viaje por estas maravillas que estudié de pequeña y que ahora gracias a ti he podido revivir y recordar..

    Un abrazo de bella semana

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  7. Paco, eres un Coloso. Me maravilla tu forma de enseñar y tu mucho empeño. ¡Cómo se conoce que te rebajaron el sueldo un 5% y hasta es posible que te lo vuelvan a bajar!

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  8. Una maravillosa forma de transportarme a mi niñez. Aún recuerdo la foto de las Pirámides en mi libro y la primera vez que las pude contemplar en el Cairo, exclamé "Igualitas que en mi libro, no me lo puedo creer"
    Después vi unas cuantas más de las citas. Gracias por traer este hermoso compendio y recordartorio de aquello que para mi siguen siendo estas siete maravillas.

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  9. la octava maravilla es tu trabajo de hoy, nos refrescas esos conocimientos aprendidos en un tiempo ya lejano, al menos para mi, te abrazo querido maestro

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  10. A veces me pregunto ¿ qué maravillas están construyendo para la posteridad los imperios actuales que sólo miran su ombligo olvidándose del hombre que es tratado como objeto?
    Gracias, su tarea es valiosa.
    http://enfugayremolino.blogspot.com/
    Acompañaré su trabajo como N441

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  11. Hola Paco:

    Como a Katy, me recordaste mis años de estudiantes.
    Vi un trozo de la cuadriga de Halicarnaso en el British musseum.

    Todavía quedan pendiente las pirámides.

    Saludos

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  12. ¡Vaya zona ese Mediterráneo oriental!, cuna del nacimiento de la cultura.

    Un saludo.

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  13. Una pena no poder ver las seis maravillas desaparecidas, pero como bien dices la obra humana no parece hecha para durar eternamente. Roma, llena de palacios y edificios imperiales fue poco a poco desmantelada para aprovechar sus piedras como material de construcción durante la Edad Media y aún después; y sin embargo ahí la tenemos. Eterna. Unas cosas desaparecen, otras nacen, como la vida. Una maravilla de artículo, Paco. Un abrazo.

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  14. Hoy me voy servida, me llevo dos estupendas clases la de Ramsés y esta de las maravillas. Recuerdo que cuando me enteré de su existencia siempre quise ver los jardines y soñaba con ellos
    Un placer leerte
    Un beso y buena semana

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  15. De todas ellas la q más me gustaría poder ver son los jardines de Babilonia, tenían que ser algo más que impresionantes. Eso sin desmerecer a ninguna de las otras, claro está.

    Un saludo.

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  16. Un lujo leerte, para mi que amo la historia doble placer.

    Dices.....Sin embargo, la lista sirve para recordarnos las pavorosas dimensiones de nuestra ignorancia acerca de un mundo remoto y desaparecido,....

    Totalmente de acuerdo

    Cariños

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  17. Esta entrada me dejo perpleja! es fascinante. Refresque muchisima informacion olvidada. Abrazos.

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  18. A mí es que los faros me dan buen rollo. Aunque nunca encuentro sus luces.

    Me pillo el Faro.

    Saludos, Paco.

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  19. Se han hecho tantas reconstrucciones de lo que pudo ser, a cada cual más bella, que sólo nos queda imaginarnos a estas maravillas como un auténtico Paraíso de la antiguedad. El Coloso de Rodas nunca deja de sorprenderme, me imagino pasar por ahí a los barcos quedando pasmados ante las gran estructura que los observaba...

    Un saludo!

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