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martes, 23 de noviembre de 2010

NO TODO FUE AL-ANDALUS


Interior de la Mezquita de Sidi Okba en Kairouan (Túnez). S. IX

Aunque el arte hispanomusulmán es el que tenemos que estudiar y el que tenéis que preparar para la prueba de acceso a la universidad, en esta entrada vamos a ver algunas de las maravillas que dejó el imperio islámico fuera de nuestras fronteras, para que, al menos, tengáis una visión de conjunto de la arquitectura musulmuna.

El surgimiento de la civilización islámica tiene su origen en el impulso de la nueva religión musulmana predicada por Mahoma (571-632) y su capacidad de unificar a los pueblos nómadas del interior de la Península de Arabia. Mahoma recibe el encargo de anunciar el Corán en nombre de Alá, el “Dios único, clemente y misericordioso”. Esta revelación se produce en el 610 y, a partir de ese momento con su predicación en La Meca, se convertía en el último profeta de la humanidad. El mensaje divino quedará recogido en el Corán, libro sagrado y guía espiritual de los musulmanes. Pero el rechazo de su propia ciudad le obliga en el año 622 a protagonizar la “Hégira” o huida hacia Medina, acontecimiento que servirá de punto de partida para la cronología musulmana.
A la muerte del profeta el estado teocrático fundado por él se extendió rápidamente por toda Arabia, Siria, Persia y Egipto. En apenas un siglo, el que transcurre entre la Hégira (622), y la derrota de los musulmanes en Poitiers (732), el Islam se expande por un amplísimo territorio que comprende desde India hasta el Mediodía francés, incluyendo Persia, Mesopotamia, Asia Menor, Egipto, y todo el Norte de África. En su expansión los musulmanes adoptan y nacionalizan las formas vigentes en las tierras conquistadas rebosantes de reliquias de arte romano, persa, bizantino, visigodo, etc. Así se explica el hecho de que una religión surgida en el desierto incorpore con decisión bellas formas para sus lugares de culto. Se va creando una cultura homogénea que, al ser fuertemente influida por las de los pueblos que domina, nos ofrece una evidente variabilidad, aunque uno de los signos de identidad será ser una sociedad marcadamente urbana, con un mundo de ciudades bulliciosas y comerciales.


El arte musulmán es fundamentalmente arquitectónico. La tradición y  prohibición coránica de representar a Dios es responsable del poco desarrollo de la escultura y la pintura, apareciendo excepcionalmente en edificios de carácter profano (palacios y baños). Ya en esto se ve el poder y la influencia de la religión en todas las facetas de la vida de los musulmanes, y en el arte también.
La arquitectura islámica y los motivos decorativos que la acompañan es una síntesis de elementos bizantinos, cristianos, coptos, visigodos, hindúes..., ya que los musulmanes toman elementos de todos los pueblos sometidos. Todo ello provoca un sincretismo o fusión de diversos elementos de otras religiones, lo cual produce un lenguaje artístico muy original y característico. Se percibe en los grandes rasgos del arte musulmán una tendencia a la estilización; tendencia que está muy presente en sus manifestaciones plásticas, es decir, la negación del naturalismo que caracteriza el arte occidental. Ese mutabilidad y ese nomadismo (sociedad nómada de pastores del desierto) se aprecia en el poco interés por los problemas constructivos, la utilización de materiales pobres, como barro, ladrillos, yeso... y el hacer una arquitectura útil y de rápida construcción. Un elemento muy importante en el arte musulmán es la decoración y la rica ornamentación que adornan y enmascaran los pobres materiales arquitectónicos; hay una especie de horror vacui, no debe quedar nada sin decoración. Es común al gusto musulmán dedicar un mayor cuidado a la decoración interior, con riquísimos mosaicos, yeserías, placas de mármol, cerámica esmaltada, etc., mientras que las fachadas exteriores ofrecen una sorprendente simplicidad, que sólo se abandona en portadas y recubrimiento de cúpulas. Gozan de predilección los motivos decorativos de carácter vegetal presentados de forma estilizada, los atauriques, los de trazado epigráfico (con trazos rectos o cúficos y trazos cursivos o nesijíes), y los motivos geométricos, a modo de estrellas, polígonos y lazos combinados con soluciones infinitas (lacería).

Mezquita de la Roca. Jerusalem. S. VII d.C.

