Madonna de Sinigaglia. Óleo sobre tela (31 x 28 cm.). 1470-85. Palacio Ducal de Urbino.
Piero della Francesca nació entre 1410 y 1420 en Borgo San Sepulcro, cerca de Perugia y murió en el mismo lugar en 1492. Era hijo de una familia de mercadores, con un padre rico comerciante de paños (de ahí que supiera matemáticas, cálculo, álgebra y geometría) y madre noble. Aprendió la pintura con maestros como Antonio de Anghiari, Doménico Veneziano y Fra Angelico, aunque su estilo y su camino pictórico distará mucho del maestro de Fiésole. Parece que se quedó ciego en los últimos cinco años de su vida y un lazarillo le llevaba de las manos por esta pequeña ciudad de la Umbría italiana. Fue un pintor itinerante, trabajando en distintas cortes italianas, algo así como también le ocurrió a León Alberti. No hizo ninguna obra para la cuna del arte del momento, Florencia.Es un pintor solemne, que prefiere formas simplificadas y estudios de juegos de luz. En su pintura se conjugan lo científico y experimental con la claridad intelectual. Su pintura se basa en la perspectiva y el volumen de sus figuras para hacerlas intemporales. Le da igual que sea un personaje humano o divino pues a todos los trata por igual. Sus figuras tienen aires clásicos, serenos. El color lo utiliza para construir las figuras y todo ello enmarcado por una gran luminosidad con predominio de blancos sobre los que destaca los colores vivos de sus figuras. En la pintura de Piero della Francesca la configuración de un nuevo modelo clasicista desplazó la presencia de lo expresivo y se convirtió en el argumento prioritario de su obra. Sus composiciones se ofrecen concebidas como imágenes estructuradas con un nuevo sentido del orden.
Después de una época juvenil de formación en contacto con varios maestros sieneses del gótico final, entró en relación con la corte de Urbino hacia 1445. El duque de Urbino, Federico de Montefeltro, gobernaba sus estados como un príncipe ilustrado amante de las artes y las letras, haciendo una encomiable labor de mecenas: Su palacio lo hizo Luciano Laurana y allí fueron llamados Paolo Ucello, Piero de la Francesca y Melozzo da Forli.
La flagelación de Cristo. Óleo y temple sobre tabla (59 x 82 cm.). 1445? Galería Nacional de las Marcas. Palacio Ducal de Urbino.
El bautismo de Cristo. Temple sobre tabla (167 x 116 cm.). 1445. National Gallery. Londres.
Alrededor de 1450, Piero trabajó en Ferrara y en Rímini. En Ferrara dejó pinturas que influirán en pintores como Cosme Tura o Andrea Mantegna. En Rímini pintó un impresionante Retrato de Segismundo Malatesta, arrodillado a los pies del santo patrón, que todavía figura hoy en el Templo Malatestiano de Rímini, en el que León Alberti hizo la fachada.
Historias de la Santa Cruz: Descubrimiento y prueba de la Vera Cruz. Pintura mural al fresco.
Iglesia de San Francisco de Arezzo.
Historias de la Santa Cruz: Batalla entre el emperador Heraclio y Cosroes. Pintura mural al fresco (329 x 747 cm.). Iglesia de San Francisco de Arezzo.
En todo este ciclo la tendencia del pintor por la simplificación de los objetos y el orden compositivo se desarrolla de una forma radical, mientras que la luz, intensa y diáfana, acentúa el carácter reducido y elemental de los volúmenes.
Historias de la Santa Cruz: La reina de Saba delante de Salomón. Pintura mural al fresco.
Iglesia de San Francisco de Arezzo.La obra gigantesca del ábside de San Francisco de Arezzo debió ocupar a Piero durante siete u ocho años (1452-1460). En este período pintó diversas obras muy pocas de las cuales han llegado hasta hoy, tales como La Madonna del Parto (conservada en el pueblecito de Monterchi) y la Santa María Magdalena de la Catedral de Arezzo. Estas dos obras presentan el tipo de mujer característico de della Francesca: no se trata de la patricia florentina de Botticelli, de carnes exquisitamente fatigadas, sino una mujer alta, de nariz recta, robusto cuello y ancha frente, despejada, de cabellos recogidos cuidadosamente por la toca. Piero della Francesca, cuando no hace retratos se vale siempre de este mismo tipo, bastante impersonal, como llevado por el deseo de no cansar la atención. Estos cuerpos femeninos son ante todo volúmenes sólidos situados en el espacio. Así, la figura de la Magadalena sigue el modo escultórico de la pintura de Massaccio, quien concibe el cuerpo humano como volumen espacial.
Madonna del Parto. Pintura mural al fresco (260 x 203 cm.). 1460. Museo de la Madonna
del Parto. Monterchi.
del Parto. Monterchi.
La resurrección de Cristo. Pintura mural al fresco (225 x 200 cm.). 1463. Museo Cívico del Palacio Comunal de Borgo San Sepolcro.