En la evolución de la historia y arte musulmán se pueden distinguir dos grandes fases o etapas. La primera iría desde la hégira hasta la segunda mitad del siglo XI, con la presencia en el Mediterráneo Oriental de los turcos selyúcidas y en Occidente con los almorávides. Con la dinastía heredera de Mahoma, los sirios Omeyas (661-750), las conquistas fueron más espectaculares hacia el Occidente, con la capital en Damasco. En la época del Califato Abbasí (750-945), las fronteras políticas ya no coinciden con las religiosas, pues Al-Andalus, el Norte de África y las zonas ocupadas en la India escapan pronto a la autoridad del Califa. La capital se traslada de Damasco a Bagdad y la influencia persa crece notablemente. La segunda fase transcurre desde fines del siglo XI al siglo XVI; en esta segunda fase de evolución del arte islámico medieval la presencia de los turcos selyúcidas, procedentes del Asia central, que ocupan Bagdad (1055) y el Mediterráneo oriental, como la de los pueblos africanos del sur del Atlas en Occidente son factores que determinan unas características diversas, como iniciación de un nuevo período. Asimismo, la potenciación de la cultura cristiana occidental, que alcanza la supremacía, es importante por cuanto la cultura islámica inicia su decadencia, y su influencia será cada vez más escasa, salvo en España. Destacan en primer lugar las construcciones omeyas de los siglos VII y VIII, donde la influencia bizantina es muy profunda. Sobresale como primera gran obra musulmana la Gran Mezquita de Damasco, que se construye aprovechando un templo cristiano preexistente, con columnas y tres naves paralelas a la quibla, patio y riquísima decoración de mosaicos con temas arquitectónicos. En esta etapa siria queda diseñado el modelo esencial de mezquita, tal como se describió antes.
 

Gran Mezquita de Damasco. S. VII d.C.

A finales del siglo VII se construyó la Mezquita de la Roca en Jerusalén, mal llamada de Omar, con planta octogonal (inspirada en la iglesia del Santo Sepulcro) y una gran cúpula destinada a cubrir la roca venerada por judíos, cristianos y musulmanes, en relación con el sacrificio de Isaac. Debajo de la roca había una cueva con pequeño santuario. Es de destacar la riquísima decoración de mosaicos.
En cuanto a las construcciones civiles destacan los Palacios de Mschatta y Qusayr Amra, ambos residencia de los califas omeyas del siglo VIII; el segundo conserva interesantes pinturas en las que aparecen representados los monarcas vencidos por los ejércitos islámicos (entre ellos el visigodo Don Rodrigo), además de escenas de danzas, música y baños.

Palacio de Qusayr Amrá. Jordania. S. VIII d.C.

Del período abbasida, de mediados del siglo VIII a mediados del siglo XI, son las construcciones que denotan una mayor influencia de las tradiciones arquitectónicas mesopotámicas y sasánidas. El traslado de la capital del califato de Damasco a Bagdad, y la adopción temporal de Samarra, como nueva capital (836), facilitaron el contacto y la penetración de las culturas citadas. La Mezquita de Samarra posee un curioso alminar cónico, cuya rampa de acceso describe un recorrido helicoidal que recuerda los antiguos ziggurats mesopotámicos.
También abbasida es la Mezquita de Sidi Obra en Kairuan (Túnez), del siglo IX, que guarda estrechas relaciones con la mezquita de Córdoba, como el uso de cúpula de gallones o arco de herradura, destacando el alminar con cuerpos escalonados superpuestos.
En Egipto, que se independiza con los tulúnidas en el 868, se erige la gran Mezquita de Ibn Tulún, fuertemente influida por la abbasida de Samarra, donde destaca el patio cuadrado, los pórticos de alrededor y el templete que cubre la fuente del patio.
A este momento, ya en Persia, corresponden los monumentos samánidas, destacando el Mausoleo de Ismail en Bukhara, de planta central con gran cúpula, que se convertirá en prototipo muy frecuente en la arquitectura funeraria islámica.


Alminar de la Mezquita de Samarra. Irak y Mezquita de Ibn Tulun. Egipto. S. IX d.C.

La segunda gran fase de la arquitectura islámica abarca desde fines del siglo XI hasta bien entrado el siglo XVII. En esta segunda fase de evolución del arte islámico medieval la presencia de los turcos selyúcidas, procedentes del Asia central,  que ocupan Bagdad (1055) y el Mediterráneo oriental, como la de los pueblos africanos del sur del Atlas en Occidente son factores que determinan unas características diversas, como iniciación de un nuevo período. Asimismo, la potenciación de la cultura cristiana occidental, que alcanza la supremacía, es importante por cuanto la cultura islámica inicia su decadencia, y su influencia será cada vez más escasa, salvo en España.
Aunque se mantiene el tipo de mezquita siria, según el ejemplo de la de Damasco, se va imponiendo en la arquitectura islámica oriental una novedad notable al fijar el modelo de las madrazas, sedes de las escuelas teológicas coránicas. Los selyúcidas adoptan planta de cruz, disponiéndose en torno a un patio central con aljibe, al que se asoman las dependencias en forma de iwanes (salas que se abren con grandes arcos). También se suelen añadir bibliotecas, celdas de estudiantes, cocina, baños, etc. Por otro lado, en las construcciones en piedra o en ladrillo proliferan las cúpulas, ricamente ornamentadas, con preferencia a base de cerámica esmaltada, al mismo tiempo que se prodigan los mocárabes. Entre los arcos se advierte la preferencia por los apuntados peraltados.
La Mezquita de Ispahán (Irán), del siglo XI, constituye el modelo más característico. Tiene planta cruciforme con gran patio central y cuatro iwanes, uno en cada frente, que serán muy repetidos en construcciones selyúcidas. También se crea el tipo de mezquita sin patio, formada por una gran sala central con cúpula, como es el caso de la Mezquita Azul de Tabriz, del siglo XV.
En la arquitectura funeraria se difunde el tipo formado por un cuerpo cuadrado cubierto con una gran cúpula.. Se caracterizan por la rica decoración del trasdós de la cúpula y por el mayor desarrollo del tambor, con forma bulbosa. Un buen ejemplo el Mausoleo de Tamarlán en Smarcanda, en el siglo XV.




Gran Mezquita de Ispaham (Irán). S. XI d.C.
Mausoleo de Tamarlán en Samarkanda (Uzbekistán). S. XV d.C.

En Egipto, la influencia turca se acusa ya en las mezquitas sin patio. Esta influencia se hace dominante con los mamelucos turcomanos, según vemos en la Mezquita-Madraza de Hassan, de mediados del siglo XIV, con gran patio central al que se abren los iwanes. Ya del siglo XV es la Mezquita-Madraza de Kaitbey en El Cairo, con cúpula de piedra y riquísima decoración en sus muros.
Los turcos otomanos, cuyo poder se consolidó en el Asia Menor, adoptaron junto con la religión islámica los elementos fundamentales del arte musulmán; pero al incorporar a sus dominios la fastuosa Constantinopla el influjo bizantino es, en general y el de Santa Sofía en particular, de nuevo fuertemente sentido. Ahora el templo es convertido rápidamente en mezquita y se impone el modelo de plan central, con gran sala cubierta con cúpula a la que dan una serie de salas o departamentos rectangulares. La cúpula recobra su verdadero valor arquitectónico y no sólo decorativo; así cubre amplios espacios en la Mezquita de Solimán el Magnífico en Estambul (siglo XV), o en la llamada Mezquita Azul de Ahmed I en la misma ciudad, de principios del siglo XVII. Unos característicos minaretes afilados flanquean las construcciones copulares.

Mezquita de Solimán el Magnífico. Estambul. S. XIV d.C.




Exterior e interior de la Mezquita Azul de Estambul. S. XVII d.C.

Análogas características, con la aportación local de la decoración hindú, se advierte en la arquitectura islámica de la India, donde sobresalen los edificios de Delhi, fuertemente influidos por los ejemplos persas. Pero en la India el monumento más majestuoso es el Taj- Mahal en Agra, del siglo XVII. Fue construido en época del Shan Djahan para mausoleo de su esposa Muntaz Mahal. Su pureza y equilibrio de formas hacen de él una de las obras más bellas de la historia. Las cupulillas que coronan los alminares y templetes así como el remate de la poderosa cúpula son hindúes.

Mausoleo del Taj Mahal. Agra (India). S. XVII d.C.




12 comentarios:

  1. Vaya lección mas completa .Tus alumnos tienen que estar encantados contigo ; yo lo estaría , seguro!

    Saludos desde Málaga.