En el último grupo de sus obras, pintadas a partir de 1465, Piero parece interesarse por el individualismo humanista. El Doble retrato de los duques de Urbino muestra los perfiles de Federico de Montefeltro y de su esposa Battista Sforza, con el carácter irreductible de la personalidad y las diferencias profundas que separan a los seres humanos. Quizás hayan influido en el psicologismo que aparecen en las obras de vejez de Piero, el hecho de que se trata de pinturas al óleo sobre tabla (y no de murales). Jamás se habían unido como en el retrato de Battista figura y paisaje con tan extraordinaria armonía de atmósfera y luz. Los colores, luminosos y firmes, conceden a esta dama la solemne inmovilidad de una imagen sagrada. Los colores, luminosos y firmes, conceden a esta dama la solemne inmovilidad de una imagen sagrada. En Cuanto al retrato de Federico, se sabe que éste tenía el rostro desfigurado a causa de un accidente sufrido en un torneo, pero en el retrato de perfil oculta el perfil derecho y parece como si el duque no hubiera perdido uno de sus ojos. En ambos retratos el paisaje del fondo dista mucho de ser el habitual telón de fondo sin conexión con el primer plano. Muy al contrario, es a través de la luz, la gradual disminución de la precisión de los contornos y la transición de una gama cálida a otra fría a medida que se avanza hacia el fondo.Doble retrato de Federico de Montefeltro y Battista Sforza. Óleo sobre madera (47 x 33 cm.). 1465-72. Galería degli Uffizi. Florencia.
Las últimas obras de Piero fueron pintadas en el decenio 1470-80, en el que el pintor residió con frecuencia en Urbino: la Madonna de Sinigaglia, la Natividad y la Virgen y santos con Federico de Montefleteltor (también llamada Pala Brera). La Madonna de la Sinigaglia es una de las obras más hermosas del artista y nos sorprende por la capacidad de armonizar lo monumental con lo íntimo. Encontramos en ella influencia flamenca de la técnica de las veladuras al óleo, destacando el preciosismo de las joyas y la luz que se filtra por la ventana. Esta Virgen ejemplifica la tipología femenina qu representaba Piero della Francesca y que se caracterizaba por figuras robustas, con volumen y poderoso cuello, que ocupan todo el espacio compositivo.
Anciano, enriquecido por tantas experiencias, della Francesca se retiró al final de su vida al pueblo donde había nacido. Allí escribió, antes de quedarse ciego, dos tratados en latín sobre perspectiva y geometría, que eran el resultado de una larga meditación que había durado toda su vida.
En la Natividad de la National Gallery de Londres, la Virgen fina, estilizada, de barbilla puntiaguda, se aleja del tipo femnino al que Piero daba preferencia, y el conjunto de la obra demuestra que el artista se aleja de la abstracción para entregarse a la observación del detalle, de la anécdota (flores, adornos, joyas...).
En la Pala Brera, junto al retrato de Federico de Montefeltro, en fundado en su reluciente armadura, se vuelve a encontrar la deliciosa geometría infantil de la Flagelación de Urbino. Diez personajes, que parecen captados más allá del tiempo en una atmósfera de eternidad, forman un semicírculo en torno a la Virgen y tras ellos un ábside que sostiene una bóveda de cañón acasetonada y una momunental concha de mármol. Detalle estremecedor por su misterio: un huevo de avestruz pende de un hilo en el centro del espacio, exactamente sobre la cabeza de la Virgen. Ha sido considerado como símbolo oriental de la creación, pero también símbolo renacentista del espacio cerrado. Una luz imposible por su diafanidad cae sobre los personajes, sin mancharlos con sombras.
Es curioso resaltar como tanto en la Madonna de la Senigallia como en la Pala Brera, el espacio aparece determinado por la escenografía arquitectónica, pero es la luz la que lo expresa y lo convierte en un espacio metafísico o ideal en clara contraposición con otras aplicaciones de la luz orientadas a configurar un espacio en conexión con lo real.
Es curioso resaltar como tanto en la Madonna de la Senigallia como en la Pala Brera, el espacio aparece determinado por la escenografía arquitectónica, pero es la luz la que lo expresa y lo convierte en un espacio metafísico o ideal en clara contraposición con otras aplicaciones de la luz orientadas a configurar un espacio en conexión con lo real.
Pala Brera o Virgen y santos con Federico de Montefeltro. Óleo sobre madera (248 x 150 cm.). 1472. Pinacoteca Brera. Milán.
Uno de los grandes, sí señor. Gran conocedor de la técnica y magnífico teórico. Un buen repaso, Paco.
ResponderEliminarAh Paco, me ha encantado este post, me has refrescado la memoria. Cuando estudíé Bellas Artes , genios como este nos ilustraban. Me encantaría colocar este post en mi blog, con tu firma, claro. Ya me dices.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Un excelente lección de arte, como es costumbre. Un saludo.