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  2. Fascinante, ese acicalamiento para disimular materiales de inferior calidad. Asombroso e inteligente, lo que fueron incorporando de otras culturas, sumando....agregando. Magnífico paseo nos has hecho dar. Muchas gracias Profe!
    Un abrazo.

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  3. Ah, pues mire qué bien, monsieur, porque en mis tiempos en la escuela lo unico que se veía practicamente era Al-Andalus. Me ha gustado esta excursión por lugares mas lejanos para terminar nada menos que con el famoso y romantico Taj Mahal, tan evocador para nosotros.

    Feliz tarde

    Bisous

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  4. Amigo Paco Hidalgo,

    Vengo aquí desde el comentario que has dejado en mi espacio y, como Profesor de Secundaria que soy yo también, tengo que decirte que la idea esta tuya de exponer tus clases públicamente me parece ideal, y de mucha utilidad para los alumnos. Yo me convierto ahora en un alumno más tuyo, porque el Arte no es mi fuerte, ni de lejos. Me ha parecido muy interesante, exhaustiva e intelegible esta exposición que haces del Mundo musulmán. Te felicito por ello. Seguro que tus alumnos y alumnas estarán más que agradecidos. Y, por supuesto que yo, visitándote, aprenderé mucho y bien.

    Te envío un afectuoso saludo,

    Antonio

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  5. Como unes el momento histórico con el arte y las fotos expuestas preciosas, toda una lección.

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  6. ¡Menuda clase! Aquí en Lleida está previsto que se construya una mezquita, aunque de momento el proyecto está paralizado por motivos económicos y políticos. Sin duda, son construcciones hermosas y con mucho simbolismo.
    Besos.

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  7. Muy buen ensayo. Felicidades.
    Quiero destacar también el aspecto estructural de la arquitectura islámica, la forma en que aquellos constructores disponían los materiales para absorber esfuerzos de tracción, un verdadero arte que se materializa en las cúpulas y en falsas bóvedas, todo un arte.

    Salud

    Francesc Cornadó

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  8. Pues esta clase me ha venido muy bien, para descubrir la arquitectura musulmana en otros países, yo solo estudie el Al-Andalus “eran otros tiempos”, si yo hubiese tenido los medios de ahora…..que suerte tienen tus alumnos, bueno yo también me considero afortunada por tenerte en la red, abrazos

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  9. Muy bueno el tema que espero que tus alumnos utilicen. Sobre el arte anicónico musulmán, una cosa que me llamó la atención cuando visité en Zaragoza "La Aljafería" (o sitio de Abú Yafar)fue que había una representación, un relieve de un ave del paraíso, reflejo del lujo y de la prosperidad del reino taifa de Saraqusta, algo poco frecuente en la escasa iconografía islámica, al considerar que retratar cosas creadas por Alá viene a ser una pretensión mundana que raya en la osadía y en el pecado. Me imagino que el relieve del ave también puede ser una forma de marcar distancia con el resto de la comunidad islámica al considerarse un reino independiente, como ocurre hoy con algunas comunidades autónomas (los taifas de hoy) que hacen de su capa un sayo y van por libre para llevar la contraria al gobierno central.
    Un saludo.
    Un saludo.

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  10. ¡Hola Paco!
    Corres tanto con los post, que cuando vuelvo a venir para terminar de leer el post y comentarlo, ya has puesto otro de nuevo -aunque sea del mismo tipo de arte-
    Bueno pero lo comprendo ya que eres un profesor con grandes inquietudes de transmitir a tus alumnos el máximo posible y con calidad.
    Me gusta mucho el arte de los musulmanes, pero no así la cerrazón que muestran en algunos aspectos, como éste que comentas de tener prohibido las imágenes alrededor de su Dios y de su religión. Por un lado es interesante, porque entonces desarrollan más otros aspectos como el geométrico que es una maravilla, pero se pierde en la representación de la pintura y la escultura como muy bien indicas. Un abrazo.

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  11. La arquitectura islámica es, a mi hulde modo de ver, una de las más fantásticas, espirituales y gráciles del mundo, y poco estudiada por cierto en los ámbitos educativos españoles. Como digo muchas veces, las cosas no nacen solas, y estudiar Al-Andalus sin el contexto general de alrte en el mundo musulmán no tendría sentido.

    Saludos

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Deja tu opinión; me es muy válida. Gracias.