ResponderEliminarUn genio sin duda. Me gustaría saber si existen estudios de cómo trabajaban estos pintores tecnicamente, como elaboraban los pigmentos y las pinturas, que soportes utilizaban, tecnicas de dibujo ....... seguro que tu lo sabes. Oye Paco, hace tiempo que no te comento, pero no creas que he dejado de visitarte, aprendo mucho en este blog.
ResponderEliminarA mi siempre me gustaron sus composiciones y sí, como bien dices, la serenidad de sus figuras. Aparte, claro, de la perfección de su dibujo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco
Paco, della Francesca me subyuga con sus escenas construidas en arquitectura como ejercício de destrezas, y en esos escenarios las profundidades y sobretodo, las figuras, siempre como ajenas, o ensimismadas o distantes. Anacronismo de vestimentas cortesanas muy detalladas, despliegue de información, cada cual juega un rol y a veces el personaje principal, como en la Flagelación, queda muy al fondo, atrevida composición. Sus frescos de la Vera Cruz son un portento de actitudes premeditadas construyendo un tema desde la distancia ausencia, ese verde azulado...Y la rotundez geométrica de la tabla del Duque de Urbino con la esposa, frialdad absoluta, sin idealizar, explicando el caracter o el poder capaz de todo sin inmutarse. Un genio della Francesca, un precursor, un adelantado del Renacimiento, con su estilo peculiar, personal, diestro en el dibujo, mestro en los pigmentos.
ResponderEliminarNos vemos Paco, disfruto visitando este espacio artístico y reflexivo. Un besito.
Hoy no dispongo de demasiado tiempo para disfrutar la lectura, ya volveré, pero no me puedo ir sin decir: Ahhh esa madonna del principio del post. Bellísima. Hasta luego.
ResponderEliminarUno de esos hombres polifacéticos a los que igual se les daba bien la pintura que las matemáticas, monsieur, qué envidia. Y de los reconocidos en vida. Cuántos príncipes del renacimiento quisieron contar con sus servicios!
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Imprescindible este personaje en la historia del arte italiano y en la sociedad de su tiempo. Buena selección de imágenes representativas acompañando un texto claro y completo.
ResponderEliminarSaludos.
Impresinante el Maestro Piero. Algunos delos cuadros los he visto in situ. Una exhaustiva exposición sobre su figura. Es uno de los pilares del Renacimiento.
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde
Muy rica esta entrada dedicada al gran maestro, uno de los mayores de su tiempo.
ResponderEliminarMaravillosa la selección de lienzos y pinturas y la gran cantidad de detalles que de ellos aportas.
Saludos.
Peiro fue uno de los pintores más fascinantes del Renacimiento porque intentói experimentar con la volumetría y la profundidad, de un modo que antes nadie había hecho con tal perfección.
ResponderEliminarBesos
De lo poco que recuerdo con cierta claridad de las clases sobre la pintura del Quattrocento en Italia que doña Ana Marín nos impartió a mis compañeros y a mí en su día a cuenta de Piero della Francesca, reconozco humildemente, quizá por lo mucho que me sorprendió, es que precisamente el hecho de no haber vivido de forma permanente en ninguno de los centros culturales de la época mermó considerablemente su fama y el aprecio con que sus contemporáneos contemplaron sus trabajos, a los que consideron fuera de toda realidad, hasta tal punto que su obras maestras llegaron a ser incluso despreciadas. También recuerdo que nos comentaba que el gusto por la geometría y la abstracción propio del siglo XX fue lo que lo rescató del olvido, obvia y tristemente -o igual afortunadamente, si bien se mira-, varios siglos después de su desaparición física.
ResponderEliminarEn fin, maravillosa entrada a cuenta de este artista neoplatónico, de este hombre del Renacimiento, del "monarca de la pintura y la arquitectura" de su tiempo, como lo denominó un coetáneo suyo...; de este amante de la perfeccción y la geometría. Una clase magistral que te agradezco enormemente, al menos en la misma medida en que me hace gozar y me rescata de la supina ignorancia que me abruma.
Que tengas, como mereces, un muy feliz fin de semana, Paco. Un cálido abrazo.
Re. : Bueno no: ¡buenísimo! Ya sabes que el trabajo dignifica al hombre, sobre todo en los últimos tiempos.
Gran lección de arte, como nos acostumbras paco.
ResponderEliminarPiero excepcional
Saludos
Una clase magistral que me deja embobado, como siempre me sucede cusndo te leo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco
Hola de buenas noches
ResponderEliminarQue belleza de entrada y que bien contada..un placer leerte y venir a verte...
Saludos de buen fin de semana.
Dentro de unos días tendré la oportunidad (espero) de ver de cerca esas maravillosas obras. No tengo ni de lejos toda la preparación que aquí encuentro como para interpretarlas en detalle, pero sí llevo mi sensibilidad intacta y mis ganas de palpar de cerca tanto desborde de belleza.
ResponderEliminarSaludos desde el sur.